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Cataplexia: causas, síntomas, prevención y tratamiento


Uno de los síntomas más característicos de la narcolepsia son los episodios de cataplexia, durante los cuales los músculos se relajan y debilitan de forma súbita, en ocasiones llegando a provocar caídas y accidentes.

En este artículo exploraremos las causas de la cataplexia y los tratamientos que previenen sus síntomas, tanto de índole farmacológica como psicológica.

Definición de cataplexia

Llamamos “cataplexia” o “cataplejía” a los episodios transitorios de debilidad muscular que se producen en algunas personas. Se los considera una intrusión de los procesos que regulan el sueño en el estado de vigilia, si bien durante la cataplexia la persona mantiene la consciencia.

Normalmente estos síntomas se producen a consecuencia de emociones intensas; por ejemplo, es habitual que la pérdida de tono muscular tenga lugar cuando la persona ríe mucho, siente miedo o llora.

Los episodios de cataplexia se dan de forma casi exclusiva en el contexto de la narcolepsia, de modo que podemos considerarlos un síntoma cardinal de esta enfermedad. Es muy infrecuente que se dé cataplexia sin narcolepsia.

¿Qué es la narcolepsia?

La narcolepsia es un trastorno del sueño que se caracteriza por la aparición de elementos del sueño REM (de movimientos oculares rápidos) en la vigilia. Su síntoma más característico son los ataques de sueño que se dan a pesar de haber descansado adecuadamente.

Además de los accesos de sueño y la cataplexia, otros síntomas habituales de la narcolepsia son la hipersomnolencia diurna, la alteración del sueño durante la fase REM y la aparición de alucinaciones hipnagógicas y parálisis del sueño durante la vigilia.

Los casos de narcolepsia no siempre incluyen cataplexia, sino que estos episodios se dan en el 70% de las personas narcolépticas. Cuando hay cataplexia prácticamente siempre se da un déficit de la hormona hipocretina, otro de los signos fundamentales de la narcolepsia.

Síntomas

Los episodios de cataplexia son breves; la mayoría de veces duran menos de dos minutos. Suelen ser consecuencia de esfuerzos físicos o emociones fuertes, sobre todo si se producen de forma inesperada.

La debilidad muscular es variable, pudiendo limitarse a la relajación de las rodillas o las mandíbulas o bien implicar una parálisis transitoria de todo el cuerpo. Esto puede llegar a provocar caídas o accidentes, por ejemplo si la persona está conduciendo.

No hay que confundir los episodios de cataplexia con los ataques de sueño también característicos de la narcolepsia: durante la cataplexia la persona mantiene la consciencia, si bien en caso de que esté en una postura cómoda puede sentir somnolencia e incluso quedarse dormida a consecuencia de la relajación.

Otros síntomas que se dan de forma habitual durante los episodios de cataplexia son las dificultades de pronunciación y las alteraciones visuales, particularmente visión borrosa o doble.

Causas de estas alteraciones

Se considera que la causa principal de la narcolepsia y de la cataplexia es la presencia de niveles bajos de la hormona orexina o hipocretina en el líquido cefalorraquídeo. La orexina tiene un papel fundamental en el mantenimiento de la vigilia y el estado de alerta; su déficit se ha relacionado con las intrusiones REM típicas de la narcolepsia.

En concreto se cree que los episodios de cataplexia son consecuencia de la inhibición súbita y generalizada de las neuronas motoras a nivel de la médula espinal, que causa una pérdida del control de los músculos.

Cualquier alteración que reduzca los niveles de orexina es susceptible de causar síntomas narcolépticos como la cataplexia. De este modo, se pueden dar estos episodios como consecuencia de lesiones, malformaciones y tumores cerebrales.

Infecciones encefálicas, accidentes vasculares o enfermedades como la esclerosis múltiple también pueden causar episodios de cataplexia. Los daños en el hipotálamo, que secreta la hipocretina, están frecuentemente implicados en el desarrollo de esta alteración.

En muchos casos la narcolepsia y la cataplexia tienen un componente genético. En este sentido, muchos expertos consideran la narcolepsia un trastorno autoinmune relacionado con los denominados “antígenos leucocitarios humanos” (HLA).

Tratamiento y prevención

La cataplexia se trata fundamentalmente mediante fármacos. El tratamiento de elección es el oxibato de sodio, un medicamento muy seguro que también es eficaz para combatir la somnolencia diurna. El gammahidroxibutirato tiene efectos similares.

Otros fármacos que se utilizan en casos de cataplexia y narcolepsia en general son los estimulantes, como el modafinilo, y los antidepresivos, particularmente los tricíclicos y la venlafaxina, un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina y noradrenalina.

La psicología también puede contribuir al tratamiento de la cataplexia. En este sentido las intervenciones se focalizan en la prevención de estos episodios a partir de la identificación de los síntomas que los preceden: aprender a detectar los pródromos de la cataplexia es útil para poder reaccionar a ellos cuando se empiecen a producir en el futuro.

Para reducir los síntomas de la narcolepsia, incluyendo la cataplexia y la somnolencia, se recomienda la programación de siestas breves diurnas y el mantenimiento de hábitos de sueño saludables.

Referencias bibliográficas:

  • Seigal, Jerome (2001). Narcolepsy. Scientific American: 77.
  • van Nues SJ, van der Zande WL, Donjacour CE, van Mierlo P, Jan Lammers G. (2011). The clinical features of cataplexy: A questionnaire study in narcolepsy patients with and without hypocretin-1 deficiency. Sleep Medicine.