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Arsonfobia (miedo al fuego): causas, síntomas y tratamiento


A lo largo de la historia de la humanidad, el fuego ha ejercido un papel tanto de aliado como de enemigo del hombre. Gracias a él han sido posibles un gran número de avances e invenciones que han supuesto una mejora en el desarrollo de la humanidad.

Sin embargo, no podemos obviar la peligrosidad de este. Ya que mal controlado, puede llegar a ser mortal, de ahí el temor que suscita entre las personas. No obstante, cuando este temor se convierte en desmesurado puede que nos encontremos ante un caso de arsonfobia.

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¿Que es la arsonfobia?

Dentro del largo listado de fobias específicas existentes, la arsonfobia es aquel trastorno de ansiedad en el que la persona experimenta un miedo patológico al fuego o los incendios. Esta fobia también puede ser conocida bajo el nombre de pirofobia.

Como ocurre con el resto de trastornos de ansiedad específicos, cuando las personas con arsonfobia se enfrentan o piensan que deben enfrentarse al estímulo temido, se inician una serie de reacciones, tanto corporales como psicológicas, propias de estados de estrés y ansiedad muy elevados.

Resulta comprensible que una persona pueda experimentar cierto grado de temor ante la presencia de fuego y aún más ante un incendio, esto es considerado como un temor normal y adaptativo, que aparece como una respuesta de supervivencia. Sin embargo, si esta respuesta se generaliza a cualquier situación y es desproporcionada puede ser considera como una fobia específica, concretamente arsonfobia.

¿Cómo diferenciarlo de un miedo normativo?

Existen una serie de características concretas que nos permiten establecer una diferencia entre una reacción o respuesta habitual ante un peligro y una fobia o temor patológico. Para ello, deberemos de tener en cuenta qué consecuencias o efectos directos tiene este miedo en el día a día de la persona.

Por ello, en los casos en los que la persona padece arsonfobia, esta llegará a experimentar fuertes reacciones de ansiedad ante la aparición del estímulo fóbico o aversivo; en este caso el fuego. Además, es muy posible que este temor cause interferencias a la hora de llevar a cabo una vida normal, por lo que siempre resulta recomendable consultar con un profesional de la psicología.

Finalmente, es necesario tener en cuenta una serie de requisitos y cualidades propias de los trastornos de miedo, los cuales sirven para definir la fobia y posibilitar su diagnóstico. Estas cualidad son las siguientes.

1. Resulta un temor desproporcionado

Uno de los rasgos que diferencian un miedo natural de un temor desproporcionado, es que en la arsonfobia la sensación de miedo vivida es completamente desproporcionada en comparación con la amenaza real que supone el estímulo fóbico.

En este caso, la persona puede reaccionar de manera exagerada ante la percepción de una cerilla ardiendo o incluso ante un fogón de cocina encendido.

2. Es irracional

Los sujetos con arsonfobia son absolutamente incapaces de encontrar una explicación razonable y justificada a sus reacciones de temor. Hasta el punto de que, en muchos de los casos, la persona es perfectamente consciente de que el estímulo no resulta peligroso en sí pero aún así es incapaz de evitar que aparezca la respuesta de ansiedad ante este.

3. Es incontrolable

Finalmente, la tercera característica que define a un miedo fóbico es que este temor es absolutamente incontrolable para la persona con arsonfobia. Esto quiere decir que la persona no puede evitar la aparición de reacciones de ansiedad y temor, así como tampoco puede controlarlas mientras las experimenta.

Síntomas

Debido a que la arsonfobia es una más del listado de fobias específicas, su sintomatología es muy similar a la del resto de miedos patológicos de este tipo. El cuadro clínico se distingue por ser de naturaleza ansiosa y aparece cada vez que la persona se enfrenta o piensa en situaciones relacionadas con el fuego o los incendios.

Este cuadro clínico se clasifica en síntomas físicos, síntomas cognitivos y síntomas conductuales; los cuales suelen aparecer de manera automática y súbita, y solamente desaparecen cuando la persona ha conseguido huir o evitar el estímulo fóbico.

1. Síntomas físicos

Los primeros síntomas de los que es consciente el paciente con arsonfobia son los síntomas físicos. La aparición del estímulo fóbico, el fuego, provoca una hiperactividad del sistema nervioso de la persona la cual desencadena todo tipo de cambios y transformaciones en ella.

Entre los síntomas que pueden aparecer a lo largo de un episodio fóbico encontramos:

  • Incremento de la tasa cardíaca
  • Aumento de la tasa respiratoria
  • Sensación de ahogo o de falta de aire
  • Incremento de la tensión muscular
  • Dolor de cabeza
  • Problemas gastrointestinales como dolor de estómago o diarrea
  • Aumento de la sudoración
  • Vértigos y sensación de mareo
  • Náuseas y/o vómitos

2. Síntomas cognitivos

Otro grupo de síntomas que aparecen en la arsonfobia son los síntomas cognitivos. Estos consisten en una serie de creencias y especulaciones, que pueden llegar a ser obsesivas, en relación con el temor al fuego y los incendios.

Estos pensamientos e ideas distorsionadas favorecen el avance y desarrollo de la fobia y se distinguen porque la persona posee una serie de creencias ilógicas e irracionales acerca del peligro del fuego. Además, estos síntomas suelen ir acompañados de imágenes mentales de naturaleza catastrófica acerca de este elemento.

3. Síntomas conductuales

Como en el resto de trastornos de ansiedad específicos, la arsonfobia se acompaña también de síntomas conductuales. Estos síntomas se manifiestan a través de conductas de evitación y conductas de escape.

Las conductas de evitación hacen referencia a todos aquellos comportamientos o actos que la persona lleva a cabo para evitar encontrarse con el estímulo fóbico y así evitar la experimentación de sensaciones negativas. Un ejemplo puede ser la negativa a cocinar con fuego o a utilizar cualquier aparato de gas que pueda provocar un incendio.

Por otro lado, las conductas de escape se manifiestan cuando el sujeto no ha sido capaz de evitar en enfrentamiento con el estímulo fóbico, por lo que llevará a cabo cualquier conducta que resulte necesaria para escapar de la situación en la que se encuentra y le genera altos niveles de ansiedad.

Causas

A pesar de que en ocasiones resulta complicado determinar el origen concreto de una fobia, puesto que ni el propio paciente es capaz de asociarlo a ningún hecho traumático, existen una serie de factores que pueden favorecer o potenciar la aparición y desarrollo de este miedo patológico.

La existencia de una predisposición genética a los efectos de la ansiedad y el estrés, unida a la vivencia o experimentación de una situación altamente traumática o con una alta carga emocional en la que el fuego apareciera de cualquier manera, puede desencadenar, de manera muy probable, la aparición de la arsonfobia.

De todas maneras, se está estudiando el impacto que el aprendizaje vicario o por imitación puede tener en el momento de la adquisición de una fobia.

Tratamiento

A pesar de que no se conoce exactamente la incidencia que esta fobia tiene la población, se estima que esta aparece con mayor frecuencia en aquellas personas cuyos trabajos implican el contacto con el fuego en mayor o menor medida, tal y como son bomberos o agentes forestales.

Tanto en estos casos como en el de cualquier otra persona que padezca este trastorno, existen algunas intervenciones y tratamientos psicológicos que pueden conseguir la disminución de los síntomas e, incluso, que la persona se reponga y supere su temor fóbico.

El tratamiento psicológico se basa en tres principios o actuaciones diferentes. La primera consiste en llevar a cabo una reestructuración cognitiva que promueva la modificación de los pensamientos distorsionado que la persona posee con respecto al fuego.

Además, se llevarán a cabo técnicas de exposición en vivo o desensibilización sistemática, mediante las cuales se expone al paciente, de manera gradual al estímulo o situación fóbica. Esto puede realizarse en directo, en ambientes y contextos controlados, o mediante la imaginación.

Finalmente, estas técnicas se acompañan de un entrenamiento en habilidades de relajación, las cuales permiten disminuir los niveles de excitación del sistema nervioso y ayudan a la persona a poder enfrentarse a sus miedos de la mejor manera posible.