Bradicinesia: qué es, y trastornos asociados a este síntoma
El ser humano es movimiento. Al igual que ocurre con la mayor parte de animales, nuestra supervivencia depende de ello: comer, encontrar refugio, reproducirse o huir de posibles peligros son acciones que requieren tanto de la capacidad de detectar la estimulación externa como de reaccionar a ella. Y dicha reacción requiere ajustarse a unos tempos: si no corremos, seremos devorados.
Si bien en la actualidad la mayoría de personas ya no corre el riesgo de ser devorado por un depredador, lo cierto es que tenemos que hacer frente a una gran cantidad de demandas ambientales que exigen de secuencias de movimientos complejos. Pero algunas personas presentan la dificultad de no poder moverse a un ritmo normativo. Es lo que les ocurre a las personas que presentan bradicinesia.
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Bradicinesia: ¿qué es?
Se conoce como bradicinesia a la condición caracterizada por el enlentecimiento del movimiento, sin necesidad de que dicho enlentecimiento se produzca también a nivel cognitivo. La bradicinesia no se considera un trastorno per se, sino que es más bien el síntoma de la existencia de algún otro tipo de problema o alteración.
Generalmente y a menos que estemos ante un problema neurológico, el sujeto puede tener consciencia de su lentitud motora, algo que a su vez puede generar malestar, estrés y frustración. Suele existir una reducción de los movimientos y de la iniciativa por llevarlos a cabo, siendo la secuenciación de movimientos más compleja y menos funcional. Ello puede ser debido tanto a la bradicinesia como a la pérdida de motivación para hacerlos al observar su lentitud. Aunque no técnicamente no tiene por qué, la bradicinesia suele venir acompañada de hipotonía o disminución del tono muscular, algo que puede dificultar aún más la funcionalidad al hacer no sólo que el movimiento sea más lento sino menos fuerte.
Hay que tener en cuenta que la bradicinesia supone un enlentecimiento del movimiento, pero que la velocidad concreta de éste va a depender fundamentalmente de los niveles premórbidos del sujeto. Una persona cuyos movimientos ya sean lentos de por sí no presenta bradicinesia a menos que se detecte una disminución de su velocidad normal.
Este problema, aunque pueda parecer menor, puede tener serias repercusiones en la vida de quien lo padece. Por ejemplo, a nivel laboral muchos empleos exigen un cierto ritmo para poder llevarlos a cabo de manera eficiente (especialmente si son empleos que exigen manipulación manual), lo que puede acarrear que un enlentecimiento motor inhabilite para el ejercicio profesional. También hay que tener en cuenta que determinadas actividades pueden pasar a ser peligrosas, como por ejemplo conducir.
Aunque mentalmente no exista dicho enlentecimiento, si no somos capaces de reaccionar con suficiente velocidad podemos provocar a sufrir diferentes tipos de accidentes. A nivel social, la bradicinesia suele ser vista como torpeza y en algunos casos en que no se conoce el estado del sujeto puede provocar cierto rechazo o burla. Es importante tener en cuenta que la vivencia de este síntoma y la reacción de los demás hacia él puede provocar alteraciones en la autoestima y sensación de autoeficacia y competencia del sujeto, pudiendo alterar su estado emocional.
Algunas posibles causa de este síntoma
La aparición de enlentecimiento motor o bradicinesia puede ser consecuencia de una gran cantidad de factores, no existiendo una única posible causa para ello. De hecho, hay que tener en cuenta que el enlentecimiento motor puede tener una causa tanto médico-fisiológico como psicógeno.
A nivel psicógeno, es posible encontrar alteraciones como la bradicinesia durante el padecimiento de episodios depresivos, ante la falta de sueño y energía o la vivencia continuada de estrés o ansiedad, así como también en otros trastornos mentales como la esquizofrenia (si bien en este el motivo puede ser más neurológico).
A un nivel más biológico, es posible observar como la bradicinesia puede ser consecuencia de una alteración del sistema nervioso, siendo una posible causa de la hiper o hipoactividad de los ganglios basales y su conexión con la corteza motora y los músculos. En cuanto a neurotransmisores, generalmente se ha encontrado asociada a la bradicinesia la existencia de bajos niveles de dopamina, o una reducción de los habituales. Asimismo, puede ser producto de la desmielinización de las neuronas motoras, perdiendo la transmisión de la información gran parte de su velocidad.
Si bien en ambos casos suelen presentarse gran variedad de síntomas, la bradicinesia está entre ellos. De este modo, la existencia de problemas neurológicos es una de las posibles causas de este síntoma. También es posible que se produzca debido a los efectos (temporales o no) del consumo de sustancias o incluso de algunos medicamentos.
Por último, pero no menos importante, hemos de comentar que no es necesario que exista un problema para que aparezca bradicinesia: la aparición de cierto enlentecimiento motor es frecuente y normal durante el envejecimiento, siendo habitual según vamos haciéndonos más mayores.
Trastornos en los que se presenta
La bracinesia, como hemos dicho, puede presentarse en una gran cantidad de situaciones y trastornos tanto médicos como psiquiátricos.
Tradicionalmente, se ha considerado como un síntoma profundamente ligado (y de hecho forma parte de los criterios diagnósticos) al padecimiento del Parkinson. En este trastorno, en que se produce la degeneración progresiva de las neuronas de la vía nigroestriada, aparecen trastornos y alteraciones del movimiento como los temblores parkinsonianos o el enlentecimiento del movimiento y de la marcha.
También es un elemento común en muchas demencias, especialmente en las subcorticales (como la asociada al Parkinson, siendo en esta donde la bradicinesia es más característica) pero también en las corticales. Por ejemplo, podemos hallar bradicinesia en el Alzheimer según este va avanzando.
Además de ello, otros problemas neurológicos también pueden generar bradicinesia. Un ejemplo lo encontramos en las neuropatías y trastornos como la esclerosis múltiple y la esclerosis lateral amiotrófica, así como otras enfermedades de la unión neuromuscular. También existen enfermedades como la diabetes también pueden causar una pérdida de eficiencia y velocidad psicomotora a largo plazo (si bien la alteración suele ser menor salvo en aquellos con una neuropatía severa).
Por otro lado, como ya hemos comentado también podemos encontrar bradicinesia en problemas mentales tales como la depresión, en que la anhedonia y el estado de ánimo deprimido generan una menor capacidad de reacción, disminución del movimiento y también del pensamiento y menores niveles de energía. Lo mismo ocurre en la esquizofrenia, en aquellos pacientes con síntomas negativos, y en la catatonia. El abuso y dependencia de sustancias también puede generar bradicinesia.
¿Se puede tratar la bradicinesia?
La bradicinesia, como hemos mencionado, no es un trastorno sino más bien un síntoma. Es por ello que su tratamiento se va a basar en realidad en la superación del trastorno o elemento que la ha generado.
El tratamiento de la depresión, el estrés o el agotamiento puede contribuir a eliminar el problema si estamos ante una causa de tipo psicógeno. Para ello se recomiendan diferentes tipos de estrategias tales como la realización de actividades agradables, la reestructuración cognitiva en caso de creencias disfuncionales y otros tipos de psicoterapia útiles para el problema en cuestión del sujeto (por ejemplo, las expresivas). El establecimiento de horarios de sueño adecuados, la práctica de ejercicio físico y la nutrición también pueden influir. En cuanto a la esquizofrenia, el tratamiento farmacológico puede contribuir a mantener al paciente estabilizado y reducir la bradicinesia si esta no es provocada por una degeneración y muerte neuronal.
Si la causa es neurológica, es posible que no exista un tratamiento curativo. Sin embargo, dado que gran cantidad de los problemas que la causan están provocados por problemas dopaminérgicos, la utilización de fármacos que estimulen su síntesis, aumenten los niveles de dopamina o que generen efectos agonistas a los de esta pueden ser muy eficiente en la reducción o eliminación temporal de los síntomas (por ejemplo, la L-dopa que se le da a pacientes con Parkinson). También resultan recomendables la práctica de fisioterapia, estimulación y rehabilitación puede mejorar el rendimiento motor de los pacientes, así como la terapia ocupacional.
En cualquier caso, la psicoeducación para aprender a entender qué ocurre, por qué o maneras de afrontarlo puede llegar a ser imprescinble. También resulta recomendable la existencia de un espacio en el que el sujeto pueda expresar sus dudas, inquietudes y pensamientos.