Centrarse en los valores personales para dejar de fumar
El consumo de tabaco es la principal causa de enfermedad y muerte evitable. Solo en España ya se producen 58.000 muertes anuales asociadas al tabaco.
El tabaquismo mata prematuramente a la mitad de sus consumidores, causa múltiples problemas de salud a las personas expuestas y lleva a las personas infectadas de COVID-19 a ingresar en cuidados intensivos con mayor frecuencia.
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Es posible dejar el tabaco desde la gestión de los valores
El consumo prolongado de la nicotina produce una adicción, y por lo tanto el cese brusco del consumo dispara un síndrome de abstinencia que se caracteriza por los siguientes síntomas: irritabilidad, frustración, rabia, ansiedad, dificultad para concentrarse, aumento del apetito, intranquilidad, estado de ánimo deprimido e insomnio.
Es decir, inicialmente, cuando uno trata de retirar de su día a día el tabaco, siente una fuerte protesta por parte del cuerpo, que estaba habituado a esa sustancia. Esta es una de las razones por las que abandonar el tabaco es difícil, pero con el acompañamiento adecuado dejar el tabaco es posible.
Abandonar una adicción supone pasar por una serie de fases
El abordaje psicológico del hábito de fumar consiste inicialmente en evaluar cómo se ha desarrollado este hábito; esto incluye conocer qué factores están manteniendo el consumo del tabaco.
Conociendo los motivos que explican por qué la persona sigue fumando, podemos incidir sobre esos disparadores, muchas veces automatizados.
La persona que padece una adicción (ya sea al tabaco o a alguna otra sustancia) se mueve por una serie de fases: precontemplación, contemplación, preparación para el cambio, acción, mantenimiento y, cuando esto ocurre, recaída.
La evaluación inicial del caso nos permitirá conocer en qué fase de este proceso se encuentra la persona, y esto es fundamental, porque dependiendo de esto la terapia se orientará de una u otra forma, siendo el objetivo acompañar al paciente air avanzando por las sucesivas fases hasta que consiga abandonar por completo el tabaco y convertirse en exfumador.
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Dejar de fumar implica lidiar con la ambivalencia
El fumador está dividido entre las ansias de fumar (craving) y las razones que le impulsan a dejar de fumar. En esta lucha es útil recordar que la motivación es un estado, no es un aspecto estable; esto significa que la motivación fluctúa en función de lo que la persona siente, piensa y hace.
Hay disparadores internos (librarse de la ansiedad) y externos (verse expuesto a situaciones asociadas al tabaco). Interiorizar los motivos por los cuales una persona se decide a dejar de fumar es fundamental, porque los valores son más estables que la motivación y pueden servir como algo sólido y estable a lo que aferrarse.
Es como si estuviéramos en un barco en medio de una tormenta; las olas que zarandean y agitan, los fuertes vientos y la inestabilidad representarían las sensaciones desagradables asociadas al síndrome de abstinencia, pero si tenemos una buena ancla, por muy fuerte que sea el oleaje, el barco no se hundirá.
Esta ancla representa nuestros valores: cuidar mejor de nuestros hijos, gozar de una mejor salud, aumentar nuestra esperanza de vida para ver crecer a nuestros nietos, demostrarnos que podemos lograr cosas difíciles, mejorar nuestro rendimiento en el deporte, tener un hogar libre de malos olores donde nuestros amigos y familiares puedan sentirse cómodos, disponer de más dinero para las cosas realmente importantes, o cualquiera que sean nuestros motivos para dejar el hábito del tabaco.
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La Terapia de Aceptación y Compromiso, un abordaje útil para dejar de fumar
La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), es un enfoque terapéutico que sostiene que un gran número de problemas psicológicos, muy diferentes entre sí, comparten una característica común, y es que la persona padece una serie de malestares (ansiedad, tristeza, alucinaciones, dolores o deseo de consumir) y trata, de múltiples maneras, de reducir estas experiencias desagradables. A corto plazo los intentos de controlar el malestar pueden ser útiles, pero a largo plazo llevan a exacerbar los síntomas y, más importante aún, a desatender aquellas cosas que le resultan importantes y valiosas.
En el caso que nos ocupa, muchos fumadores fuman para evitar situaciones desagradables como la ansiedad, el nerviosismo, la inseguridad en situaciones sociales, o el aburrimiento.
Este tipo de abordaje psicoterapéutico pretende ayudar al paciente a examinar la utilidad de sus intentos de control del malestar y evidenciar que, a largo plazo, esas estrategias son inefectivas. El objetivo, por lo tanto, no es tanto que el paciente no lopase mal, sino que aprenda a tolerar el malestar para que los intentos de control no le lleven a alejarse de las cosas que realmente le importan.
Clarificar estas cosas realmente importantes es crucial; de este modo los valores de la persona que pretende dejar el tabaco pasan a ser la nueva brújula, siendo el compromiso de dejar de fumar una decisión deliberada, tomada desde la libertad, notanto desde otros factores menos consistentes como el miedo a las consecuencias del tabaco o el deseo de contentar a alguien.