Lo que nadie te ha contado sobre la homofobia interiorizada en varones
La homofobia interiorizada tiene que ver con pensamientos, conductas y/o emociones de rechazo hacia la propia homosexualidad. Por tanto, la persona tiende a ocultar su orientación sexual real.
El rechazo no solo es externo, sino que también es hacia dentro, discriminando la propia identidad homosexual.
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Características básicas de la homofobia interiorizada
La homofobia interiorizada no es fácil de diagnosticar. Se basa en rechazos muy pequeños y sutiles. Además, hay otro componente fundamental: el autoengaño. Cuando se tiene este tipo de homofobia, cuesta reconocerlo.
La persona con homofobia interiorizada se justifica en que la sociedad va a establecer un rechazo de inicio y, por tanto, la persona homosexual ha de esconderse a toda costa. Más adelante hablaremos de que, en realidad, lo que está ocurriendo aquí es que hay un trauma no resuelto que tiene que ver con el rechazo a nuestra identidad sexual.
Tiene un impacto muy negativo en la persona, ya que no se permite vivir una vida plena; tiene la sensación de que tiene que estar ocultando una parte de su identidad constantemente por miedo a ser rechazada por los demás o por una misma. Además, aparecen pensamientos de vergüenza tóxica y asco hacia uno mismo, lo que conlleva a un posible desarrollo de cuadros de ansiedad y depresión. En casos más graves, conlleva incluso al suicidio.
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Ejemplos
Te pongo algunos ejemplos de frases indicadoras de homofobia interiorizada:
- “Todos los gays son iguales, promiscuos y fiesteros”.
- “En el trabajo prefiero no hablar de lo que hecho el fin de semana con mi novio, así que diré que lo he pasado con un amigo”.
- “Cuando me preguntan si tengo novia contesto que tengo pareja, siempre es más sutil”.
- “Cuando me dicen que no se me nota estoy contento, significa que soy masculino, la pluma o la parte femenina es horrible”.
- “En una conversación donde mis amigos hablan de sus preferencias sexuales yo prefiero ocultar las mías, nadie tiene por qué saberlas”.
- “No voy a hacer menos estos gestos femeninos con las manos, la gente se va a dar cuenta de que soy gay, se me nota mucho más”.
- “No es que me parezcan malas las personas femeninas, simplemente es que a mí no me van, no me excitan y me generan rechazo, son muy dramáticas”.
- “Nunca voy a tener pareja en este mundo de promiscuidad”.
- “Todos los homosexuales son primitivos, solo piensan en el sexo”.
- “Tengo la sensación de que no pertenezco a nada ni a nadie, no soy de este mundo gay”.
- “No consigo ser yo mismo, ojalá encuentre a alguien que me quiera y que me provoque el serlo”.
- “Es la sociedad la que te rechaza y te puede matar, es mejor ocultarse en cualquier tipo de situaciones”.
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¿Dónde se origina la homofobia interiorizada?
Uno de los contextos en los que se origina es en la familia de origen; cuando tenemos padres u otros familiares que rechazan la homosexualidad directa o indirectamente. Hay veces que no es necesario que nos digan de forma explícita que rechazan a los homosexuales, pero sí podemos saberlo por comentarios del tipo: “mira a esos dos cogiéndose de la mano, a quién se le ocurre”. O, “hijo, no hables con esos gestos femeninos, que te queda mal”. O simplemente cuando vemos que nuestros primos juegan al fútbol y a nosotros nos gusta hacer gimnasia rítmica, sintiéndonos raros y avergonzados por ello.
También se origina en el colegio. Es el caldo de cultivo ideal para el desarrollo de esta herida en la identidad sexual. Los compañeros de clase siempre realizan bullying a la persona que es diferente, más femenina, con otro tono de piel, etc.
El tercer contexto en el que se origina la homofobia interiorizada es la sociedad en sí misma. ¿Cuántas series, anuncios, o películas gays se realizan? Está claro que la figura de la persona homosexual sigue sin normalizarse, al igual que las relaciones homosexuales. Por no olvidar los rechazos que pueden sufrirse en la propia calle, aunque cada vez menos, por el simple hecho de ir de la mano con tu novio o con ropa “femenina”.
Estos tres ambientes generan un trauma relacional y dan lugar a una herida de rechazo muy grande. Para sobrevivir a estos primeros ambientes infantiles en los que el rechazo se da de forma continuada, el niño absorbe dentro de sí mismo una parte crítica, dura, y llena de vergüenza, asco y autorrechazo.
De esta forma, aprende a odiarse y ocultarse para sobrevivir. Y disocia o desconecta a un niño interior lleno de rabia y dolor. Así que en el trabajo terapéutico con la identidad sexual será imprescindible el trabajo con el trauma y la disociación.
¿Cómo sanar la homofobia interiorizada?
Sigue estas pautas para afrontar y superar la homofobia interiorizada:
- Date cuenta de que la tienes y acéptalo. Aceptar que nos odiamos nunca es fácil.
- Observa tus pensamientos, lo que te dices a ti mismo sobre tu identidad sexual. Cambia ese diálogo interno tan avergonzante por un diálogo interno compasivo.
- Trabaja en hablar y negociar con cada una de tus partes (sí, no somos únicamente un adulto), con tu parte crítica y con tu niño interior.
- Exponte progresivamente a mostrar tu identidad sexual. Primero, con gente nueva. Luego, con tus amigos. Después, con tu familia. Practica el hablar con naturalidad de tus preferencias sexuales, tu pareja, etc. Normaliza sentir esa vergüenza, en algún momento pasará. Cuanto más la transites, más se integrará y menos te dará la lata. Llegará un momento en que ni la sientas.
- Trabaja tus traumas de rechazo. Llora el dolor y la rabia de ese niño. Perdona a tus agresores. Perdona a la sociedad. Aquí la técnica EMDR puede ayudarte mucho.
Ya te habrás dado cuenta de que sanar la homofobia interiorizada es un proceso muy complejo y que tiene que hacerse comenzando una psicoterapia. Muchas de las cosas que te cuento para sanarla solo pueden hacerse en un espacio psicoterapéutico.
Por favor, sé libre, vive tu vida con plenitud. No te mereces menos. La sociedad puede hacerte mucho daño, pero no por eso tienes que seguir ocultándote. Ya nadie va a agredirte tan duramente como cuando eras pequeño. Y si lo hacen, piensa que ahora tu adulto puede defenderse. Ya no eres aquel niño rechazado.