La importancia de los hábitos saludables para el equilibrio psicológico
La salud mental es un aspecto de nuestras vidas que no existe únicamente “en nuestra cabeza”: está íntimamente ligado a nuestra manera de relacionarnos con el mundo y con los demás, y también con nuestro propio cuerpo.
Dicho de otro modo, el estado mental que podemos tener en un momento determinado no es algo aislado que surja por sí mismo en nuestra consciencia generándonos malestar o bienestar, sino que depende en gran medida de cómo interactuamos con lo que nos rodea y con las actividades que llevamos a cabo, como pueden ser las rutinas saludables. Por eso, en este artículo encontrarás varios ejemplos del modo en el que los hábitos saludables fomentan un correcto equilibrio psicológico.
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¿Cómo influyen los hábitos saludables en nuestro equilibrio psicológico?
Este tipo de hábitos que contribuyen a nuestra salud tanto física como mental también son esenciales para lograr un equilibrio psicológico que nos permita vivir felices y en paz con nosotros mismos.
1. Estructurar nuestro día a día
Los hábitos saludables, aplicados a nuestro estilo de vida de manera regular, dotan a nuestra jornada de estructura, de regularidades en nuestro horario semanal. Por eso, nos permiten organizarnos y tener estructurado cada uno de nuestros días o bien entre semanas, algo que nos ayuda a centrar nuestra atención en otras cosas que resultan novedosas y que sí requieren de nosotros que nos esforcemos por decidir qué hacer en un momento concreto.
Saber qué actividad debemos llevar a cabo y qué esperar en cada día nos ayudará a tener claro nuestro planning diario, nos permite centrarnos en los problemas o necesidades importantes que vayan surgiendo en el día sin preocuparnos por las rutinas que ya sabemos que nos funcionan. Y eso evita que nos desgastemos mucho psicológicamente por tener que estar siempre dudando acerca de cómo usar nuestro tiempo disponible.
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2. Dormir bien
Dormir es una de las actividades más importantes para cualquier ser humano, ya que nos permiten descansar durante la noche y recargar la energía necesaria para afrontar un nuevo día.
Unos buenos hábitos de sueño se basan en tener un horario fijo para acostarse; de este modo el cerebro se acostumbra a través del hito a “apagarse” progresivamente a la misma hora del atardecer o de la noche.
Dormir cada noche unas 7 u 8 horas nos ayuda a prepararnos física y mentalmente. Además de eso, nos hace menos susceptibles al estrés, a la ansiedad, a los problemas para concentrarnos y por consiguiente evita que estemos en un estado muy irritable.
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3. Comer bien
Unos hábitos alimenticios saludables también tienen una incidencia directa evidente en nuestra salud mental y en nuestra búsqueda del equilibrio psicológico.
Comer bien nos hace menos proclives a adquirir un estilo de vida sedentario (por la falta de energía que causan en el organismo los déficits alimenticios) y eso previene que desarrollemos alteraciones psicológicas del estado de ánimo.
Algunas de estas alteraciones pueden ser los síntomas depresivos y las alteraciones asociadas al aislamiento social y a la falta de estímulos y de actividades que nos emocionen.
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4. Hacer ejercicio
Hacer ejercicio de manera recurrente nos ayuda a desconectar de las obsesiones y los pensamientos intrusivos que a veces nos asaltan de manera imprevista y afectan negativamente a nuestra salud mental.
El consumo calórico, la sudoración y la liberación de endorfinas y hormonas de todo tipo al torrente sanguíneo que posibilita el ejercicio físico intenso nos genera una sensación de bienestar una vez finalizado que contribuye muy positivamente a nuestra salud mental.
Además de eso, la relajación y desconexión que posibilita la actividad deportiva nos ayuda a adquirir otros puntos de vista sobre nuestros problemas y nos permite valorarlos desde otra óptica y sin caer siempre en el mismo estilo de pensamiento negativo.
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5. Mantenernos hidratados
Al igual que sucede con la comida, unos buenos hábitos de hidratación son otra de las formas más saludables que existen para lograr tener un equilibrio tanto en el organismo como en nuestra salud mental. Si falta agua en nuestro organismo, nuestros niveles de estrés se disparan y nuestro cerebro entra e modo “emergencia” algo que tiene un impacto negativo en nuestro equilibrio emocional.
La investigación científica ha demostrado que mantener unos niveles óptimos de hidratación mejora tanto la salud física como el buen humor de la persona y previene varias alteraciones psicológicas.
6. Socializar
Los seres humanos somos animales sociales, lo que significa que necesitamos la compañía de otras personas para ser felices en nuestro día a día y desarrollarnos en total normalidad.
Socializar nos ayuda a ver las cosas desde otros puntos de vista y ello nos permite tener una percepción de las cosas más ricas en matices, lo cual ayuda a no caer siempre en explicaciones muy simples de lo que pasa en nuestra vida y que nos pueden general malestar.
Algunas de las ideas recurrentes que podemos tener en la cabeza y que otras personas nos ayudan a superar pueden ser, por ejemplo, creer que uno no vale para lograr nada en la vida, culparnos de todo lo malo que nos pasa o, por el contrario, tener una visión demasiado elevada de nosotros mismos que no se corresponde con la realidad.
7. La importancia del tiempo libre
El tiempo libre es esencial para cualquier persona, ya que es el período en el que se pueden desconectar de las preocupaciones o exigencias del día a día en el trabajo o a nivel social o familiar.
Tener actividades con las que poder disfrutar en el tiempo libre como los hobbies o las aficiones de todo tipo nos ayuda a realizarnos como personas, nos permite tanto descansar del día a día como recobrar fuerzas para la siguiente jornada de trabajo.
Algunas de las actividades favoritas que podemos poner en práctica en nuestro tiempo libre son tanto las deportivas como las sociales y también aficiones como ver series, pintar, leer, ver películas, jugar a juegos de mesa o a videojuegos.
8. Actividades intelectuales
Existen muchas actividades intelectuales que ponen a prueba nuestras capacidades cognitivas y nos ayudan a mejorar nuestra agilidad mental, algo muy útil para afrontar las exigencias del día a día sin estresaros.
La práctica diaria de actividades como leer, estudiar un idioma, hacer un sudoku o realizar todo tipo de actividades que requieran un esfuerzo intelectual determinado también se encuentran entre los hábitos saludables que pueden mejorar nuestra salud mental.
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