Problemas de obsesiones con el COVID-19: cómo surgen y cómo gestionarlos
Nuestra manera de pensar, de sentir y de interpretar la realidad no es algo que dependa únicamente de nosotros. Por mucho que cada persona sea única, los procesos mentales nunca son fenómenos totalmente individuales, y están relacionándose constantemente con el contexto que nos rodea.
Precisamente esta idea ha sido evidenciada por la crisis del coronavirus. Esta pandemia global no solo ha tenido implicaciones económicas, políticas y médicas, sino que además ha supuesto cambios en cuanto a lo psicológico a nivel masivo, incluyendo el ámbito de la salud mental. Entre ellos se encuentra una mayor vulnerabilidad a los problemas por pensamientos obsesivos, asociados a la ansiedad producida por la crisis del COVID-19.
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¿Qué son los pensamientos obsesivos?
Los pensamientos obsesivos son contenidos mentales (ya sea en la forma de representaciones sensoriales o de ideas estructuradas a través del lenguaje, y muchas veces ambas cosas a la vez) que tienden a “invadir” una y otra vez la consciencia de las personas, haciendo que no puedan evitar centrar su foco atencional en ellos. Es relativamente frecuente que estos pensamientos terminen produciendo malestar, ya sea por su carga emocional (por ejemplo, si se trata de recuerdos angustiantes) o por el mero hecho de que se repiten una y otra vez.
Un claro caso de cómo los pensamientos obsesivos pueden dañar la salud mental de las personas lo tenemos en el Trastorno Obsesivo-Compulsivo, una psicopatología en la que la persona lucha por “alejar” esas imágenes de su menta a través de la realización de conductas rituales, como por ejemplo lavarse las manos.
Como es natural, el contexto en el que se está influye mucho en la facilidad con la que las personas caen en los pensamientos obsesivos. En una situación de constante estrés resulta muy probable que una gran cantidad de individuos desarrollen esta clase de alteraciones psicológicas, y por ello, una pandemia como la del coronavirus también da lugar a esto. Se trata sobre todo de problemas de ansiedad, generados por la activación del sistema nervioso que se produce al centrar nuestra atención en esos pensamientos recurrentes.
Los principales problemas por obsesiones en un contexto de pandemia
Estas son algunas de las principales formas que pueden adoptar los pensamientos obsesivos en la crisis del COVID-19.
1. Miedo al contagio
Es una de las causas más comunes de pensamientos obsesivos en contextos de pandemia. En estas situaciones no hace falta tender hacia la hipocondría para tener miedo a enfermar, a transmitir el agente patógeno a los seres queridos, etc. Además, al salir de casa hay muchas interacciones con el exterior que técnicamente se prestan a la duda de si hay peligro: al viajar en un autobús lleno de gente, al usar el baño de la oficina, etc.
2. Exposición al sufrimiento propio ajeno
Las situaciones de pérdida de seres queridos, ver a los mayores enfermar… son experiencias capaces de dejar una marca emocional potente que se transforme en recuerdos recurrentes.
3. Miedo a perder el trabajo
La inestabilidad económica produce inseguridad laboral, algo que mantiene a mucha gente en alerta y con tendencia a intentar anticiparse al peor escenario posible incluso a costa de su propia salud mental.
4. Temor a que la sociedad colapse
Este es un temor algo más abstracto que los anteriores, y tiene que ver con las obsesiones sobre el fin de los Estados del bienestar tal y como los conocemos. No resulta difícil imaginar un futuro distópico partiendo de los cambios que experimentamos al pasar por un periodo de pandemia.
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5. Miedo a incumplir las normas
Junto con las medidas de prevención del riesgo de contagio y de adaptación económica a este reto, aparecen nuevas normas que en caso de ser incumplidas, pueden acarrear penalizaciones severas. Para algunas personas, la sensación de poder estar quebrantando estas reglas sin saberlo produce una sensación de inquietud que se plasma en obsesiones.
6. Ansiedad por la sensación de vigilancia
Esta es una fuente de obsesiones asociada a la anterior: además de aplicar nuevas reglas que han estado limitando ciertas libertades, muchos Estados también han empezado a monitorizar más la actividad de sus ciudadanos: controles en los aeropuertos, revisiones de actividades económicas, cuarentenas supervisadas, etc. A medio y largo plazo, esto puede hacer que surja un estado de alerta en muchas personas.
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Como hemos visto, los problemas emocionales y comportamentales derivados del contexto de la crisis del coronavirus pueden dar lugar a problemas de salud mental que no deberían ser desatendidos.
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Referencias bibliográficas:
- American Psychiatric Association –APA- (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid: Panamericana.
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