¿Por qué digo tantas mentiras? Causas de la tendencia a mentir mucho
La mentira se define como una “manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa”. Todos decimos mentiras, algunos autores sugieren que decimos una medía de 20 mentiras al día y algunos días incluso 200, como recoge Pamela Meyer, autora del libro Liespotting en su charla TED.
La psicóloga Bella DePaulo, de la Universidad de Virginia, concluyó en su investigación que mentimos aproximadamente en una quinta parte de los intercambios sociales que duran más de diez minutos. Los últimos estudios, al parecer, nos consideran más sinceros y muestran que, en promedio, decimos una o dos mentiras diarias. Parece que no hay unanimidad sobre el número de mentiras que realmente decimos al día, pero más que la cifra, nos interesa saber por qué mentimos y quiénes mienten más.
En este artículo explicaremos los motivos más comunes por los que las personas mienten, hablaremos de la mitomanía y exploraremos las posibles causas en los casos donde se presenta una tendencia a mentir muy por encima de la media sin que esto llegue a considerarse patológico.
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''¿Por qué miento tanto?'' Posibles causas de la tendencia a mentir
Podemos mentir por cortesía, por compasión, por amabilidad, para no hacer daño a alguien cercano, o también en nuestro propio beneficio, para librarnos de un reproche o de un compromiso, aunque los psicólogos recomiendan no decir la verdad en lugar de utilizar una mentira, por ejemplo, cambiando de tema. En estos casos somos conscientes que estamos mintiendo, pero... ¿Por qué a veces inventamos historias en lugar de decir la verdad?
Algunas personas mienten bastante más que otras. Seguramente hayas oído hablar de la mitomanía. La mitomanía se describe como la tendencia patológica a mentir, los mitómanos no buscan evitar un castigo u obtener un beneficio, sino que mienten compulsivamente.
También hay personas que no encajan dentro de una categoría clínica pero mienten más que la media, dentro de este grupo de personas se encontrarán, por ejemplo, las personas excesivamente preocupadas por su imagen, como los políticos, que pueden llegar a decir 4 veces más mentiras que el resto. El mismo estudió que concluyó que las personas decimos una media de 2 mentiras diarias, haciendo un seguimiento de tres meses, también escuchó las declaraciones de Trump durante el mismo periodo y registró que el expresidente estadounidense pronunciaba un promedio de 9,9 mentiras diarias, 5 veces más que el resto.
Hay una larga lista de motivos por los que las personas recurren a la mentira. Las causas principales o más frecuentes para no decir la verdad están relacionadas con la evitación del castigo, esto parece muy lógico en niños, pero para los adultos este sigue siendo también el motivo principal para mentir, ahorrarnos alguna situación desagradable. Como explica Paul Ekman, mentimos para protegernos a nosotros mismos, mantener nuestra privacidad o ahorrarnos el pasar vergüenza; no todas las razones son egoístas, a veces mentimos para no hacer daño a los demás o para evitarles un sufrimiento, por ejemplo, con las mentiras piadosas.
Ya lo decía Mark Twain: "Nadie podría vivir con alguien que dijera la verdad de forma habitual”. Mentimos porque existen los demás, básicamente por socialización. Las relaciones requieren algunas veces las mentiras; no vamos a explicar nuestra vida al vecino que nos pregunta qué tal estamos en el ascensor, ni decirle a nuestro abuelo o abuela que ese regalo que nos ha hecho con toda ilusión por navidad no nos gusta nada. Además, la sociedad exige muchas veces que mostremos una imagen mejorada de nosotros mismos, en tu Instagram solo se muestra una parte de la verdad.
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¿Qué es la mitomanía?
Algunos van más allá de estas pequeñas mentiras y ficciones que podemos considerar incluso necesarias. Casos en los que las mentiras toman magnitudes desproporcionadas, no hay detrás de ellas, la evitación de una situación desagradable o la obtención de algún tipo de beneficio, hay algo de gratuito en la mentira, se miente sin necesidad de mentir, por compulsión. Los mentirosos patológicos o mitómanos llegan a crear grandes historias a su alrededor.
La mitomanía fue descrita por primera por Anton Delbrück. Este psiquiatra y director de hospital alemán se sorprendió al observar que algunos de los pacientes a los que trataba eran capaces de contar historias inventadas como si fueran ciertas, proporcionando todo lujo de detalles y datos. Delbrück utilizó él terminó de “pseudología fantástica” para referirse a este comportamiento que le tenía tan extrañado. Desde que le puso nombre por primera vez, Delbrück identificó cinco casos más relacionados con la mitomanía que analizaría exhaustivamente.
Los mitómanos también son conocidos como mentirosos compulsivos. En la historia podemos encontrar algunos casos conocidos, como el de Anna Anderson que decía ser la Gran Duquesa Anastasia de Rusia, la hija menor de los últimos zares de Rusia, Nicolás II y Alejandra, asesinados junto a toda su descendencia en 1918. Durante muchos años el mundo entero la creyó, y el misterio siguió vivo hasta que, en 1991, el ADN de los Romanov fue comparado con el de Anna Anderson, dando un resultado negativo. Finalmente, los restos de Anastasia aparecieron en 2007 y se confirmó que ella, junto a toda su familia, había sido efectivamente asesinada aquella noche.
El DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) no considera la mitomanía como un trastorno mental en sí mismo, sino como un síntoma o condición dentro del trastorno antisocial de la personalidad. Al no existir unos criterios de diagnóstico generales, es difícil decidir quién es un mitómano y quién no. Sin embargo, se entiende que una persona es una mentirosa patológica cuando sus mentiras son totalmente desproporcionadas con respecto del propósito, es un comportamiento que también tiene que repetirse en el tiempo, las personas mitómanas deforman y falsean la realidad constantemente.
Normalmente, las personas mitómanas saben que están mintiendo, pero como explican algunos expertos, en algún momento pueden perder el sentido de la realidad y dejarse engullir por sus propias mentiras e invenciones, que empiezan a considerar reales.
Pero, ¿qué lleva a alguien a mentir compulsivamente? Las causas de la mitomanía no están realmente determinadas. Al parecer existiría un componente biológico: los cerebros de las personas mitómanas presentarían una mayor cantidad de materia blanca en la parte anterior de los lóbulos frontales del cerebro, esto significaría que tienen más conexiones que el resto de personas. La ciencia parece entonces decir que las personas mitómanas mienten porque tienen la capacidad de hacerlo; al tener un mayor número de conexiones pueden asociar mucho mejor sus ideas y sus recuerdos y, por lo tanto, son capaces de decir mentiras más coherentes y creíbles y mantenerlas en el tiempo.
Pero tener la capacidad de hacerlo, no explica realmente el por qué se miente. Otros factores sociales y psicológicos se esconderían detrás de la necesidad de mentir compulsivamente; la construcción de la personalidad de la persona mitómana iría asociada a sus propias mentiras, sin ellas no sabe quién es. Esto puede empezar por pequeñas mentiras que cada vez son más grandes para mantener al personaje creado.
Por último, muchos mitómanos presentan problemas de baja autoestima, que pueden venir derivados por una infancia donde no recibieron demasiado afecto. Frédéric Bourdin fue famoso por suplantar identidades de niños que llevaban mucho tiempo desaparecidos. Incluso llegó a convivir tiempo con alguna de las familias y daba explicaciones inverosímiles a los cambios físicos que presentaba con respecto a los niños, como haber sido sometido a experimentos que le habían cambiado el color de ojos. La policía decía que mentía por placer, pero siempre que era interrogado por la policía sobre el “por qué” contestaba con un simple, pero significativo: "para hacerme querer".
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Razones frecuentes por las que podemos llegar a mentir mucho
Como hemos visto, una de las causas asociadas a la mitomanía es la baja autoestima, expliquemos por qué esta condición, además de otras, consideradas no patológicas, hacen que los individuos sean más propensos a mentir.
1. Problemas de autoestima
La autoestima es el aprecio que uno siente hacia sí mismo. La baja autoestima puede provenir de diferentes lugares, por ejemplo, de la incapacidad de aceptarse y de aceptar la vida tal como es. La incapacidad por aceptarnos puede hacer que añadamos algunos detalles a nuestra vida y nuestras capacidades o las de los demás, por ejemplo, los padres y madres que mienten sobre los resultados de sus hijos, para ser vistos como mejores padres, o mentir sobre los viajes que hemos hecho y los lugares que conocemos. En el fondo, lo que sentimos es una preocupación excesiva por causar una buena impresión, favorable en los demás, derivada de una falta de estima a nuestra vida real o verdaderas capacidades.
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2. Timidez extrema
A las personas tímidas no les gusta hablar o expresarse en público, ser el centro de atención o pasar demasiado tiempo en conversaciones con extraños, por eso pueden recurrir a la mentira para no alargar interacciones con desconocidos o semidesconocidos o participar en eventos que impliquen a mucha gente que no conocen.
Para evitarse el ir pueden inventarse que tienen algún otro compromiso al que acudir o algún otro asunto que atender. Es verdad que es una buena estrategia para librarse, pero la mentira puede generar estrés y en este caso es mejor decir que no nos apetece y el por qué para generar espacios y lugares donde podamos estar cómodos con la gente que nos ha invitado a la fiesta.
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3. Precariedad socioeconómica
Las personas con dificultades económicas o bajos ingresos en muchas ocasiones se ven motivadas a no decir públicamente cuál es su situación. Esto, en muchas ocasiones, les lleva a acabar mintiendo para no sentirse juzgados por su entorno ni que se les resten oportunidades laborales.
4. Adicciones
Una de las características de las personas adictas, es la mentira. La mentira en las personas con adicciones se considera parte de la enfermedad. Es importante recordar que una adicción es una enfermedad crónica cerebral, donde se ha modificado la forma de pensar. La máxima preocupación de la persona adicta es consumir y, para ello, recurre a la mentira y al autoengaño.