Tópicos Ansiedad Estrés Bienestar

​7 maneras prácticas de combatir el mal humor


El día a día está compuesto por muchas experiencias enriquecedoras y situaciones que nos hacen sentirnos bien. Sin embargo, la realidad en la que vivimos no está hecha para gustarnos y a menudo nos topamos con algunas de sus aristas afiladas. El mal humor puede venir dado por estas situaciones negativas, pero también puede aparecer independientemente de lo que suceda a nuestro alrededor. Muchas veces, no necesitamos una excusa para sentirnos enojados.

Sin embargo, que el mal humor y lo que nos pasa parezcan ir por caminos separados no significa que este último no tenga una causa u origen sobre el que podemos intervenir.

Combatiendo el mal humor desde la psicología: algunos consejos

Aquí tienes siete sugerencias para intentar arreglarte el día cuando te sientas mal y, con calma y un poco de paciencia, arreglar el día y volver a estar positivo/a.

1. Tómate los rechazos con filosofía

Muchas veces, el mal humor viene dado por hechos que son interpretados como una forma de rechazo hacia nosotros. Esto es así, especialmente, desde que la era digital ha invadido el espacio de nuestras relaciones personales con redes sociales, chats, mensajes, etc.

El simple hecho de que alguien no conteste a los mensajes que uno manda puede sentar muy mal, aunque desconozcamos las causas de este descuido o retraso. Es por eso que debemos tener en cuenta hasta qué punto las relaciones cara a cara se diferencian de las que mantenemos a distancia a través de las nuevas tecnologías. El uso de estas últimas siempre nos hará parecer más fríos.

2. Deja de fijarte siempre en lo mismo

Los períodos largos de mal humor pueden ser debidos a que, simplemente, pasas mucho rato dándole vueltas al mismo tipo de cosas. Concretamente, el tipo de cosas que son desagradables, te producen ansiedad o no son deseadas. Cambia eso.

Tu día a día no tiene por qué girar en torno a los pequeños imprevistos desagradables, y el hecho de centrar tu atención en estas cosas no te solucionará nada, ya que actuará como un lastre para tus líneas de pensamiento y hasta dificultará que des con soluciones creativas. Por lo tanto, aprender a reorientar tu atención hacia otro tipo de estímulos te puede ser de ayuda.

3. Aceptar que no siempre se tiene el control

¿Qué pasa con los rechazos explícitos, aquellos que son tan claros que no nos queda más remedio que asimilarlos? Pues, justamente, debemos hacer todo lo posible para hacer que su recuerdo no nos cree problemas. Del mismo modo, todas aquellas situaciones en las que las cosas no salgan como uno las tenía previstas requieren cierto espíritu estoico por nuestra parte.

Entrenarse en lograr que esto no nos afecte es en sí una meta, algo que nos motiva y que puede ayudarnos a hacer desaparecer el mal humor para sustituirlo por un anhelo de crecimiento personal.

4. Sal más

Esta recomendación es un clásico, sí, pero no por eso deja de ser cierta. A menudo, el mal humor puede hacer que nos anclemos en dinámicas de relación social que nos afectan negativamente. Así, alguien malhumorado tenderá a aislarse más socialmente, no buscar el contacto físico y rehuir situaciones potencialmente estresantes. Tenderá a olvidar sus necesidades sociales y las repercusiones emocionales que esto conlleva.

Sin embargo, las relaciones sociales (allí donde se dan) pueden hacer que el humor mejore y además son una puerta de acceso a todo tipo de actividades estimulantes: ir al teatro acompañados, salir a correr, hacer excursiones, etc. Hacer todo lo contrario de lo que el cuerpo nos pide puede dar sus frutos a muy corto plazo y hacer que dejemos atrás las tardes de televisión y tarrina de helado.

5. Déjate distraer

Si sales más de casa, también te estarás exponiendo a más entornos con muchas distracciones potenciales, y eso es bueno. Dejar que algo arrastre tu atención hará que rompas con la línea de pensamientos que te llevan hacia aquello que te produce el mal humor. Si estas distracciones son frecuentes y más o menos duraderas, romperás este bucle en el que te has atrapado.

6. Comprueba que el hambre no te esté influyendo

Con el estómago vacío, el mal humor es algo casi inevitable. El hambre es una buena fuente de ansiedad y hace que todo el organismo se ponga en estado de alerta por las razones evolutivas que puedes intuir. Así, tener un mal horario de comidas que te conduzca a pasar por periodos de ayuno largos podrían estar alterando tu manera de ver la vida.

Cualquier estímulo que no tenga que ver con la comida te parecerá superfluo e innecesario. Y si el hambre viene dado por las ganas de seguir una dieta, hasta la comida que te apetece comer puede llevarte hacia el mal humor.

7. ... ¡y duerme más!

Sí, este es otro de aquellos consejos imprescindibles y multiusos. El sueño regula todo lo que pasa en nuestro cerebro (y, por extensión, en nuestro cuerpo), así que vigilar la eficacia de los horarios que usamos para dormir puede solucionar muchas cosas. De hecho, no dormir las horas suficientes puede acarrear múltiples problemas para tu salud mental y física...

Combatir el mal humor es también combatir por la salud en un sentido general, y todo tu organismo saldrá beneficiado si consigues mitigar sus efectos dañinos.