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¿Cómo saber si un psicólogo es bueno?


Hoy día la psicología se ha diversificado tanto que puede resultar complicado elegir entre esta clase de profesionales. Sin embargo, si tenemos la posibilidad de saber si un psicólogo es bueno o no, esta elección será más sencilla y mucho más beneficiosa para nosotros.

Ahora bien... ¿en qué criterios deberíamos fijarnos para valorar la calidad de un psicólogo o psicóloga?

Criterios para saber si un psicólogo es bueno

Si estás pensando en acudir a un psicólogo o si ya estás en terapia y quieres saber si has acertado con el profesional elegido, te interesará conocer estos 6 aspectos a tener en cuenta:

1. Criterios formativos

Partimos de un mínimo evidente: el psicólogo debe estar licenciado (actual grado) en Psicología. Hay algunos profesionales que se promocionan como terapeutas, orientadores, etc., que no tienen por qué haber realizado una carrera de psicología.

Además, la formación complementaria es muy importante. La carrera de psicología ofrece unas cuantas asignaturas dedicadas al ámbito clínico, pero el resto versan entorno a otras especialidades, por lo que es deseable que el terapeuta tenga una formación de posgrado especializada en lo clínico (tipo master o experto), que incluyan prácticas en las que poder aplicar los conocimientos teóricos.

2. Criterios legales

El ejercicio de nuestra profesión cuenta con un requisito obligatorio de colegiación (que puede estar visible en la página web del profesional, en su factura o en cualquier otra publicidad). En este caso solo se trata de una cuestión legal que pasa exclusivamente por pagar una cuantía al colegio correspondiente sin que esto implique mayor experiencia ni profesionalidad.

Que tenga el título de psicólogo clínico o psicólogo generalista también es importante. En España, la única fórmula legal para tratar con pacientes es o bien haber pasado por el sistema PIR (oposición que incluye varios años de práctica clínica en rotación) que te acredita como psicólogo clínico, o bien obtener el título de psicólogo generalista sanitario, que se consigue actualmente a través de un master.

Como excepción, los profesionales que ya ejercían antes de la normativa se han podido acreditar si cumplían con la experiencia profesional, una formación de posgrado y una actividad profesional en un centro homologado.

3. Años experiencia

Los años de experiencia en la profesión aportan un plus al terapeuta. Aunque este criterio no siempre es un aval de calidad, es cierto que a mayor experiencia, probablemente mayor nivel de competencia. Como un referente, para cualquier habilidad se considera que la excelencia se consigue a los 10 años de práctica en una materia.

4. Opiniones y referencias

La inmensa mayoría de los psicólogos estamos dados de alta en buscadores como el propio Google Maps, donde los pacientes pueden poner sus opiniones sobre nosotros, que puede ser una guía de cómo hacemos nuestro trabajo. Y por supuesto, el testimonio directo de otro paciente que haya pasado por su psicoterapia, es una información tremendamente valiosa, aunque siempre hay excepciones por las diferencias individuales y lo que le funcione a una persona no le sirva a otra.

5. Búsqueda en internet

Si buscas por internet a qué psicólogo ir y pones en Google "psicólogos" seguido de tu ciudad, lo que debes tener en cuenta no son aquellos resultados que aparezcan sobre el rótulo verde de anuncio. Ese posicionamiento aventajado (los primeros que salen) es producto de una inversión económica en Google, pero no habla de la relevancia de su contenido.

Aunque el funcionamiento de los robots de búsqueda en internet son tremendamente complejos, lo que hace que una página aparezca (la página web del psicólogo, su blog, o sus publicaciones) si no se paga previamente, es entre otras cosas, que muchas personas la visiten, y eso puede ser una orientación de calidad.

Dedica un tiempo a comparar varios profesionales visitando la información que encuentres de ellos: su recorrido profesional, el tipo de terapia que hace, cuánto tiempo lleva ejerciendo, y si se ajusta a tu necesidad. Por ejemplo, si tienes un problema de ansiedad quizás un psicólogo sexólogo no sea lo más adecuado para tu caso por mucho que cumpla el resto de requisitos (experiencia, master, buenas opiniones, etc)

Los criterios a considerar en la propia terapia

Otros aspectos a considerar y que forman parte de las sesiones de psicoterapia en sí mismas son las siguientes:

Que las preguntas que haga tengan un objetivo terapéutico

La terapia dista mucho de ser una conversación coloquial con un amigo, y por tanto, un terapeuta no debe hacer una pregunta por mera curiosidad, sino porque es necesario para clarificar algún aspecto de la persona.

Preguntas acerca de tu profesión, el por qué de una decisión, cuestiones de las personas que te rodean, dan pistas acerca de las dinámicas internas y relacionales que subyacen a tu vida. Sin embargo, hay otras preguntas innecesarias (por ejemplo: si vas a clase de spinning y lo cuentas como una afición, el que el terapeuta te pregunte a qué gimnasio vas, no tiene ningún sentido terapéutico).

El terapeuta habla de sí mismo

Para hacer comprender un problema o una solución a un paciente no es necesario que el terapeuta se ponga de ejemplo. El protagonista nunca debe ser el terapeuta, sino el paciente.

Es cierto que hay algunas revelaciones útiles, (como por ejemplo: cuando hablas de este tema, siento tu agresividad o tu tristeza) porque son una forma de hacerle de espejo al paciente para que comprenda sus emociones y lo que pueden generar en los demás. Pero esa revelación no debe convertirse en un desahogo del profesional.

Por ejemplo, en un caso de terapia de pareja que el profesional desvele que también tiene conflictos con su mujer, o en un tratamiento de ansiedad que se ponga como ejemplo de cuando él lo sufrió y te relate su historia.

Terapia de consejo

Un terapeuta no debe decirte qué hacer sino ayudarte a descubrir cuál es la mejor opción para ti. Aconsejar es un reflejo de lo que uno mismo cree que es mejor para otro. El terapeuta no puede saber qué es lo mejor para ti según él, sino que debe descubrir contigo qué es lo mejor para ti según tú.

El terapeuta utiliza información externa y la lleva a sesión

Supongamos que por casualidad tu terapeuta conoce a alguien de tu entorno y sabe algo de ti que tú no le has contado. Bajo ningún concepto está autorizado a desvelar esa información y compartirla contigo.

Cuando un paciente consiente analizarse en terapia, esa relación solo se permite dentro de las paredes de la consulta. Fuera de ahí, el terapeuta deja de ser tu terapeuta y no tiene “permiso” para analizarte. Por mucho que se encuentren en otro contexto (en una clase, o en el supermercado), no puede ejercer como tal ni usar la información que perciba de la calle en la terapia.

Contacto fuera de la terapia

Aunque con el paso del tiempo la relación terapeuta-paciente pueda ser más cercana o haya más confianza entre ambos, la regla de la neutralidad debe ser siempre respetada. La única forma de que la terapia funcione es que el paciente tenga un terapeuta, no un amigo. Por lo que quedar fuera de consulta traspasa la línea de la cordialidad al compañerismo que desvirtúa la relación profesional.