Flexibilidad mental: qué es, para qué sirve y cómo entrenarla
Algunas de las aptitudes que permiten al ser humano adaptarse al medio cambiante en el que vive son los procesos cognitivos, el aprendizaje, la socialización con otras personas, entre otras.
En este sentido, hay una aptitud del cerebro humano que cabe destacar, al influir en múltiples procesos de gran importancia para la adaptación del ser humano al entorno, y no es otra que la flexibilidad mental.
A continuación veremos con mayor detenimiento en qué consiste la flexibilidad mental y cuál es su importancia en la adaptación del ser humano a diversos contextos y situaciones.
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¿Qué es la flexibilidad mental?
La flexibilidad mental es una capacidad que posee el cerebro que permite ajustar de manera eficiente los procesos cognitivos y la conducta ante contextos y situaciones que resulten novedosas, inesperadas y/o inestables, con el fin adaptarse al entorno y las demandas surgidas.
Cabe destacar que la flexibilidad mental es un constructo psicológico bastante complejo, puesto que abarca numerosos procesos mentales y conductuales del ser humano y se encuentra continuamente en una dinámica de cambio y adaptación en función del entorno, la situación, la cultura, la etapa del ciclo vital en la que se encuentre la persona, etc.
También ofrece la capacidad de reestructurar nuestros conocimientos previos, a la vez que se asimilan nuevos aprendizajes, con el fin de poder adaptarse a las demandas que están en continuo cambio y/o resolver diversos problemas o incógnitas.
Por otro lado, la flexibilidad mental o cognitiva permite también a las personas trabajar en diversas tareas en paralelo o a lo largo de un proceso sucesivo, todo ello sin que el cerebro se sobrecargue y no haya interferencias entre unas tareas y otras, por lo que permite completar todas las tareas con éxito.
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Principales características de la flexibilidad mental
La flexibilidad mental se encuentra estrechamente relacionada con la inteligencia fluida y, por tanto, influye en el razonamiento fluido y en las capacidades del ser humano a la hora de resolver diversos problemas novedosos que pudieran surgir de manera flexible y eficaz.
En este sentido, la flexibilidad mental es una de las aptitudes cognitivas superiores de la metacognición, y, como tal, influye en diversos procesos cognitivos como el control de la conducta, en el conocimiento, la concienciación y el aprendizaje, entre otros. El conocimiento de una persona de su propia capacidad dentro de estos procesos cognitivos le permite controlar de forma más eficiente sus habilidades y conocimientos para poder actuar de manera voluntaria y controlada con el fin de promover el propio aprendizaje, y con ello su propio avance y mejora en distintos ámbitos.
Otra de las características es que la flexibilidad mental influye en las funciones ejecutivas, por lo que es muy relevante en el aprendizaje y, por ende, afecta al desarrollo a lo largo de la vida, así como también al el éxito académico y laboral. Esto es así porque la flexibilidad mental permite a las personas realizar planes, establecer metas y objetivos, ponerse en marcha con los planes previamente establecidos, valorar las propias acciones a lo largo de todo y el proceso, así como también aprender de los errores, corregirlos y evitar que vuelvan a cometerse.
La flexibilidad mental permite también a las personas tener en cuenta otros valores, creencias e ideas, es decir, otras formas de pensar que tengan los demás y al mismo tiempo comprender otros puntos de vista, respetándose si son diferentes a los de uno mismo, pudiendo valorar otras perspectivas y opciones además de la que uno tenía previamente. Es por ello que la flexibilidad mental se encuentra estrechamente asociada a la empatía, lo que facilita y a la vez mejora la capacidad del ser humano en sus interacciones sociales con los demás.
A la hora de practicar Mindfulness, la flexibilidad mental ofrece la posibilidad de poner en marcha todas las aptitudes mentales necesarias para poner plena atención en el momento presente, de forma que la persona se encuentre centrada en todos los matices del aquí y el ahora, lo que puede facilitarse una mejor adaptación a determinados contextos y circunstancias. Para ello es necesario tener una actitud de apertura a la experiencia y actuar sin juzgar nada.
Como se comentó previamente, la flexibilidad mental es que ofrece al ser humano la posibilidad de adaptarse de forma rápida a los cambios o a las novedades que se presenten en el entorno, por lo que posibilita cambiar la conducta en el momento en función de las demandas del contexto y también anticipar posibles errores o consecuencias negativas con el fin de evitarlos o, al menos, aprender de ellos para evitar que se repitan.
Por otra parte, esta flexibilidad mental ayuda a las personas a tolerar los cambios que puedan surgir durante una tarea y así generar alternativas más eficaces.
Una correcta flexibilidad mental, que haya sido suficientemente entrenada a través de la práctica en tareas que demanden el suficiente trabajo cognitivo como para que el cerebro esté ejercitado en ello, facilitará que la persona pueda efectuar de forma eficiente la transición de una tarea a otra de forma secuencial sin que una interfiera sobre la otra, así como permitirá la posibilidad de realizar dos tareas simultáneamente sin perder la concentración y completando ambas con éxito.
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Su importancia en situaciones de crisis
En tiempos difíciles, como los que se han vivido por la pandemia mundial causada por el coronavirus, una flexibilidad mental correctamente desarrollada supone una herramienta fundamental para salir adelante y sobrellevar de la mejor manera posible el sufrimiento y el malestar emocional.
Por el contrario, una inflexibilidad mental puede empeorar los problemas que se venían arrastrando de antes de un periodo de crisis, por lo que esta situación de incertidumbre a la que resulta difícil adaptarse da lugar a problemas de muchos tipos.
La flexibilidad mental se encuentra estrechamente relacionada con la resiliencia, un concepto que en Psicología se refiere a la capacidad del ser humano para afrontar las adversidades mediante pensamientos y conductas que posibiliten una adaptación. Para ello se debe tomar perspectiva, contemplando todas las alternativas a las posibilidades estén al alcance y poner en marcha una serie de conductas que se encaminan a los objetivos que permitan salir adelante en estas situaciones difíciles e incluso salir reforzado de cara un futuro en el que podrían surgir situaciones similares.
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Consejos para entrenar y favorecer la flexibilidad mental
Algunos de los consejos que pueden resultar útiles para entrenar la flexibilidad mental son los siguientes:
- No ser demasiado rígidos y abrirse a nuevos aprendizajes, a posibles cambios y a otros puntos de vista.
- Escuchar activamente a otras personas con el fin de valorar y conocer otros modos de ver las cosas.
- Procurar ver las cosas desde múltiples perspectivas o puntos de vista.
- Ser proactivos, de manera que estemos prevenidos para cualquier acontecimiento inesperado y actuar.
- Entrenar la creatividad a través de diversas actividades artísticas.
- Buscar tareas que ayuden a trabajar la mente como aprender un nuevo idioma, leer, hacer cursos, etc.
- Mantener la curiosidad por aprender durante toda la vida y en distintos campos (p. ej., ciencia, arte, etc).
- Practicar deporte, ya que se ha demostrado que el ejercicio ayuda al cerebro a oxigenarse.
- Ante un reto o circunstancia determinada, valorar las múltiples opciones que estén a nuestro alcance.
- También se pueden realizar ejercicios que permitan entrenar las distintas funciones ejecutivas.