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Los desencadenantes ocultos del estrés


Desde que el concepto de estrés fue incorporado, ha sido ampliamente estudiado por distintas disciplinas, incluida por supuesto la Psicología.

Principalmente, al intentar comprender el estrés nuestra mirada ha estado puesta en los cambios que se producen en los seres humanos, aparentemente suscitados por focos extrínsecos al individuo, es decir, elementos que están en el ambiente y que generan esta respuesta que termina por desbalancear la armonía física y emocional.

Desde una óptica distinta, el psiquiatra estadounidense David R. Hawkins afirma que realmente lo que puede ser estresante para unos, no lo es para otros, puesto que el estrés emerge de factores internos que operan en los sujetos, aquello que los individuos sostienen puntualmente en su mente; por tanto, no es posible huir de él. Pero ¿cuáles son esos determinantes internos? ¿Cómo operan? ¿Y cómo debería abordarse este problema si no es causado por factores externos?

Conociendo el estrés y sus desencadenantes

El estrés no se caracteriza por ser una respuesta negativa, ya que cumple una función adaptativa y de supervivencia.

No obstante, de acuerdo a lo planteado por Lazarus en 1966, si el individuo tiene la percepción de que los recursos personales son insuficientes para enfrentar de manera exitosa una situación, puede haber una valoración no positiva frente al estímulo, trayendo como consecuencia manifestaciones físicas y emocionales, tales como dolores musculares en el cuello o espalda, dolores de cabeza, malestares digestivos, anomalías del sueño, síntomas ansiosos o depresivos, entre otros, y dependiendo de la cronicidad del estrés, desencadenar enfermedades.

La mente humana

La mente humana puede ser representada como un iceberg. La parte que flota sobre el agua es aquello de lo que las personas son conscientes, lo que pueden visibilizar de su mundo subjetivo. No obstante, existe una porción de su interioridad mucho mayor, que tiene gran influencia en cómo sienten y actúan, Y que en esta metáfora se ve representada por todo aquello que se encuentra bajo la superficie; este sería el inconsciente.

La dimensión inconsciente de la experiencia humana alberga un cúmulo enorme de información acerca de los otros y de uno mismo, que se pone en juego en cada momento de interacción. En este ámbito se encuentra una colección de emociones, sentimientos, sistemas de creencias y recuerdos que influyen silenciosamente en el modo de sentirse y de estar en el mundo.

El papel de las creencias y posicionamientos

No es extraño observar que distintos individuos reaccionan de manera diferente a la misma situación, hay quienes escuchan un determinado tipo de música sintiendo calma y bienestar, mientras que otros solo desean que el sonido se detenga; un trabajo intelectual de alta complejidad que para algunos puede ser atemorizante, para otros es posible que represente un desafío estimulante. La lista de ejemplos es extensa.

Estas distinciones individuales responden a aquellas posiciones que se toman y a los sistemas de creencias que se encuentra operando, ya sea consciente o inconscientemente: “esa música no me gusta”, “la música clásica es relajante”, “no soy lo suficientemente capaz para lograrlo”, “mi jefe no me valora”, “yo soy bueno para esto”, “las personas aburridas se quedan en casa un sábado por la noche”, “debo ser productivo, si no será un día perdido”, “la vejez no es atractiva”, “no puedo estar solo”, “a mi edad ya debería haber logrado esto”, “no soy suficiente”...

Todas estas ideas, y muchas otras, fueron insertadas en la mente inocente de las personas desde la cultura y la sociedad, y también como consecuencia de la crianza, y hablan más de ellas mismas que de la situación o estímulo particular, pues son los seres humanos quienes le proporcionan un determinado significado o interpretación, condicionando su reacción frente a ellos.

El rol de las emociones y sentimientos

Ya habiendo comprendido la relevancia de los pensamientos y creencias, resulta fundamental conectar estas nociones con las de sentimientos y emociones, puesto que el timón de la mente lo tienen ellos.

Cada sentimiento corresponde a una condensación de una gran cantidad de pensamientos, siendo reprimidos y suprimidos incluso durante todo el ciclo vital, puesto que el ser humano tiene una tendencia importante a intentar huir de aquello que siente. Sin embargo, toda esta energía psíquica acumulada busca maneras de expresarse poco saludables, emergiendo a través de enfermedades psicológicas, y también expresándose corporalmente, mediante algún padecimiento psicosomático o enfermedad física.

Estas sensaciones llegan a expresarse de manera que producen un desequilibro, debido a que cada individuo gestiona lo que siente a través de ciertos mecanismos que le permiten seguir funcionando sin tener que enfrentar directamente sus emociones y sentimientos, dentro de ellos los más conocidos son la represión, supresión, expresión y escape.

En la supresión y represión, las emociones y sentimientos son puestos a un lado, seleccionados de acuerdo a la socialización. En la represión, esto acontece de modo inconsciente, y dentro de los mecanismos más utilizados para llevar a cabo esta tarea se encuentran la negación y la proyección, mientras que en la supresión ocurre de manera consciente.

La presión de las emociones suprimidas se expresa como cambios de humor, irritabilidad tensión en los músculos del cuello y la espalda, dolores de cabeza, calambres, trastornos menstruales, colitis, indigestión, insomnio, hipertensión, alergias, y otras condiciones somáticas.

En cuanto a la expresión, lo que ocurre es que la experiencia emocional es externalizada a través del lenguaje y/o del cuerpo. No obstante, esta estrategia solo permite que una cantidad suficiente de presión sea aliviada como para que el resto de la energía pueda seguir siendo suprimida. Además, este tipo de mecanismo trae como consecuencia que la sensación se vea amplificada.

En relación al escape tiene relación con la evitación de las emociones mediante el entretenimiento. El temor de las personas a enfrentarse a sí mismas las lleva a absorberse diversas actividades de evitación tales como las Redes Sociales, los programas de televisión, la constante navegación en internet, video juegos, comidas, drogas y/o alcohol, entre otras conductas.

Acerca de esto, David Hawkins señala que el estado óptimo del ser humano se caracteriza por la felicidad, la satisfacción, la paz y la alegría; no obstante, estos estados se ven oscurecidos por las nubes de las emociones negativas reprimidas y acumuladas, que generan un tipo percepción específica del mundo.

Por ejemplo, quien sostenga un elevado nivel de rabia y resentimiento internos, tenderá a ver hostilidad y beligerancia en los otros y las situaciones, generando a su vez pensamientos de ataque, injusticia y revancha, mientras que aquella persona que se encuentra dominada por el miedo, observará un mundo atemorizante y peligroso, produciendo la emergencia de pensamientos de vulnerabilidad, tragedia, indefensión, entre otros. Así ocurre con cada emoción negativa que cubre como un velo la posibilidad de los individuos para ver la realidad.

Estrés

Alivio del estrés

Al volcar la problemática del estrés al espacio interno de los seres humanos, se hace evidente que la respuesta en relación a su alivio no debe ser buscada en los estímulos que el mundo provee, sino en un trabajo personal asociado a la dimensión emocional que permita liberar la presión acumulada de las emociones y sentimientos reprimidos, así como desmontar aquellos sistemas que limitan y propician el surgimiento de estas emociones negativas. Puesto que aquello que desbalancea física y psicológicamente a los sujetos es lo que sostienen en su mente.

Comentarios finales

Como hemos visto, el estrés es la consecuencia de desencadenantes ocultos dentro del mismo individuo, las emociones suprimidas que se encuentran en la mente, y los sistemas de creencias asociados. Lo que supone una vulnerabilidad personal a una respuesta de estrés frente a ciertos estímulos, la cual estará condicionada por factores que muchas veces influyen de modo inconsciente.

Así, el modo en que operan estos procesos implica un gran desgaste debido a las enormes cantidades de energía que se utilizan en sostener estos mecanismos y mantener en el inconsciente todo lo que se está reprimiendo y suprimiendo, lo que genera un estancamiento en los procesos de crecimiento personal, y la emergencia de enfermedades físicas y mentales.

En conclusión, ya que la causa del estrés no es externa, es comprensible que la mejor estrategia de abordaje sea poner el foco en el mundo interior de las personas, puesto que de ese modo se puede realizar un trabajo que contribuya a modificar las creencias y juicios relacionados a lo que está fuera y dentro, así como también deshacerse de las emociones suprimidas, logrando que el estrés pueda ser eliminado y prevenido.