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¿Cómo se expresa la adicción a las benzodiacepinas?


La línea que separa lo que consideramos psicofármacos de aquello que solemos llamar “drogas” es más borrosa de lo que parece. De hecho, técnicamente, los psicofármacos son drogas, si bien culturalmente su uso no está asociado a lo moralmente incorrecto.

Sin embargo, hay casos en los que las sustancias usadas en medicina pata tratar patologías pasan a ser drogas también en el sentido negativo del término, generando un proceso de dependencia y degradación de la salud por su uso constante. Aquí veremos cómo un tipo concreto de psicofármaco de tipo ansiolítico, las benzodiacepinas, pueden producir adicción.

¿Qué son las benzodiacepinas?

Las benzodiacepinas son un conjunto de psicofármacos usados, normalmente, por sus efectos ansiolíticos y sedantes. Esto significa que contribuyen a disminuir la intensidad de la actividad nerviosa, algo útil para, por ejemplo, ayudar a las personas con problemas de ansiedad o de insomnio. Así, su uso produce una sensación de relajación que también se expresa en un cambio en los patrones de comportamiento observables.

Existen muchos tipos de benzodiacepinas con mecanismos de acción distintos, pero por lo general se considera que su efecto característico en el cuerpo humano viene dado por su papel agonista del GABA; esto significa que potencia la influencia de este neurotransmisor, que es conocido por ser inhibidor de la actividad de las neuronas. Dicho de manera resumida, el consumo de benzodiacepinas aumenta las probabilidades de que muchas neuronas de ciertas partes del cerebro tiendan a estar menos activas de lo que estaban antes.

Por otro lado, las benzodiacepinas fueron introducidas en el mercado de fármacos entre otras cosas para sustituir a los barbitúricos, los cuales tienen más efectos secundarios y tienen un mayor potencial adictivo. Sin embargo, como veremos, la adicción a las benzodiacepinas es también una realidad.

Características de la adicción a las benzodiacepinas

Estos son los fenómenos que vienen de la mano de la adicción a las benzodiacepinas.

1. Tolerancia

Tal y como ocurre con todas las drogas con potencial adictivo, el uso de benzodiacepinas puede producir tolerancia a esta sustancia, lo cual significa que con el paso del tiempo la persona necesita consumir una mayor cantidad para obtener los mismos efectos. Este fenómeno hace que muchas personas pierdan el control de sus hábitos de toma de este medicamento y empiecen a tomarlo sin medida, lo cual a su vez dispara la intensidad de la adicción. El hecho de seguir las indicaciones del médico es fundamental a la hora de minimizar el riesgo de que esto ocurra.

2. Síndrome de abstinencia de las benzodiazepinas

El síndrome de abstinencia de las benzodiazepinas se da muchas veces cuando se interrumpe el consumo de este fármaco o cuando se ajusta a la baja la dosis a tomar de un modo demasiado abrupto: una vez más, la existencia de este fenómeno muestra hasta qué punto hay que seguir siempre las indicaciones del profesional de la salud a la hora de usar estos fármacos.

Por otro lado, el síndrome de abstinencia de las benzodiazepinas está conformado por un conjunto de síntomas que generan malestar y que en los casos más extremos incluso pueden entrañar peligros para la salud o resultar letales.

Por lo general, este síndrome puede ser entendido como una especie de “efecto rebote”, lo que significa que como el organismo se ha acostumbrado a la presencia de benzodiacepinas en su sistema, al dejar de consumir la sustancia, se produce un desequilibrio en el que los procesos biológicos y psicológicos asociados a la alta activación nerviosa no tienen nada que las contrarreste: por eso, se producen el insomnio, los altos niveles de ansiedad, la irritabilidad, y en los casos graves, incluso convulsiones o un colapso generalizado del funcionamiento del cuerpo.

3. Uso de las benzodiacepinas para compensar los efectos de otras drogas

La investigación científica realizada acerca de las adicciones muestra que las personas que han desarrollado trastornos por consumo de sustancias son mucho más propensas a volverse adictas a otras sustancias que la media de la población. Es decir, que la existencia de una adicción a drogas incentiva la aparición de otra.

En el caso de la dependencia de las benzodiacepinas esto es relevante, ya que se sabe que muchos adictos a drogas estimulantes usan las primeras para intentar contrarrestar los efectos de las segundas; por ejemplo, cuando las anfetaminas han generado un estado de malestar debido a la alta sensibilidad a cualquier estímulo. De este modo, ambos tipos de sustancia psicoactiva van reforzando la consolidación de la adicción de la otra.

4. En casos extremos, mayor propensión a la violencia

Podría resultar contraintuitivo pensar que el consumo de sustancias inhibidoras de la actividad nerviosa, como es el caso de las benzodiacepinas, sea capaz de dar pie a una mayor predisposición al comportamiento violento. Y sin embargo, estadísticamente ocurre: si bien cada persona es un mundo y los casos deben ser analizados individualmente, se sabe que quien consume esta clase de sustancias tiene más probabilidades de terminar adoptando patrones de conducta de tipo agresivo.

¿A qué se debe eso? La clave está en no centrarnos en los efectos inmediatos del consumo de las benzodiacepinas, sino en la adicción en sí que generan. Lo importante no es la simple interacción entre las neuronas y las moléculas que constituyen el principio activo de las benzodiacepinas, sino el modo en el que la dependencia, sin la adecuada ayuda profesional, vuelve a las personas más desesperadas y proclives a tomar decisiones impulsivas para desprenderse del malestar por abstinencia.

Al ser la prioridad volver a tener droga, todo lo que se interponga en el camino del consumo es visto como un problema, incluyendo muchas personas. Por eso, buens parte del trabajo realizado en terapia para personas con adicciones tiene que ver con la gestión del malestar.

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