Psicología de la alimentación: definición y aplicaciones
La psicología y la alimentación son dos disciplinas que están ligadas, igual que lo están la psicología y el deporte.
Es por eso que, en los últimos años, cada vez existe una mayor conciencia de cómo la alimentación afecta a nuestro estado emocional o cómo nuestro estado estado emocional afecta a lo que comemos.
En este artículo haremos un repaso de los aspectos más importantes de la psicología de la alimentación y explicaremos en qué consiste y en qué ámbitos se aplica.
La psicología aplicada a la alimentación y su utilidad
Lo cierto es que si una mentalidad positiva afecta al rendimiento deportivo óptimo, la gestión de las emociones es determinante a la hora de seguir un plan dietético. Pero los factores psicológicos no solamente son importantes para la adherencia a la dieta (si nuestro objetivo es perder peso puesto que la obesidad está afectando a nuestra salud), sino que la psicología aporta también conocimiento sobre cómo podemos maximizar la experiencia a la hora de comer.
De hecho, comer no es solamente un acto instintivo, sino que entran en juego los cinco sentidos además de ciertos aspectos psicológicos como las expectativas, la memoria o las emociones. Esto causa que cada vez se está prestando más importancia a la neurogastronomía, pues comer con el paladar es un acto del cerebro, y cada individuo tiene una interpretación única y subjetiva sobre los sabores.
En este sentido, la psicología de la alimentación no solo se aplica para mejorar el bienestar de las personas, sino que los restaurantes, por ejemplo, hacen uso de la psicología ambiental para que los clientes estén más satisfechos con lo que comen e incluso consuman más.
Dieta y psicología: ¿cuál es la relación?
La relación entre la nutrición y la psicología se vuelve especialmente importante en aquellos casos en los que algún individuo tiene serias dificultades para poder cumplir objetivos, porque muchas veces una persona puede tener la motivación alta al principio, pero a medida que avanzan las semanas la adherencia se hace más difícil.
Uno de los profesionales más conocidos por sus investigaciones y por aportar datos científicos sobre los trucos psicológicos que pueden ser muy útiles a la hora de perder peso es Brian Wansink, de la Universidad de Cornell. Tal es su fama que incluso ha sido reclutado por la Casa Blanca para elaborar las guías nutritivas y de alimentación en Estados Unidos.
Seguramente, muchos individuos desconozcan la importancia de la psicología de la alimentación, pero las investigaciones científicas han demostrado que practicar ejercicio y seguir una dieta no son suficientes para mantener los resultados a largo plazo. En realidad, en los casos de obesidad, existe un alto porcentaje de fracaso si no se tienen en cuenta las variables psicológicas como las emociones, las expectativas o las creencias en el tratamiento.
- Puedes profundizar en esta temática en nuestro artículo: “Las emociones son el principal obstáculo para perder peso”
Salud mental y alimentación
Las emociones, sin duda, son clave en la adherencia a una dieta, y por eso los expertos recomiendan el tratamiento integral en los casos de obesidad. Es decir, especialmente en estos casos, la presencia de un psicólogo es indispensable.
Pocos dudan de la importancia del entrenamiento físico y la nutrición en estos casos, pero la figura del psicólogo es imprescindible igual que la del preparador físico y el nutricionista, porque la obesidad se asocia a muchos problemas psicológicos como la depresión, el trastorno por atracón o la ansiedad.
Por tanto, este contexto tan variado y complejo exige un tratamiento en el que debe priorizar un programa multidisciplinario, en vez de soluciones separadas. En este sentido, la terapia cognitivo conductual ha demostrado ser muy efectiva, y puedes comprobarlo en nuestro artículo: “La aplicación de la Terapia Cognitivo-Conductual en el tratamiento de la obesidad”.
La alimentación emocional
Es frecuente que muchas personas reciban educación en alimentación y sepan qué comer y qué no comer, sin embargo, son incapaces de alimentarse de manera saludable pese a desearlo.
Esto ocurre muchas veces no solo por las creencias irracionales o los objetivos poco realistas, sino por un bajo estado de ánimo. Las personas, cuando estamos deprimidas, estresadas o ansiosas, comemos descontroladamente: o bien nos atragantamos cuando estamos tristes o comemos poco y mal en momentos estresantes.
Ahora bien, si nuestro estado anímico afecta a alimentación, la alimentación también afecta a nuestro estado anímico**. Cuando estamos más nutridos gozamos de una mayor atención, concentración y nivel de energía**, pero además, algunos expertos afirman que algunos nutrientes como el triptófano (precursor de la serotonina, la conocida como hormona de la felicidad) también nos hacen sentir mejor. El triptófano se encuentra en algunos alimentos como, por ejemplo, el queso, el pollo o el chocolate.
Neurogastronomía: qué es
La última tendencia en psicología de la alimentación es lo que se conoce como neurogastronomia pues, en realidad, comer con el paladar es un acto del cerebro. En este sentido, las neurociencias aplicadas a la alimentación también son una realidad.
Así pues, el avance científico y tecnológico ha permitido conocer con mayor profundidad cuáles son los procesos que se desarrollan en nuestro cuerpo y nuestra mente alrededor de la comida, porque comer no es solamente un acto instintivo, sino que entran en juego los cinco sentidos, además de ciertos aspectos psicológicos como las expectativas, la memoria o las emociones.
La alimentación nos aporta los nutrientes necesarios para que nuestros órganos funcionen correctamente. No obstante, también comemos por otros motivos, por ejemplo, cuando nos reunimos con amigos para disfrutar de una gran velada.
- Si deseas saber más sobre la neurogastronomía, puedes leer nuestro artículo: “Neurogastronomía: comer con el paladar, un acto del cerebro”
Algunos datos científicos que aporta la psicología
Se han llevado a cabo muchos estudios sobre la influencia de la psicología a la hora de comer. Algunas de estas investigaciones afirman que:
- La música ambiental del local donde comemos ejerce una gran influencia en cómo valoramos el sabor de la comida.
- El color rojo aumenta el apetito, por eso algunas marcas como McDonald’s, Pizza Hut, KFC y Wendy’s emplean este color en sus logotipos e instalaciones.
- El color del recipiente donde se sirven los alimentos y las bebidas realza el sabor o el aroma.
- En un ambiente relajado y más sofisticado las personas comen menos
- Con un ambiente más estimulado las personas comen más rápido.
- La música rock de fondo hace que comamos más rápido y, por tanto, consumamos más calorías.
- La luz brillante y el color amarillo hace que comamos más rápido y más cantidad de comida.
- Los restaurante bien iluminados hacen que pidamos gran cantidad de comida basura.
- Los ruidos molestos hacen que comamos más rápido, de manera poco placentera y descontrolada.
- Ver la televisión nos distrae y hace que comamos más.