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​Cómo detectar trastornos alimentarios (en adolescentes)


Con la llegada del verano, llegan también los complejos y especialmente entre los jóvenes y los adolescentes, van relacionados con su físico. Éstos pueden derivar en problemas alimentarios, dietas extremas y/o milagrosas, conductas destructivas, ingestión de “medicamentos”....

En este artículo veremos algunas señales de alerta, que no de alarma, para poder detectar a tiempo un posible trastorno alimentario.

¿Cuáles son los trastornos alimentarios más habituales entre los jóvenes?

Pero antes definiremos a grandes rasgos los dos trastornos que más preocupan a los padres de adolescentes:

1. Anorexia nerviosa

Es el rechazo a mantener un peso normal de acuerdo a la edad y altura. Un miedo intenso a engordar aun estando por debajo del peso ideal, una distorsión de la propia imagen corporal y una negación de la enfermedad. Suele dar lugar a amenorrea (ausencia del periodo menstrual).

2. Bulimia nerviosa

Hace referencia a la preocupación excesiva por la comida que da lugar a episodios repetidos de ingesta excesiva de alimentos así como práctica de medidas extremas para controlar el peso (vómitos, abuso de laxante, consumo de fármacos, ayuno,...)-

Debemos tener en cuenta que estos trastornos no solo provienen de una mala adquisición de los hábitos alimentarios, sino también de una combinación de factores emocionales, familiares, sociales y culturales.

La importancia de la prevención

Tanto los trastornos alimentarios (anorexia o bulimia) como la obesidad son problemas donde la prevención es muy importante para poder evitarlos. Son trastornos realmente graves y de los cuales es importante que conozcamos que sus consecuencias son muy negativas y que afectan a todos los ámbitos: personal, físico, social, emocional, discriminación, desnutrición....

Conductas y signos de que alguien sufre un trastorno de alimentación

Hay algunos comportamientos y conductas que pueden alertarnos de que algo no va bien. A continuación tenéis algunas señales de alerta, aunque si detectamos algunas de ellas, será indispensable no alarmarnos y acudir a un profesional para que nos guíe y asesore.

Señales de alerta (que no de alarma)

  • Restricción voluntaria de alimentos con alto contenido calorico
  • Disminución o exceso del consumo de agua o líquidos
  • Conductas extrañas relacionadas con el hábito de comer: comer de pie, cortar los alimentos en trozos pequeños, al acabar buscar pretextos para ponerse en movimiento...
  • Aumento de la actividad física o incluso ejercicio compulsivo
  • Aumento de las horas de estudio
  • Disminución de las horas de sueño
  • Irritabilidad y cambios de humor
  • Síntomas depresivos
  • Preocupación excesiva por el peso
  • Trastorno de su imagen
  • Negación de sensaciones de hambre, sed, sueño y fatiga
  • Desinterés por actividades de ocio
  • Almacenamiento de comida en distintos lugares
  • Consumos intensivo de chicles sin azúcar
  • Consumo excesivo de tabaco para disminuir la ansiedad de comer
  • Rechazo a las comidas sociales
  • Vómitos autoprovocados
  • Disminución del rendimiento escolar
  • Negación de la enfermedad
  • Dificultad de concentración y aprendizaje
  • Sensación de culpabilidad
  • Baja autoestima
  • Intensa vida social con intervalos de aislamiento

Pautas para ayudar a un adolescente con síntomas preocupantes

Será necesario, en todo momento, apoyar al adolescente, no nos olvidemos que la persona que padece algunos de estos trastornos está sufriendo una situación emocional muy difícil y necesitará del apoyo de su entorno y especialmente de los padres y de su familia.

Suelen tener baja autoestima que les hace sentirse poco interesantes, que les crea una gran inseguridad y estados elevados de ansiedad. Además suelen tener problemas sociales, pueden sentirse aislados, víctimas de burlas de los amigos o con excesiva presión. Los padres y las familias deben evitar que los chicos y chicas sientan que su físico es lo más importante para desarrollarse con éxito en la sociedad.

Apoyo individual, familiar y social

Por tanto lo que deben hacer los padres es potenciar aquellos factores que protegerán al niño y futuro adolescente de estos, y otros trastornos:

  • Fomentar la cohesión familiar, ofrecer unos buenos modelos de conducta, exponer unos valores culturales sobre la belleza corporal acorde con la salud, potenciar la autoestima, la autoconfianza y la autoeficacia, ofrecer recursos sociales y que les permitan resolver problemas, ser consciente y ajustar las expectativas parentales....
  • Potenciar unos buenos hábitos alimentarios, así como el conocimiento de la necesidad de mantener una buena alimentación y fomentar la autoestima y autoconfianza. Serán los básicos imprescindibles.
  • Compartir las comidas con los hijos, explicar las consecuencias de una mala alimentación, enseñarles ya des de pequeños unos buenos hábitos y horarios alimentarios, construir con ellos su autoestima, que se sientan capaces de asumir los problemas y preocupaciones, fomentar la comprensión y confianza paterno-filial, no juzgar ni culpabilizar a los hijos… los padres y los hijos deben compartir su interés por una buena alimentación y los padres deben ser los modelos adecuados a seguir. 

No podemos exigir lo que no hacemos, es decir que si los padres comen mal o de forma desorganizada, no pueden pedir que sus hijos tengan unos buenos hábitos alimentarios, ya que son los padres los responsables de enseñarles cuáles son las pautas adecuadas. 

Si somos capaces de llevar a cabo estas pautas y consejos a cabo, seremos capaces de ayudar al joven con problemas de alimentación. Pero será también imprescindible contar con soporte profesional a fin de atajar las causas del trastorno.