Mareos por ansiedad: cómo aparecen y cómo combatirlos
La ansiedad es uno de los trastornos o alteraciones mentales más prevalentes a nivel mundial. De hecho, es tan frecuente que probablemente la mayoría de nosotros habremos notado o notaremos alguna vez ansiedad ante algún acontecimiento o ante el estrés del día a día, no siendo tampoco extraño el haber vivido alguna crisis de ansiedad.
No es raro que cuando estemos ansiosos notemos molestias intestinales, malestar generalizado, taquicardias o hiperventilación, siendo síntomas físicos de nuestro elevado nivel de angustia. Otro de los síntomas que puede ocurrir es que aparezcan mareos. Si bien pueden aparecer por muchos motivos en ocasiones lo hacen ante un elevado nivel de tensión y angustia. Es decir, mareos por ansiedad, de los cuales vamos a hablar a lo largo de este artículo.
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Mareo y ansiedad: dos conceptos básicos
Antes de entrar a analizar porqué podemos llegar a marearnos por ansiedad y por tal de contextualizar la situación, vamos a recordar brevemente qué implica marearse y a qué le damos el nombre de ansiedad.
¿Qué es un mareo?
Damos el nombre de mareo a aquella sensación repentina de vértigo, embotamiento y estrechamiento de la conciencia que puede surgir en diversas situaciones y que cursa con una sensación de malestar, hipotonía muscular,y aparición de visión borrosa o efecto túnel. En ocasiones el mareo puede llegar a concluir en un desmayo o pérdida de consciencia, y si bien suelen ser súbitos a veces podemos notar previamente una ligera sensación de enlentecimiento mental, malestar general y/o agitación previos.
Son múltiples los motivos por los que podemos llegar a marearnos, como la deshidratación, la hipoglucemia o algunas enfermedades de mayor o menor gravedad, pero también es posible encontrar con cierta frecuencia que la vivencia de un estrés continuado, estados de ánimo extremos o ansiedad pueden llegar a provocarlos.
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La ansiedad
Por lo que respecta a la ansiedad, consideramos como tal a un estado de malestar generalizado y difuso que surge como reacción a la anticipación de algún posible mal o peligro que puede acontecer en un futuro, si bien no existe en el momento de su aparición ninguna estimulación directamente peligrosa. Se genera un estado mental y fisiológico caracterizado por un elevado nivel de afecto negativo y una elevada activación fisiológica.
La ansiedad se caracteriza por tener componentes cognitivos, fisiológicos y conductuales, generando respuestas en cada uno de estos niveles.
A nivel cognitivo afecta a la manera cómo vemos las situaciones y las emociones que nos despiertan. A nivel conductual afecta a lo que hacemos o dejamos de hacer para evitar la ansiedad con respuestas conductuales tales como los intentos de evitación o escape de las situaciones temidas. Y por último, a nivel de activación fisiológica el organismo reacciona a la ansiedad de diferentes maneras, como por ejemplo generando la presencia de aceleración cardíaca y respiratoria o con el síntoma que es origen del presente artículo: los mareos.
La presencia de ansiedad puede darse ante fenómenos muy diversos, siendo por lo general causada por la presencia de situaciones traumáticas o estresantes sobre las que no tenemos capacidad de control o la existencia de demandas ambientales excesivas para los recursos que consideramos tener. Suele ser consecuencia de algún tipo de estrés que genera una elevada activación, a la cual puede existir algún tipo de vulnerabilidad a nivel biológico.
Un concepto muy semejante sería el de angustia, si bien existe una pequeña diferencia: la angustia suele referirse más a la reacción física mientras que al hablar de ansiedad solemos hablar más de aspectos cognitivos y emocionales.
¿Cómo aparecen los mareos por ansiedad?
Como hemos ido comentando, uno de los posibles efectos de la ansiedad a nivel fisiológico es la aparición de mareos. Cuando esto ocurre nos encontramos que la vivencia de una emoción negativa, generalmente un estrés muy elevado continuado en el tiempo junto con miedo, generan una activación del sistema nervioso de tal manera que afecta al sistema nervioso simpático.
Se produce una activación que genera inicialmente una elevada sensación de tensión muscular en respuesta a un posible ataque o momento en que tengamos que defendernos. Asimismo también la respiración y el ritmo cardíaco se elevan, algo que hace que entre mucho más oxígeno de manera mucho más rápida con el fin de generar energía. Pero si el estresor no se reduce y continúa vigente finalmente nuestras reservas terminan por agotarse y el cuerpo no es capaz de mantenerse en tensión permanentemente, con lo que pueden aparecer pérdidas de tono muscular, malestar y mareos.
Entre otros aspectos la hiperventilación, en que nuestro respirar es acelerado y superficial, hace que los niveles de oxígeno que nos llegan no sean los óptimos, algo que favorece los mareos y el vértigo.
También el nivel de tensión muscular genera un gran gasto enérgico que puede llegar a hacer que el sistema se sobrecargue. También la presencia de taquicardias y una elevada presión arterial hará que, cuando estas bajen al no poder sostener dicho nivel eternamente, se produzcan mareos.
Los mareos por ansiedad, aunque molestos, no son peligrosos para la vida del sujeto. Sin embargo resulta recomendable tener en cuenta y descartar si pueden ser producto de algún otro tipo de afectación, especialmente si no ha sucedido nada recientemente que genere un nerviosismo continuado por nuestra parte.
A nivel neuronal estos mareos se explican por la activación de ellos núcleos del sistema vestibular (el cual trabaja con información sobre la postura corporal y el equilibrio y que está vinculado al mareo) y su conexión con el sistema límbico (que trabaja entre otros con información emocional, como la propia de la percepción del miedo y la ansiedad). Es concretamente en el núcleo parabraquial donde confluyen ambos sistemas, siendo este uno de los principales puntos que hacen que podamos sentir mareos cuando estamos nerviosos y ansiosos.
En esta alteración también se ven implicados diferentes neurotransmisores, como el cortisol o la histamina.
¿Cómo podemos evitarlos?
El hecho de que la causa de este tipo de mareos sea la presencia de ansiedad hace que podamos encontrar bastante lógica la manera de evitarlos: reducir o aprender a gestionar nuestro nivel de estrés y ansiedad de tal modo que no nos genere síntomas somáticos como el mareo.
Algunas de las metodologías más sencillas y básicas, y a la vez útiles, es la utilización de técnicas de relajación. Entre ellas destacan el uso de técnicas de respiración como la respiración diafragmática, o bien el uso de técnicas que unan esta con la tensión y relajación de grupos musculares, como la relajación muscular progresiva de Jacobson.
Otro aspecto destacable es el trabajar con las creencias y pensamientos generadores de ansiedad, si es necesario modificando y planteando interpretaciones alternativas de los sucesos con técnicas de reestructuración cognitiva. La decatastrofización o ponerse en el peor escenario posible para valorar la amenaza real de las preocupaciones también puede ser de utilidad.
Además de ello, también puede ser de utilidad trabajar con a nivel fisiológico con técnicas como el biofeedback, de tal manera que aprendamos a evaluar el estado y gestionar mejor nuestros procesos fisiológicos básicos (concretamente la respiración, la actividad cardíaca o la actividad muscular).
Finalmente cabe destacar la importancia de mantener el organismo hidratado y bien nutrido, así como descansar correctamente, de tal manera que nuestro estado físico dificulte el padecimiento de mareos.