Los 7 tipos de fármacos anticonvulsivos (antiepilépticos)
Los medicamentos anticonvulsivos, como la carbamazepina, la lamotrigina, la gabapentina o el valproato, se prescriben sobre todo en casos de epilepsia. Algunos de ellos se han mostrado eficaces también en el manejo de los síntomas de otros problemas psicológicos, como en el trastorno bipolar, la ansiedad, el trastorno límite de la personalidad o el dolor neuropático.
En este artículo describiremos las características de los 7 principales tipos de fármacos anticonvulsivos o antiepilépticos: las carboxamidas, los análogos estructurales del GABA, las triazinas, los derivados de ácidos grasos, las benzodiazepinas, los barbitúricos y los bromuros. Algunos se utilizan en la actualidad, mientras que otros han perdido relevancia.
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¿Qué son los anticonvulsivos?
Los fármacos anticonvulsivos o antiepilépticos son un tipo de medicamento que se utiliza principalmente para tratar las convulsiones debidas a crisis epilépticas o a otras causas. No obstante sus usos no se limitan exclusivamente a este síntoma, sino que cada vez se prescriben con más frecuencia para estabilizar el estado de ánimo y para reducir el dolor neuropático.
Dado que existen muchos anticonvulsivos diferentes, no es posible describir un único mecanismo de acción. No obstante, una proporción importante de estos fármacos reducen la actividad electroquímica del cerebro mediante su interacción con receptores de neurotransmisores como el GABA y el glutamato.
Otros antiepilépticos bloquean los canales de sodio o de calcio controlados por voltaje; esto hace que disminuya la función de los neurotransmisores asociados a las crisis convulsivas. También existen diversos fármacos anticonvulsivos cuyo mecanismo de acción continúa siendo desconocido en la actualidad, a pesar de que su eficacia haya quedado demostrada.
En el caso de la epilepsia, estos efectos hacen que se reduzca la frecuencia con que las neuronas disparan señales electroquímicas, lo cual previene que las disfunciones neurales que causan las convulsiones se propaguen por el cerebro, limitando significativamente la gravedad de las crisis epilépticas.
Algunos anticonvulsivos se utilizan para estabilizar el estado de ánimo en distintas alteraciones psicológicas. En este sentido destaca la popularización de su uso en casos de trastorno bipolar, que se caracteriza por la alternancia de periodos de depresión y de manía, y de trastorno límite de la personalidad, en que se da inestabilidad de las emociones y de la identidad.
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Tipos de fármacos anticonvulsivos
Se han utilizado muchos tipos diferentes de fármacos anticonvulsivos desde que se empezara a usar el bromuro de potasio para tratar casos de “epilepsia histérica”, a mediados del siglo XIX. En la actualidad el uso de estos y otros anticonvulsivos clásicos, como los barbitúricos y las benzodiazepinas, ha quedado relegado a un segundo plano.
En la actualidad los fármacos de elección para el tratamiento de las convulsiones incluyen la carbamazepina y la oxcarbazepina, que pertenecen a la clase de las carboxamidas, los análogos estructurales del GABA como la gabapentina y algunos medicamentos de otro tipo, como el ácido valproico y la lamotrigina.
1. Carboxamidas
La carbamazepina y la oxcarbazepina son dos de los anticonvulsivos más utilizados en la actualidad. Además de para tratar la epilepsia, la carbamazepina se prescribe en casos de dolor neuropático, mientras que la oxcarbazepina se usa como medicamento coadyuvante en el trastorno bipolar cuando los síntomas no remiten con los fármacos de elección.
Se considera que estas carboxamidas son algunos de los tratamientos más seguros para las convulsiones. Sus efectos secundarios suelen ser escasos o leves, limitándose a mareos, náuseas, vómitos, dolores de cabeza o somnolencia; raramente provocan reacciones adversas más graves.
2. Análogos estructurales del GABA
Los fármacos que actúan de forma similar al neurotransmisor inhibitorio GABA son denominados “análogos estructurales del GABA”. Los dos anticonvulsivos más comunes de esta clase son la gabapentina, que se usa para tratar la epilepsia, el dolor neuropático y el síndrome de piernas inquietas, y la pregabalina, usada en trastornos de ansiedad y fibromialgia.
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3. Derivados de ácidos grasos
Los anticonvulsivos derivados de ácidos grasos, el más relevante de los cuales es el valproato o ácido valproico, aumentan la disponibilidad de GABA en el sistema nervioso o ejercen efectos agonistas de otro tipo sobre éste. También bloquean canales de sodio y de calcio controlados por voltaje; esto se traduce en una inhibición de la actividad cerebral.
4. Triazinas
Esta clase de fármacos antiepilépticos inhiben la liberación de neurotransmisores excitatorios, principalmente el glutamato. La lamotrigina forma parte de este grupo y se utiliza para tratar el trastorno bipolar y distintos tipos de crisis epilépticas: las focales, las tónico-clónicas y las que aparecen como consecuencia del síndrome de Lennox-Gastaut.
5. Benzodiazepinas
Las benzodiazepinas, un tipo de sedante, han sido durante muchas décadas los psicofármacos más utilizados para tratar problemas relacionados con la hiperactivación fisiológica y cognitiva, como la ansiedad, la tensión muscular y el insomnio. Entre las benzodiazepinas que se usan como anticonvulsivos encontramos el clonazepam y el clobazam.
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6. Barbitúricos
En el año 1912 se empezó a utilizar el fenobarbital, un fármaco de la clase de los barbitúricos, para prevenir y tratar los síntomas de la epilepsia. Desde entonces se han descubierto muchos anticonvulsivos que tienen efectos sedantes menos intensos e interferentes, si bien en ocasiones aún se usan los barbitúricos por su rápido efecto en el alivio de las crisis.
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7. Bromuros
El bromuro de sodio fue el primer fármaco en ser utilizado para tratar la epilepsia. Su origen se remonta al año 1857, cuando Charles Locock sugirió esta aplicación. Fueron sustituidos por los barbitúricos tras el surgimiento del fenobarbital, en 1912, pero en la actualidad los bromuros siguen usándose como anticonvulsivos en veterinaria, especialmente en perros.