¿Cómo es el tratamiento de la patología dual?
La patología dual es un problema da salud física y mental muy serio, dado que en él se combinan al menos dos alteraciones capaces de desgastar rápidamente el bienestar de la persona e incluso sus relaciones sociales y familiares.
Por ello, ante este fenómeno es imprescindible buscar ayuda profesional cuanto antes, iniciando un tratamiento que permita hacer retroceder los trastornos existentes en el día a día de la persona y prevenir los problemas que podrían surgir en un futuro si no se les pone remedio. En este artículo veremos cuáles son las características de este tratamiento de la patología dual.
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Características de la patología dual
La patología dual es un fenómeno que comprende una amplia variedad de problemas de salud mental; fundamentalmente, se trata de la combinación de un trastorno adictivo, por un lado, y de un trastorno psicológico, por el otro. Así pues, dentro de este concepto es posible encontrar complicaciones de la salud tan diferentes como la mezcla de alcoholismo y de trastorno bipolar, o de adicción a la heroína y del Trastorno de Estrés Postraumático, etc.
Además, puede ocurrir tanto que la adicción haya sido facilitada o desencadenada por el trastorno psicológico (como una manera de “compensar” de un modo desadaptativo el malestar generado por la psicopatología) o que el trastorno psicológico haya sido causado por la adicción (como un elemento disruptivo en el equilibrio emocional de la persona), o incluso pueden surgir ambas complicaciones en paralelo debido a una causa común (por ejemplo, una situación traumática vinculada a la muerte repentina de un ser querido).
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¿Por qué es un problema la patología dual?
Aunque tal y como hemos visto dentro de esta categoría se engloban una gran diversidad de alteraciones, hay algunas características que hacen de la patología dual un problema de salud muy grave y que va más allá de la suma de sus patologías entendidas como trastornos por separado. Veamos cuáles son.
1. Propicia la inestabilidad emocional
La combinación del trastorno psicológico y el trastorno adictivo hace que la persona experimente cambios de humor con frecuencia, ya que al malestar causado por la relativa falta de droga en el organismo se le suma los problemas para gestionar las emociones vinculadas a ello. De este modo, la “salida fácil” que le queda a la persona es seguir consumiendo droga para aliviar el malestar aunque sea solo por el momento.
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2. Requiere de un tratamiento más completo
Aunque esto por sí mismo no es un problema para el bienestar de quien sufre patología dual es un factor que lleva a algunas a no decidirse por buscar urgentemente la ayuda sanitaria que necesitan, lo cual contribuye a que su estado de salud se deteriore cuanto más tiempo pase.
3. Propicia la impulsividad
La patología dual suele tener una mayor capacidad para llevar a la persona a situaciones límite en las que nota que lo que le ocurre le desborda, con lo que cede con mayor facilidad a los impulsos, a costa de su salud y de sus relaciones sociales.
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4. Puede llegar a facilitar la muerte por sobredosis
En aquellos casos en los que la capacidad de raciocinio o de interpretación de la realidad de la persona quede alterada por el trastorno psicológico, puede darse el caso de muerte por sobredosis debido a la incapacidad para predecir las consecuencias de consumir una dosis demasiado alta de la sustancia, o de mezclar determinadas drogas.
Así es el tratamiento de la patología dual eficaz
A continuación explicaremos cuáles son las principales características de un tratamiento eficaz ante la patología dual, basándonos en los principios del NIDA (National Institute of Drug Abuse), que son los que utilizamos los equipos especializados en salud mental y en adicciones.
1. El tratamiento debe estar centrado en el bienestar de la persona en su globalidad
La intervención no debe estar centrada solo en la adicción o solo en el trastorno psicológico, sino que debe tener como finalidad última mejorar significativamente la calidad de vida del paciente.
Eso sí, para ello es importante tener en cuenta los distintos cuadros diagnósticos que pueden estar afectándola, y aplicar las terapias que se han mostrado eficaces ante estas alteraciones, pero sin dejar de dar un trato personalizado.
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2. El tratamiento debe ser monitorizado y evaluado
La fase de evaluación no se da únicamente al principio de la intervención para ver cuáles son los problemas que afectan a la persona; debe realizarse una evaluación constante para detectar los posibles progresos realizados, o la ausencia de ellos, para poder hacer correcciones en cualquier etapa del tratamiento.
3. Debe buscarse la implicación de la familia
En la medida de lo posible, es crucial establecer un canal de comunicación fluida con los familiares del paciente y fomentar que se impliquen en la recuperación de la salud de este, tanto dándoles indicaciones sobre lo que no deben hacer para evitar perjudicar su progreso, como dándoles pautas de apoyo a esa persona en el ámbito doméstico.
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4. Deben utilizarse recursos de la medicina y de la psicoterapia
No hay que adoptar una visión cerrada y dogmática acerca de cuál es la perspectiva que mejor explica el problema de patología dual de la persona; si es posible combinar recursos farmacológicos y psicoterapéuticos para obtener mejores resultados y contribuir a que la mejora de salud se mantenga en el tiempo, deben usarse (por supuesto, siempre desde el acompañamiento profesional, no mediante la automedicación ni desde los “auto-diagnósticos” por parte del paciente).
5. La desintoxicación es tan solo una de las fases del tratamiento
Si tan solo nos centramos en la desintoxicación, poco después de que la droga haya sido eliminada del organismo de la persona, esta volverá a consumir, recayendo una y otra vez.
Por ello, es fundamental centrarse no solo en el problema que supone la presencia de sustancias psicoactivas en el sistema nervioso de la persona, sino intervenir también en sus patrones de comportamiento, de pensamiento, de gestión de las emociones y de formas de socializar. Una parte de la terapia es médica, y otra es psicoterapéutica, entrenando a la persona a modular mejor sus acciones, sus sentimientos, su manera de comunicarse y resolver conflictos, etc.
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6. Hay que preparar a la persona a detectar conductas arriesgadas y pensamientos trampa
Si no se entrena a la persona a detectar rápidamente situaciones que facilitan que recaiga o que su equilibrio emocional se altere mucho, será más vulnerable a la patología dual.
Por eso, parte del tratamiento consiste en el entrenamiento de tipo metacognitivo, haciendo que el paciente aprenda acerca de sus propios procesos mentales desde una perspectiva distanciada y lo más objetiva posible (aunque sin perder de vista sus objetivos y lo que le interesa para mantener una buena calidad de vida).
7. La alianza terapéutica es fundamental
La terapia no se limita a proporcionar información textual (expresada de manera hablada o escrita) y recursos de tipo médico (como por ejemplo psicofármacos). Más allá de esta lógica de emisor-receptor, es clave cuidar la relación terapéutica, de manera que se facilite la implicación del paciente y que éste explique lo que le pasa de manera honesta, aunque sin perder la profesionalidad por parte del personal clínico (técnicamente, los terapeutas no son amigos ni deben aspirar a serlo, para poder ayudar de verdad a las personas a las que atienden).
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