Pensamiento sistémico: qué es, características, y cómo funciona
Uno de los procederes más comunes a la hora de analizar un problema es limitarse a evaluar las partes o elementos que lo componen, creyendo que si se analizan profundamente las piezas del mismo se conseguirá entender, mágicamente, el todo.
Sin embargo, lo cierto es que este tipo de pensamiento es ineficaz. El todo es siempre más que la suma de las partes, con propiedades que emergen de la interacción de estos elementos, algo que difícilmente se puede observar si uno se limita a ver las partes o elementos del sistema evaluado por separado.
El pensamiento sistémico evalúa el conjunto del problema, valorando cada parte del sistema pero tratando de ir más allá, viendo sus interacciones y cómo se influyen las unas a las otras. Veamos con mayor profundidad en qué consiste.
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¿Qué es el pensamiento sistémico?
El pensamiento sistémico es la habilidad de resolver problemas dentro de un sistema complejo, tomando una perspectiva que tiene en cuenta la totalidad del sistema y analizando la interacción de sus partes. Se basa en el estudio multidisciplinar de los sistemas, entendidos como entidades formadas por partes interrelacionadas e interdependientes, que juntas crean algo diferente a la simple suma de sus partes.
Este tipo de pensamiento se diferencia del pensamiento más tradicional porque no intenta aislar cada variable de una situación o fenómeno y estudiarla por separado. En vez de hacer esto, trata de comprender lo que quiere estudiar como un conjunto, cuyas partes se influyen mutuamente, y por eso se trata de entenderlo como un todo.
Introducir el pensamiento sistémico en nuestras vidas puede ser muy beneficioso tanto en nuestra vida personal como en la laboral, ayudándonos a mejorar la productividad de grupos de trabajo, empresas y proyectos. Hoy en día se usa tanto en ciencia como en otros ámbitos aplicados, especialmente en el desarrollo personal y la gestión de empresas.
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¿Qué aspectos analiza el pensamiento sistémico?
El pensamiento sistémico tiene en cuenta diferentes elementos o aspectos característicos de los sistemas, los cuales son principalmente los siguientes.
1. Interconexiones
Un aspecto clave en el pensamiento sistémico es la capacidad de establecer interconexiones entre las partes del problema o fenómeno a analizar. Este tipo de pensamiento requiere un cambio de perspectiva y pasar de un pensamiento lineal a circular, en donde se asume que cada elemento está interconectado con los demás.
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2. Cambio
Pensar sistémicamente requiere la capacidad de detectar el cambio pues, al fin y al cabo, los sistemas son dinámicos, no estáticos. Siempre hay un flujo de movimiento entre sus elementos.
3. Retroalimentación
Dado que todas las partes de un sistema están interconectadas, el pensamiento sistémico requiere observar los efectos de equilibrio o refuerzo que cada una de ellas genera. Implica ser consciente de la retroalimentación que se da en el seno del sistema, sabiendo identificar los flujos y las reacciones dentro de él.
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Características principales del pensamiento sistémico
A continuación veremos las características principales del pensamiento sistémico.
1. Basado en la teoría de sistemas
La teoría de sistemas es el estudio interdisciplinar de entidades formadas por diferentes partes interconectadas. Cada una de estas entidades es denominada “sistema” y se describen en función de sus límites, propósito o manera de funcionar. A su vez, estos sistemas se componen de elementos más básicos que interactúan entre sí.
De acuerdo con la teoría de sistemas, cada una de estas entidades es mayor que la simple suma de sus partes, basándose en ideas como la sinergia o el comportamiento emergente. Así pues, esta corriente de pensamiento sostiene que es imposible entender cómo funciona un sistema sin comprender cuáles y cómo son sus componentes, y especialmente cómo se relacionan entre sí.
El propósito general del pensamiento sistémico es descubrir cuáles son los límites, dinámicas, condiciones, propósito y relaciones que hay dentro de cada uno de estos sistemas.
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2. Va de lo concreto a lo más general
En el pensamiento sistémico lo que primero se hace es examinar los datos objetivos de los que se dispone en cada momento, como por ejemplo los resultados observables o la situación de la que se parte. El siguiente paso es intentar buscar las causas subyacentes a los mismos y extrapolarlas a otros ámbitos. Se va de lo más concreto para ir, progresivamente, a lo más general.
Esta forma de pensar es, por regla general, muy distinta a la que recurrimos habitualmente. Lo que solemos hacer cuando estamos ante un problema concreto es que buscamos las causas en el pasado reciente y en las situaciones más cercanas. Al tratar de resolverlo, nos centramos en soluciones que tienen buenos resultados a corto plazo, sin preocuparnos por lo que pudiera ocurrir en un futuro lejano.
No es el caso del pensamiento sistémico. Con él se trata de encontrar todas las causas de una situación y todos los elementos que pudieran haber influido en ella, sin importar cuán lejos están en el tiempo y espacio. Al proponer soluciones a un problema, se baraja su eficacia tanto a corto como largo plazo, anticipándose ante posibles riesgos y efectos indeseados que puedan ocurrir en un futuro lejano.
3. Permite comprender mejor las causas de la situación estudiada
Se considera que la principal ventaja del pensamiento sistémico es que, al aplicarlo, permite comprender por completo las causas que han llevado a una situación determinada. Además, nos sirve para comprender todos los elementos que están provocando que esta situación se mantenga.
Cuando se comprende por completo cuáles son las causas de una situación y sus componentes, resulta más fácil desarrollar una solución que sea eficaz tanto a corto como a largo plazo. De esta manera, a pesar de ser difícil de aplicar, el pensamiento sistémico nos ofrece grandes beneficios en las áreas en las que se aplica.
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Principios del pensamiento sistémico
Los cuatro principios fundamentales a la hora de aplicar el pensamiento sistémico son los que veremos a continuación.
1. Adquisición de una visión global
El primer paso para aplicar el pensamiento sistémico ante una determinada situación es tomar perspectiva con respecto a la misma. Es necesario adquirir una visión global ante el problema, algo a menudo difícil pues las consecuencias más inmediatas de la situación nos impiden ver el todo.
Antes de comenzar con el análisis de la situación, debemos preguntarnos qué es lo que podríamos estar pasando por alto a primera vista. Así se consigue adquirir una nueva visión del problema, lo cual nos permitirá analizarlo de manera más eficaz.
2. Identificación de los sistemas y sus relaciones
Una vez nos hemos conseguido desprender de las consecuencias más inmediatas de la situación abordada, lo siguiente es encontrar todos los sistemas que forman parte del problema a analizar. Aquí debemos incluir todo, incluyendo tanto sistemas humanos (p. ej., grupos de trabajo, relaciones familiares) como elementos inanimados o estructurales (p. ej., herramientas, entorno, organización geográfica…) o, incluso, intangibles (p. ej., sistema de creencias).
Por ejemplo, en un problema laboral, uno de los sistemas implicados es la empresa y los grupos de trabajadores que laboran en ella. No obstante, no debemos descuidar otros aspectos como las creencias de esas personas, el sistema informático usado en la organización o la situación económica de la empresa.
3. Reconocimiento de los elementos que los forman
El siguiente paso se puede entender como lo mismo que el anterior, solo que esta vez vamos a tratar de detectar cuáles son los elementos que conforman los sistemas. Aquí se trata de identificar los elementos que conforman cada uno de los sistemas y cómo estos mismos elementos se influyen mutuamente.
4. Planteamiento de posibles soluciones
Finalmente, cuando ya se han identificado los sistemas y elementos que conforman el problema a analizar, llega el momento de plantear posibles soluciones al mismo. Gracias a los pasos previos, resulta más sencillo encontrar una solución satisfactoria para todas las partes.
Cabe mencionar que, llegados a este paso, no debemos adoptar la primera idea que aparezca tras el análisis. Antes de aplicar una solución, es necesario identificar los posibles efectos a corto y largo plazo de cada una de las alternativas propuestas. De esta manera, se podrá escoger la que más beneficie a todo el mundo.