¿Cuáles son los efectos psicológicos de la serotonina?
El estado de la salud mental poblacional es un problema a nivel global. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 300 millones de personas en el mundo sufren depresión, mientras que 260 millones de pacientes muestran algún tipo de cuadro de ansiedad.
Una de cada 4 personas sufrirán un trastorno mental a lo largo de su vida y, por desgracia, la mayoría de los pacientes en los países de bajo ingreso no tendrán acceso a un tratamiento adecuado.
Con estas cifras en la mano, se evidencia la necesidad de investigar en el ámbito psiquiátrico y psicológico para tratar los problemas emocionales, pero también en el biológico para comprender las bases bioquímicas que los fomentan (o provocan). Aunque nos cueste reconocerlo al ser seres pensantes, no cabe duda de que los humanos somos nuestra química y, por tanto, estamos a merced de las rutas metabólicas de nuestro organismo y de la carga genética que nos define como individuos.
Con base en esta premisa, aquí nos centraremos en diseccionar la naturaleza de la serotonina, un neurotransmisor que se sintetiza a partir del triptófano en animales y plantas, interviniendo en una infinidad de procesos fisiológicos y psicológicos.
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La serotonina y el organismo humano
La serotonina o 5-hidroxitriptamina (5-HT) es un neurotransmisor que se encuentra, principalmente, en el tracto intestinal y las plaquetas sanguíneas (el 90% del total), mientras que el 10% restante es sintetizado en las neuronas cerebrales. Este neurotransmisor es de esencial importancia en la conducta humana, pues participa en procesos tales como los comportamientos en el día a día, las emociones y la memoria.
Vamos a explorar qué es lo que hace esta sustancia química a nivel emocional en los pacientes en las siguientes líneas, pero antes vemos de interés exponer algunos órganos/procesos patológicos que se ven afectados por ella.
1. Coagulación
La serotonina promueve la coagulación cuando hay una herida, pues las plaquetas viajan a la lesión y la liberan en ella. Al ser un neurotransmisor asociado a la activación nerviosa en general, la serotonina promueve la liberación en el torrente sanguíneo de este tipo de células para prevenir problemas causados por heridas al experimentar con el entorno.
2. Vasoconstricción
La vasoconstricción que este neurotransmisor produce evita que el paciente se desangre.
Por lo general, esta reducción del perímetro de los vasos sanguíneos se produce en los más cercanos a la piel, pues son los que más se exponen al riesgo de recibir heridas por parte de elementos externos; esta es una adaptación para sobrevivir en entornos hostiles.
2. Arritmias cardíacas
La 5-HT incrementa la entrada de calcio en los miocitos, lo que en exceso se traduce en contracciones aceleradas del corazón. Los temblores, nerviosismo e inquietud son otros síntomas de exceso de serotonina, si bien en ellos se ven implicadas otras causas, como por ejemplo nuestra reacción ante los primeros síntomas.
3. Epilepsia
Un exceso de serotonina en el ámbito neuronal se asocia a convulsiones y, por ende, a las enfermedades epilépticas. Sin embargo, esto no significa que la serotonina sea en sí mala; se trata de un problema cuantitativo, pues como hemos visto, en la gran mayoría de las ocasiones este neurotransmisor no solo es un elemento normal y natural en nuestro cuerpo, sino que además resulta beneficioso para nosotros.
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4. Procesos metabólicos y endocrinos
Una concentración alta y prolongada de serotonina circulante reduce la densidad mineral de los huesos, pero por lo general este tipo de mecanismo biológico raramente da lugar a problemas por fragilidad ósea.
Los efectos psicológicos de la serotonina
Con todos estos datos, podrás comprobar que la serotonina tiene múltiples funciones a nivel corporal, algunas buenas a corto plazo y otras que se pueden tornar negativas si permanecen en el tiempo. Un déficit de serotonina se asocia a personas apáticas, tristes y desanimadas, mientras que un exceso se vincula al nerviosismo, sudoración, temblores, ansiedad y otros eventos. ¿Cuánto tiene esto de cierto?
El artículo científico Understanding the role of serotonin in psychiatric diseases, publicado en la revista médica F1000 Research, nos ayuda a entender los efectos de la serotonina a nivel psicológico individual de forma fehaciente. Antes de afirmar que “la serotonina es el compuesto de la felicidad”, debemos cimentar nuestro conocimiento con datos.
En primer lugar, es necesario destacar que existen claras evidencias científicas capaces de vincular las disfunciones serotoninérgicas en diversas patologías psiquiátricas. Algunas de ellas son las siguientes: depresión, desórdenes de ansiedad, problemas con la comida, esquizofrenia, autismo y conductas agresivas, entre otros. Exploremos algunas de estas causalidades.
1. Serotonina y depresión
Los niveles bajos de serotonina circulante se han asociado históricamente a la depresión, pero no está del todo claro qué va primero. ¿Es la depresión causa de la falta de serotonina, o la falta de serotonina ocurre por el estado depresivo continuado?
Más allá de este debate, la World Psychiatric Association (WPA) tiene cosas que decir con respecto a esta correlación. En el artículo de revisión What has serotonin to do with depression?, esta organización profesional pone en duda la histórica (y poco fundamentada) relación absoluta y tajante entre la depresión y la serotonina. Las personas sanas que son privadas de triptófano en su dieta (el precursor de la serotonina) no muestran tendencias depresivas, así que la causalidad cae sola por su propio peso.
Sí que hay casos en los que la falta de serotonina o de su funcionamiento puede fomentar la depresión en pacientes con ciertos rasgos concretos, pero esta realidad no es ni necesaria ni obligatoria. Hasta cierto punto, en el ámbito psiquiátrico, decir que la falta de serotonina causa depresión se considera faltar a la verdad.
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2. Serotonina y ansiedad
Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) son fármacos que se utilizan para los tratamientos de la ansiedad crónica, así que está claro que este neurotransmisor juega algún papel en su aparición.
De todas formas, nos encontramos una traba similar al caso anterior: algunos estudios con modelos animales le otorgan a la serotonina propiedades ansiolíticas, mientras que otros argumentos la colocan como ansiógena. Esto no es necesariamente malo ni refleja mentiras, pues solo pone en evidencia la complejidad del neurotransmisor que tenemos entre manos.
Estudios como The serotonergic system and anxiety exploran los claros papeles de la serotonina y sus concentraciones sobre el desarrollo de los circuitos serotoninérgicos y las respuestas de ansiedad en modelos animales, pero aún queda mucho camino por recorrer.
3. Serotonina y esquizofrenia
Las hipótesis que vinculan la serotonina a la esquizofrenia señalan su papel trófico durante el desarrollo y las interacciones que este neurotransmisor tiene con el sistema dopaminérgico. Por ejemplo, tal y como indica la revisión médica The Neurobiological Basis of Schizophrenia, se ha sugerido en los últimos años un aumento del tono serotoninérgico central en los pacientes con esquizofrenia.
Se postula que estos enfermos presentan una hipofunción dopaminérgica en la corteza prefrontal debido, en parte, a la acción inhibidora del exceso de serotonina en ese nivel concreto. Por esta razón, los fármacos inhibidores de la serotonina mejorarían en estos pacientes clínicos sus síntomas.
La serotonina y su complejidad no son fáciles de estudiar
Con todas estas líneas hemos visto que, en el mundo de la ciencia, no todo es lo que parece. La serotonina se conoce como el “neurotransmisor de la felicidad”, pues su liberación excesiva tras el consumo de ciertas drogas o la vivencia de eventos extremadamente placenteros se asocia a la alegría y euforia momentáneas. Esta correlación está bastante clara, pero explorar los efectos de este neurotransmisor a largo plazo en pacientes con desórdenes psicológicos es una cuestión completamente diferente.
Incluso la base más establecida de todas (menos serotonina se traduce en depresión) se pone en duda a día de hoy por organismos profesionales, pues esta causalidad no siempre se cumple.
Por otro lado, tampoco hay por qué alarmarse ante la idea de que la serotonina participe en el desarrollo de trastornos psicológicos y psiquiátricos. Teniendo en cuenta que esta sustancia es uno de los principales neurotransmisores del cerebro y que está presente en todo nuestro Sistema Nervioso Central, lo raro sería que se mantuviese totalmente al margen del surgimiento de estos fenómenos. Que participe más o menos directamente en psicopatologías no implica que la presencia de la serotonina en nuestro cuerpo sea un problema.
Así pues, es recomendable que mantengas un pensamiento crítico y busques siempre fuentes profesionales a la hora de informarte sobre los efectos que tienen las distintas hormonas y compuestos sobre tu cuerpo. No todo está tan claro como parece y, en muchos casos, se le atribuyen propiedades milagrosas a ciertos químicos para sacar rédito. En el organismo humano, la complejidad y multifuncionalidad priman por encima de cualquier fórmula irrefutable.