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Bajas laborales por problemas psicológicos: qué son y cómo funcionan


Los seres humanos pasamos, aproximadamente, unas 9 horas al día en el entorno laboral. Esto quiere decir que más de la mitad de nuestra rutina “útil” (en la que no estamos durmiendo) corresponde al desempeño en el trabajo, las relaciones con los compañeros y distintas dinámicas de producción. Si una persona es infeliz este ámbito de su vida, difícilmente estará bien en cualquier otro.

Por este motivo, no nos cuesta reconocer que el trabajo es una clara fuente de estrés y ansiedad y propicia la aparición de otros cuadros de gravedad mayor, como la depresión. Los datos hablan por sí solos: en España, el 60% de los trabajadores sufren estrés derivado de su puesto y solo el 37% está contento con su nivel de conciliación. Es un hecho que las dinámicas laborales no suelen ser las adecuadas, por mucho que los trabajadores las aguanten.

Con base en esta premisa, vamos a ver qué papeles juegan el estrés, ansiedad y depresión en las bajas laborales.

Las bajas laborales por problemas psicológicos

En primer lugar, cabe destacar que cualquier motivo de baja laboral debe ser evaluado por un médico de atención primaria, en caso de que el percance sea una enfermedad común o un accidente no laboral (si se trata de una lesión en el entorno de trabajo, se acude a la Mutua). En lo referente a la depresión y otros problemas psicológicos, existen dos frentes de actuación con base en el origen del malestar:

  • Contingencias comunes: cuando el estresor o desencadenante del estado emocional es externo al lugar de trabajo (muerte de un ser querido, separación o cualquier otro motivo), la baja la gestiona un médico de atención primaria.
  • Contingencias profesionales: cuando el estresor o desencadenante del estado emocional se encuentra en el entorno laboral (estrés, acoso, mobbing, etc.) la baja la gestiona la Mutua.

Además, cabe destacar que es necesario estar dado de alta en la Seguridad Social y presentar cotizaciones previas, en el caso de que el motivo sea dado por contingencias comunes (en concreto, mínimo 180 días en un intervalo temporal de 5 años). También hay que hacer hincapié en que el diagnóstico es solo del paciente, así que no tiene obligación de comunicar a la empresa el motivo de su baja.

Una vez se ha realizado el diagnóstico y se ha llegado a la conclusión, la persona con depresión/estrés crónico o ansiedad generalizada puede permanecer de baja hasta un máximo de 12 meses, prorrogable por 6 meses más si los profesionales lo ven necesario y existe probabilidad de recuperación.

Entre el día 4 y 15 de la baja, el profesional cobra el 60% de su base de cotización, cifra que se estabiliza en un 75% constante a partir del día 16.

Baja laboral

Baja por ansiedad

Al fin y al cabo, el único que puede dictaminar si un cuadro concreto es una patología o un estado comprendido dentro de la normalidad es el profesional especializado en salud mental. De todas formas, no viene mal sentar una serie de bases en lo referente a los trastornos mentales que aquí nos atañen.

Sobre todo, la ansiedad “estado” y la ansiedad “patología” pueden causar confusión en la población general. Es normal sentir ansiedad durante unos días si se acerca un evento importante o si algo ha salido mal en el entorno laboral, ya que esta es una respuesta fisiológica esencial en el ser humano. Cuando sentimos peligro, se libera adrenalina en nuestro organismo, que fomenta el aumento de la frecuencia cardíaca, contrae los vasos sanguíneos y aumenta el ritmo respiratorio. Esto desemboca en una respuesta de lucha o huída, que dura poco tiempo.

Por otro lado, el cortisol se libera a largo plazo, y responde al estrés movilizando los nutrientes hacia los tejidos musculares y suprimiendo aquellos procesos que no son esenciales en el momento (como el sistema inmunitario o el correcto balance digestivo). Cuando el organismo se expone a cortisol de forma crónica sin un motivo concreto, aparecen los síntomas de ansiedad crónica, como problemas intestinales, dificultad de concentración, dolor en el pecho, problemas para descansar, calambres y otras cosas.

La diferencia entre rasgo y patología se encuentra en la duración del evento. Si la ansiedad dura unos días y está justificada, puede ser normal. El problema llega cuando no existe un agente estresor y la persona sigue estando ansiosa, con un malestar “de fondo” constante. En general, se baraja un trastorno de ansiedad generalizado (TAG) cuando la sintomatología se instaura por un periodo de 6 meses o más. La prevalencia del TAG se calcula entre el 3 y el 7% de la población general.

Baja por depresión

La depresión es una historia muy diferente, pues es mucho mejor pecar de precavido, acudir al médico y descartar el diagnóstico en todos los casos, antes que dejar que poco a poco la condición se vaya apoderando del bienestar individual. De todas formas, para que un paciente pueda ser diagnosticado con depresión, el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders nos otorga las siguientes pautas:

  • Estado de ánimo de tipo depresivo durante la mayor parte del día.
  • Una disminución marcada de placer al realizar actividades que antes se consideraban estimulantes.
  • Aumento o pérdida de peso significativa (más o menos del 5% de la masa corporal) o pérdida de apetito.
  • Insomnio.
  • Agitación y enlentecimiento psicomotor. Este signo debe ser observado por el entorno, no una autopercepción del paciente.
  • Pérdida de energía, sentimiento de fatiga.
  • Sentimiento de inutilidad y culpa excesiva.
  • Capacidad disminuida para pensar, concentrarse y dificultad marcada a la hora de tomar decisiones.
  • Intento de suicidio, pensamientos recurrentes de muerte o suicidio o la realización de un plan específico para suicidarse.

Para que el diagnóstico sea fiable, el paciente debe presentar al menos 5 de estos síntomas por un periodo de dos semanas mínimo, con la signología presente casi todos los días de la semana. Si te ves reflejado en estas líneas no dudes en acudir a un profesional médico. Ya no por la baja laboral, sino por tu bienestar como persona.

La importancia de la salud mental en el trabajo

La depresión es una de las causas principales de discapacidad laboral en todo el mundo, quizá solo superadas por los trastornos musculoesqueléticos (como la lumbalgia). Se estima que el 3% de las bajas a corto plazo son provocadas por cuadros depresivos y el 76% de quienes las piden son mujeres.

El acoso laboral, las expectativas irreales, el mobbing y otros muchos eventos pueden hacer de la vida en el trabajo un verdadero infierno. Todo ciudadano tiene derecho a pedir una baja cuando lo considere pertinente, pero ante todo, es necesario cortar de raíz los comportamientos, dinámicas y conductas que llevan al problema psicológico en primera instancia.