Las 10 habilidades clave para ser un terapeuta profesional
Los conocimientos y la experiencia práctica son aspectos muy necesarios para desempeñar adecuadamente la profesión del psicólogo. Tienen un gran peso, pero esto no quiere decir que sean lo único que necesitan los psicoterapeutas para realizar adecuadamente terapia.
Son varios los aspectos clave para convertirse en un buen psicólogo clínico, yendo desde los más evidentes como la empatía o tener buena escucha activa pasando por el resto al código deontológico y, también, tener una buena regulación emocional.
Estas y muchas más son las claves para ser un psicoterapeuta profesional que vamos a descubrir a continuación.
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¿Cuáles son las claves para ejercer profesionalmente como terapeuta?
Una relación positiva entre el terapeuta y el paciente es un predictor del éxito de la terapia, además de ser también un requisito para ser un buen psicoterapeuta. Cuánto más positiva sea esta relación, más confiado se mostrará el cliente para explicar con el mayor grado de detalle sus problemas, además de mostrarse más favorable a explorarlos e introducir nuevas estrategias en su vida para hacerles frente.
El conocimiento y experiencias del profesional son aspectos cruciales para el buen desempeño de un proceso terapéutico, pero también es imprescindible que el mismo tenga bien desarrolladas ciertas habilidades terapéuticas como la empatía, la escucha activa o la inteligencia emocional. Paciente y terapeuta deben experimentar un sentimiento de equipo, estableciendo un vínculo positivo y el compromiso hacia la consecución de los objetivos terapéuticos, compromiso en el que las habilidades del profesional ejercen una importante influencia.
Pero que sea necesario que se establezca una relación positiva no significa que esta deba ser como la que tenemos con amigos o familiares. La relación en terapia debe ser asimétrica por partida doble.
Por un lado, es asimétrica en lo emocional, pues son los problemas del paciente los que deben tomar protagonismo, no los nuestros como psicólogos, mientras que por el otro es asimétrica en tanto que somos nosotros los psicoterapeutas que disponemos del conocimiento profesional para ayudar al paciente a mejorar su calidad de vida y salud mental.
Añadido a esto, se deben establecer unas reglas formales de funcionamiento, del espacio, de la duración y frecuencia de las sesiones y el compromiso de que el paciente va a colaborar activamente con el profesional para ayudarse a sí mismo a abordar sus problemas.
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Habilidades y requisitos para ser un psicoterapeuta profesional
¿Quieres saber qué es necesario para ser un buen psicólogo? Son muchos los aspectos a tener en cuenta a la hora de hacer psicoterapia para que el proceso terapéutico sea lo más eficaz y fluido posible. Sin embargo, todos ellos se pueden agrupar en los siguientes puntos.
1. Flexibilidad mental
Los psicólogos conocen a muchas personas diferentes, cada una con sus opiniones, puntos de vistas y creencias particulares, ideas que pueden ser tan variadas como chocantes.
Por este motivo, para conseguir ejercer adecuadamente la psicoterapia, es necesario liberarse de prejuicios, estereotipos, creencias e ideas preconcebidas además de aplicar la aceptación incondicional de lo que piensa el paciente. No significa que opinemos igual que nuestros pacientes, pero sí que debemos estar abiertos a lo diferente y desconocido.
Para llegar a semejante grado de tolerancia es necesario que como profesionales nos hayamos atrevido a salir de nuestra zona de confort. Todos tenemos este tipo de “zonas” metafóricas, conformadas por hábitos, costumbres y rutinas que nos dan seguridad y comodidad. En el caso particular de los psicólogos, implica atreverse a dejar de lado nuestras creencias y puntos de vistas para amoldarse al paciente y hacer que confíe en nosotros.
Todo psicólogo debe poner en práctica el arte de cuestionar, descubrir, indagar y asimilar lo que nos rodea, pues puede servirle como una verdadera fuente de inspiración.
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2. Empatía
Es fundamental en la práctica clínica de todo psicólogo que él o ella sepa ponerse en el lugar de sus pacientes. El psicoterapeuta debe contar con los mecanismos y estrategias mentales necesarias para comprender cuáles son los miedos, necesidades y circunstancias particulares del paciente que han hecho que se siente de la manera actual. Solo alcanzando este entendimiento del estado emocional del paciente, el psicólogo podrá abordar el caso.
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3. Introspección
La introspección es otra clave necesaria para todo buen psicólogo que se aprecie. Es una tarea complicada, pero muy beneficiosa para nuestra práctica clínica. No podemos entender a nuestros pacientes sin antes no haber realizado un ejercicio de autoobservación, analizándonos y entendiéndonos a nosotros mismos.
Puede parecer que esto es sencillo, pero requiere de una profunda reflexión y descubrir nuestras fortalezas y debilidades para poder crecer como personas y aplicar correctamente psicoterapia.
Solo conociéndonos bien a nosotros mismos lograremos un mejor manejo y control de los estados mentales de los demás.
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4. Autenticidad y respeto
Con autenticidad y respeto nos referimos a que se debe ser coherente en lo personal, evitar respuestas defensivas y mostrar atención y respuestas empáticas, en otras palabras, estar con el paciente. Es fundamental prestar atención a las cualidades y recursos que ha usado el cliente para gestionar su malestar por cuenta propia antes de acudir a psicoterapia.
Como profesionales, nos podemos permitir hacer alguna auto-revelación de vez en cuando, dando información de nosotros mismos. Esto no debe ser demasiado frecuente porque no debemos robar ni tiempo ni protagonismo a nuestro paciente. De revelar información personal esta debe soltarse con cuentagotas y con el claro objetivo de conseguir aumentar la colaboración y confianza de nuestro paciente.
5. Escucha activa y observación
La escucha activa es una cualidad sine qua non para ejercer la psicoterapia. No implica únicamente escuchar al paciente, sino prestarle profunda atención, estar al tanto de todo lo que nos dice sin interrumpirle más que para hacerle las preguntas oportunas.
No únicamente la escucha activa nos ayudará a comprender mejor lo que está viviendo el paciente, sino que además asentará mejor la relación terapeuta-paciente.
Sabiendo escuchar se consigue que la consulta se convierta en un ambiente relajado. Al crearse un clima de complicidad, el paciente se mostrará más libre para explicar cuál es su problemática, de forma tranquila y sincera.
No se debe interrumpir al paciente para que así pueda expresarse libremente. De esta forma, será capaz de contestar a las propias preguntas retóricas que él mismo se plantea en voz alta.
También es importante observar cómo nos dice las cosas y de qué manera se comporta gestualmente. El silencio no es la mera ausencia de palabra, sino una pausa que puede decirnos muchas cosas. El profesional debe observar cómo vive el paciente estas pausas, expresando emociones como nerviosismo o incomodidad mediante su lenguaje no verbal. Por ello debemos fijarnos en el movimiento de sus manos, su postura y sus gestos. Todo, absolutamente todo, transmite información de una u otra forma.
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6. Confianza y seguridad
Es fundamental que como profesionales transmitamos confianza a nuestros clientes, haciéndoles conscientes de que haremos todo lo posible para ayudarles, que estamos allí para ellos y de que con nuestra práctica profesional nuestro objetivo es el de no perjudicarles en lo más mínimo.
La confianza se transmite sintiéndola en uno mismo. Es decir, es necesario que para que el paciente sienta confianza en la terapia primero el profesional se muestre confiado en sus propias dotes, conocimientos y experiencia. Si la forma de hablar del terapeuta no muestra cierto aire de determinación y seguridad con sus palabras, difícilmente se la va a poder transmitir a quien recurre a él en búsqueda de su ayuda.
Con esto no queremos decir que se deba ser excesivamente técnico o demostrar lo mucho que hemos estudiado. Demostrar confianza no es sinónimo de ser un pedante.
La idea es que, mostrando el tacto adecuado y sin ser excesivamente directo, transmitamos las pautas de actuación de manera clara, concisa y confiable. Debemos evitar ser ambiguos, no dar mensajes contradictorios, ni mostrarnos como inferiores a nuestro paciente o titubear, comportamientos que sin lugar a dudas perjudican la relación terapéutica.
7. Ser un buen comunicador
Además de saber escuchar, es muy importante saber transmitir lo que queremos que entienda el paciente. Es necesario que el psicoterapeuta tenga buenos recursos comunicativos para cerciorarse de que el paciente entiende cuál es el objetivo de la terapia y qué herramientas se van a utilizar, haciéndole entender que deberá tomar un rol activo a lo largo de la terapia pero bajo la guía del profesional.
Lo de conseguir transformarse en un buen comunicador es posiblemente uno de los mayores retos a los que se enfrentan los psicólogos diariamente. El motivo de ello es que, aunque ya contemos con muchos años de bagaje, siempre sucede que debemos adaptar nuestras palabras al paciente, quien dispondrá de un determinado nivel cultural. Habrá quienes les cueste entender más un concepto que otros, y por eso estaremos nosotros para facilitárselo lo más posible. Es fundamental disponer de buenas habilidades comunicativas.
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8. Capacidad analítica
Es habitual que a los pacientes les guste hablar, mucho. Hablan y hablan, y están en su derecho, pues a eso han venido a psicoterapia. Para poder actuar es necesario que el profesional sepa interpretar y seleccionar lo que el paciente le cuenta y que esté relacionado con su problemática principal.
Dado que no es recomendable cortar la fluidez de la conversación, la capacidad analítica y de selección del psicólogo es básica. Debe quedarse con lo importante, con la información por la que tirar para llegar a la raíz del problema.
Hemos llegado al número 8 de nuestra lista, pero considero que hay otros dos aspectos más que no podemos obviar en la buena práctica de la psicología clínica.
9. Inteligencia emocional y autorregulación
Esto es casi una obviedad, pero no está de más mencionarla. Todo terapeuta debe poseer cierta inteligencia emocional y autorregulación. En caso de no tenerla, se debe acudir a un psicólogo antes de aplicar terapia porque de lo contrario muy difícilmente se va a poder hacer psicoterapia de calidad.
La inteligencia emocional no implica únicamente tener empatía, sino ser capaz de reconocer nuestros propios estados emocionales, saber darles un nombre y aplicar herramientas para gestionar tales emociones.
10. Cumplimiento de los requisitos éticos y profesionales
Este punto es otra obviedad pero lamentablemente no son pocos los psicólogos que parece que eso del código deontológico no va con ellos. Aunque el debate sobre si la Psicología es una ciencia es intenso y siempre encontraremos opiniones de todo tipo, incluso entre colegas de la profesión, lo que no es debatible es que la psicoterapia debe estar fundamentada en la evidencia empírica y respetar los requisitos éticos y profesionales.
Entre los requisitos fundamentales a respetar están la confidencialidad, derivar a otro profesional si no nos vemos capacitados para atender al caso ni tratar los problemas del paciente por el motivo que sea y evitar que se produzca otro tipo de relación más allá de la profesional. Seguir el código deontológico no es una habilidad, sino una obligación ética, moral y profesional y no nos arriesgamos en lo más mínimo en afirmar que un psicólogo que no lo respeta no es un buen psicólogo.
Dentro de estos requisitos está también el de formarse constantemente. Los tratamientos psicológicos van actualizándose con frecuencia, además de también la forma de diagnosticar los trastornos y abordarlos. Si se quiere dar la mejor de las psicoterapias posibles a nuestros pacientes, es fundamental que estemos pendientes de las novedades en el campo, asegurándonos de que estamos actualizados y no usamos técnicas que la ciencia ha demostrado que son ineficaces.
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