Las 4 etapas de la Edad Moderna (y sus características)
Si bien su inicio y su final son asunto de debate, se coincide en que la Edad Moderna fue un período de la historia europea (y en parte mundial) que va del siglo XV al XVIII.
En estos siglos se dan una serie de cambios políticos, económicos y culturales trascendentales para la historia de la civilización occidental, su forma de entender la libertad del individuo y cómo deben ser gobernadas las personas.
A continuación descubriremos las principales etapas de la Edad Moderna, divididas en movimientos artísticos y destacando cuáles fueron los principales acontecimientos que se dieron en cada una de ellas.
- Artículo relacionado: "Las 5 edades de la Historia (y sus características)"
Las principales etapas de la Edad Moderna
La Edad Moderna es la tercera de las etapas en las que se suele dividir la historia europea, la cuarta si tenemos en cuenta también a la Prehistoria. Se considera que esta edad comprende los siglos XV y XVIII, aunque no se tiene demasiado consenso en torno a cuál es su fecha exacta de inicio y el final (también es objeto de debate en función del historiador y la fuente a la que se consulte).
En muchos lugares, entre ellos España, se considera que la Edad Media, el período anterior, terminó con el descubrimiento europeo de América en 1492, protagonizado por Cristóbal Colón a pesar de que ni él mismo sabía que había pisado un nuevo continente. En otros, en cambio, se considera que la Edad Moderna empezó medio siglo antes con la caída de Constantinopla en 1453 y derrumbándose el Imperio Romano de Oriente. Y si esto no fuera poco, hay quienes prefieren establecer el inicio de la Edad Moderna cuando Johannes Gutemberg desarrolló la imprenta por 1459.
El final de la Edad Moderna tiene más consenso, considerándose que lo que puso el punto y final a este período fue la Revolución Francesa de 1789. Igualmente, en este aspecto también existe un poco de controversia, puesto hay quienes consideran que fue la Independencia de los Estados Unidos lo que realmente dio el inicio a la siguiente etapa, la Edad Contemporánea, mientras que otros hablan de las Guerras de Independencia Hispanoamericanas como el final de la Edad Moderna, al menos en la hispanosfera.
Las etapas de la Edad Moderna también son objeto de cierto debate. Los historiadores anglosajones suelen dividirla en dos etapas diferentes, siendo la primera la Alta Edad Moderna, que acabaría con la Paz de Westfalia (1648) poniéndose final a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), mientras que la segunda sería la Baja Edad Moderna, que llegaría hasta la Revolución Francesa. Sin embargo, la mayoría prefiere dividir a la Edad Moderna según sus siglos y movimientos artísticos, que es lo que vamos a hacer a continuación.
- Quizás te interese: "Las 6 etapas de la Prehistoria"
1. El Renacimiento (siglos XV-XVI)
El siglo XV dio el paso de la Edad Media a la Edad Moderna. Su comienzo estuvo marcado por el fin de la gran epidemia de peste que diezmó a la población europea de la Baja Edad Media, además del comienzo del desmoronamiento de la sociedad feudal debido a una gran crisis económica. En esta época se consolidó un nuevo grupo social, la burguesía, poseedores de grandes riquezas gracias al comercio y la artesanía que iniciarían la transición hacia el capitalismo.
El desmoronamiento del sistema feudal sirvió para que los reyes consiguieran más poder a costa de la nobleza y el clero, lo cual provocó un cambio en la estructura política europea creándose reinos más fuertes, con gobiernos absolutistas. En estas monarquías los poderes del soberano eran justificados mediante la religión, declarando que el poder real emanaba de Dios. También aparecieron los primeros sentimientos nacionalistas, aunque la creación de grandes naciones como Italia o Alemania no tendría lugar hasta muchos siglos después-
El Renacimiento, movimiento cultural de los siglos XV y XVI, se caracterizó por revolucionar el arte, las ciencias y el conocimiento en todos los sentidos. Este movimiento tuvo especial importancia en Italia, que fue donde se originó, pero influyó también al resto de países de la Europa Occidental, acompañándose de un profundo cambio filosófico caracterizado por una nueva visión del ser humano como el centro del Universo, y no Dios.
El siglo XVI fue un tanto más particular al estar marcado principalmente por dos factores: la Reforma Protestante y las nuevas rutas comerciales.
La Reforma Protestante afectó a la religión cristiana en Europa Occidental y tuvo como principal protagonista a Martín Lutero, un teólogo y originalmente fraile católico agustino que, decepcionado por la corrupción de la Iglesia, protestó contra ella y propuso una serie de cambios para evitar que siguieran cometiéndose abusos, entre ellos la gran recaudación de riquezas y las hipocresías de la jerarquía eclesiástica.
Lutero consiguió mucho apoyo en varios países, dando inicio a la Reforma que dividiría el cristianismo occidental en dos: católicos y protestantes. Pese a los intentos de la Iglesia Católica por luchar contra la Reforma, aplicando la Contrarreforma acordada en el Concilio de Trento (1545-1563), la Santa Sede no pudo hacer mucho para evitar que el norte de Europa dejara de ser católica.
El otro factor que implicó un cambio importante en el siglo XVI fue la explotación de las colonias, la cual favoreció la aparición de una nueva teoría económica llamada mercantilismo. Esta sostenía que era más beneficioso para los países incrementar la importación de mercancías y reducir las exportaciones, teniendo la intención de proteger la producción local de la competencia extranjera. Esta teoría reforzó la idea de que la riqueza de un país se fundamentaba en la acumulación de metales preciosos y de recursos valiosos.
- Artículo relacionado: "Diferencias entre el Renacimiento y el Barroco: cómo distinguirlos"
2. El Barroco (siglo XVII)
El siglo XVII tuvo como movimiento artístico el Barroco, coincidiendo con una época más bien mala para la historia de Europa. Las cosechas fueron deficientes debido a que el clima no fue propenso y la tierra se desmejoró. Además, volvió a ocurrir una epidemia de peste que provocó un gran aumento de la mortalidad y épocas de hambre.
Este período fue especialmente crítico para el Imperio Español, nación que había alcanzado su máxima extensión durante los siglos anteriores. Su poderío empezó a echar aguas debido al menor rendimiento de las explotaciones de metales en sus colonias americanas. Añadido a esto, Francia e Inglaterra se volvieron en unas poderosas rivales que empezaron a emerger como grandes potencias continentales y, sobre todo los ingleses, comenzaron a comerciar por todo el mundo haciéndole una violenta competencia a los españoles.
En este siglo la sociedad feudal ya está prácticamente desaparecida, con unos señores feudales incapaces de contener a sus campesinos cada vez más pobres. El feudalismo es sustituido por la monarquía absoluta, cuyo mejor exponente fue el rey francés Luís XIV, conocido por su frase “el Estado soy yo”.
Pero lo que más marcó al siglo XVII es un conflicto que bien podría considerarse un antecedente lejano de la Primera Guerra Mundial: la Guerra de los Treinta Años. Este conflicto fue motivado por cuestiones religiosas, una lucha entre católicos y protestantes pero también entre las principales potencias del momento, incluyendo al Imperio Otomano, España, Inglaterra, Francia y el Sacro Imperio. Este conflicto destruyó a buena parte de Alemania y terminó con la Paz de Westfalia en 1648.
- Quizás te interese: "Historia de la Psicología: autores y teorías principales"
3. La Ilustración (siglo XVIII)
En el siglo XVIII tendría especial importancia un movimiento que revolucionaría la política, la sociedad y la economía: la Ilustración. Es una corriente filosófica que resume a la perfección la Edad Moderna, aunque irónicamente fue la que precipitó su final. Los ilustrados afirmaban que todos los seres humanos nacen iguales, sostienen la primacía de la razón y deben ser sujetos con libertad.
Los ilustrados no eran partidarios del absolutismo, puesto que ese tipo de sistema monárquico se basaba en la primacía del rey por encima del resto de los ciudadanos. Si bien no todos los monarcas fueron sensibles a estas opiniones, los que sí hicieron caso a los ilustrados optaron por retocar un poco el sistema, dando lugar al despotismo ilustrado cuya filosofía era “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
- Artículo relacionado: "Revolución Científica: ¿qué es y qué cambios históricos trajo?"
4. Final de la Edad Moderna
Al contrario de lo que sucede con el año de su inicio, parece ser que el final de la Edad Moderna es algo que goza de bastante consenso entre los historiadores, poniéndola con el desarrollo de la Revolución Francesa.
En el año 1789 los franceses acabaron con la monarquía absolutista de Luis XVI de la forma más salvaje que jamás se hubiera podido imaginar un rey quien, al igual que el resto, se consideraba un escogido por Dios: decapitado. Este acontecimiento no fue meramente un cambio de gobierno o de sistema político, sino que marcó el comienzo del final del Antiguo Régimen y el inicio de la Edad Contemporánea (en la que nos encontramos, por cierto).
La Ilustración tuvo mucho que ver en estos trágicos sucesos para los Borbones franceses. Hambrientos de libertad, igualdad y fraternidad, y también de comida puesto que vivían en la más extrema pobreza, las clases bajas se rebelaron contra las injusticias perpetradas por el clero y la nobleza.
Tras el triunfo de la Revolución Francesa, la calma no llegó a Francia. De hecho, se extendió el espíritu revolucionario al resto de Europa, motivando varios conflictos y crisis políticas.
El gobierno francés, republicano tras la ejecución de Luis XVI fue tomado por diferentes facciones cuyo poder implicó el paso de varias etapas, más o menos violentas, que no se “calmaron” con la llegada de Napoleón Bonaparte tras llevar a cabo un golpe de Estado (1799).
Amado por unos y odiado por otros, el general de origen corso logró ocupar militarmente buena parte del continente europeo. Según él, el objetivo de su ocupación era conseguir que el resto de países europeos aplicaran las ideas revolucionarias francesas, aunque el hecho de que se proclamase emperador no conseguía convencer a la población de que esas fueran sus verdaderos ideales.