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Técnicas de psicología para las lesiones deportivas


Las lesiones son una experiencia por la que, más tarde o más temprano, pasan todos los deportistas.

Sin embargo, estas afecciones físicas, a veces pueden convertirse en un gran problema si se dan de forma reincidente o si afectan a otros aspectos de nuestro juego. Es por ello que muchas veces se busca el asesoramiento psicológico a la hora de superar lesiones, pero, ¿de qué forma pueden intervenir nuestros recursos mentales en nuestra integridad física?

El impacto de las lesiones en la mente del deportista

Por una parte, existen aspectos de nuestra personalidad que pueden suponer cierta predisposición a sufrir lesiones deportivas, es decir, existen diferencias individuales entre cada deportista que los hacen “más o menos psicológicamente vulnerables a lesionarse”.

Por poner un ejemplo, una persona con un estilo de afrontamiento responsable (la que se centra en los aspectos de su vida que están bajo su control, como su habilidad o entrenamiento) tenderá a sufrir lesiones de forma menos frecuente que otra persona con un estilo de afrontamiento victimista (es decir, aquella que suela centrarse en los elementos externos como el estado del césped, la dureza del rival, etc.).

La importancia del estrés

Por otro lado, el fenómeno psicológico que más se ha relacionado con la probabilidad de lesión en un deportista es el estrés.

El estrés es una respuesta adaptativa diseñada para superar momentos de máxima exigencia ambiental. Es un recurso psicológico que encuentra su utilidad a la hora de proveernos de un exceso de energía que se usaba para huir o enfrentar una amenaza, y dada su gran utilidad ha sido transmitido hasta nosotros generación tras generación. Sin embargo, a veces nuestro organismo da esta respuesta ante situaciones no amenazantes para la vida, como un examen, una entrevista de trabajo o un partido importante.

De esta forma, el estrés entraña ciertas consecuencias útiles contra tribus rivales o tigres dientes de sable, pero no tan adaptativas en un partido de fútbol.

Por una parte, nuestros procesos atencionales de estrechan, lo que nos permite centrarnos absolutamente en el estímulo amenazante y prioritario, pero nos impiden generar esa atención amplia que requieren la mayoría de deportes.

Por otro lado, nuestro tono muscular puede verse afectado, dejando nuestro físico en condiciones no óptimas para llevar a cabo la acción que corresponda y, por lo tanto, más vulnerable a sufrir una lesión. Así, una adecuada gestión del estrés es prioritaria en deporte si queremos prevenir lesiones.

Gestionar psicológicamente los efectos de la lesión

Cualquier deporte entraña el componente de competición y, por lo tanto, todos los deportes suponen una presión (más aún si hablamos de deporte de alto rendimiento). Así, el secreto no está en reducir la presión o combatirla, sino en aprender a gestionarla.

Entre las técnicas orientadas a la gestión del estrés, podríamos destacar dos:

1. La reestructuración cognitiva

Orientada a transformar creencias irracionales en otras más adaptativas al contexto. Por ejemplo, la creencia “somos un equipo malo” puede suponer un estrés añadido, siendo esta lógicamente refutable (“hemos tenido malos resultados, pero trabajamos para mejorar”). Las creencias establecen nuestro mundo y determinan nuestras conductas, por lo que es un pilar básico a trabajar en psicología del deporte y en prevención de lesiones.

2. Técnicas de relajación

Una vez detectamos el nivel óptimo de activación de nuestro deportista, es decir, el nivel de activación fisiológica al que mejor tiende a rendir, deberemos formarle en técnicas de relajación destinadas a reducir dicha activación cuando exceda dicho nivel. La respiración controlada, la relajación muscular y otros recursos similares pueden ser una buena elección a la hora de combatir esta ansiedad fisiológica.

La rehabilitación

En lo que respecta al período de rehabilitación, las variables psicológicas más destacables se dan a nivel emocional.

La motivación es un factor clave en relación a la adhesión al tratamiento, y para mantener sus más altas cotas se suele recurrir al establecimiento de objetivos a corto plazo, cuyo cumplimiento se espera que genere una percepción de autoeficacia en el deportista que a su vez fomente su motivación por los ejercicios a realizar, tanto a nivel físico como a nivel psicológico. Por otra parte, el entrenamiento en inteligencia emocional puede ser también una buena solución.

Por otra parte, todas estas técnicas son extrapolables a muchos otros contextos de la vida deportiva y personal de cada jugador, por lo que este hecho puede servir para enfocar el período de inactividad como un aprendizaje más, y ya que todos nos lesionaremos más tarde o más temprano, podremos convertir este obstáculo en una oportunidad si lo gestionamos de forma adecuada.