Ortorexia: la obsesión por los alimentos saludables
“¿Su forma de comer lo aísla de los demás?"
“¿Se siente culpable cuando come algo no permitido por sus convicciones dietéticas?”
“¿Se preocupa más por la calidad de los alimentos que por el placer de comerlos?”
Si ha respondido afirmativamente al menos a una de las preguntas anteriores, puede considerarse candidato a la adicción a la comida saludable; un nuevo trastorno alimentario nacido de la cultura ecológica contemporánea. Este concepto es conocido como ‘Ortorexia’.
Ortorexia: analizando el trastorno
Este trastorno, cada vez más patente en las sociedades occidentales (preocupadas últimamente por el consumo de comida poco procesada; un ejemplo de ello es la llamada Paleodieta), fue designado por el médico estadounidense Steven Bratman.
Bratman, que sufrió este trastorno, describe un tipo de obsesión por consumir los alimentos que el afectado considera saludables (orgánica, vegetal, sin conservantes, sin grasas, sin carnes, o sólo frutas), o por consumir únicamente alimentos con una forma de preparación concreta (sólo alimentos crudos, sólo preparados al vapor o a la plancha, etc…) rechazando todos aquellos que no pueden incluirse en estas categorías. En este trastorno, los factores precipitantes son la obsesión por las dietas, el culto al cuerpo y el miedo a la comida tratada con productos artificiales.
Cada vez más personas nos preocupamos por comer alimentos sanos libres de químicos, y en un principio, puede parecer un comportamiento adecuado que va a resultar beneficioso para el que lo practica. Sin embargo, puede llegar a convertirse en un problema serio y tener graves repercusiones, en la calidad de vida y la salud. Cuando ese comportamiento normal pasa a convertirse en una obsesión, es entonces cuando podemos hablar de ortorexia.
El deseo de las personas ortoréxicas de alcanzar la belleza física a través de la dieta recuerda inevitablemente a otros trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia y la bulimia. La diferencia entre anorexia y ortorexia es que la primera está relacionada con la cantidad de comida ingerida y la segunda hace referencia a la calidad de los alimentos que se toman.
¿A quién afecta la ortorexia?
Cualquiera puede desarrollar esta inclinación patológica, estos son los grupos de personas más proclives a padecer ortorexia:
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Personas muy exigentes consigo mismas (perfeccionistas) y con los demás, con un carácter recto y estricto, a las que les gusta planificar y llevar un control exhaustivo sobre su vida y sus actividades cotidianas (igual que en los casos de anorexia y bulimia).
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Los deportistas constituyen otro grupo de riesgo debido a que cuidan especialmente su alimentación, de forma que terminan por consumir únicamente aquellos alimentos que consideran más adecuados para mejorar su rendimiento/estado físico.
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Personas que han sufrido anorexia nerviosa, que al recuperarse, optan por introducir en su dieta sólo alimentos de origen natural, pro biótico, cultivados ecológicamente, sin grasa o sin sustancias artificiales que puedan causarles algún daño. Paradójicamente, este comportamiento, en vez de evitar la el trastorno, llega a provocar uno nuevo. Esto muestra que aunque se hayan suprimido las conductas purgatorias y vuelvan a comer, a nivel psicológico no han sido bien rehabilitadas.
También son más propensas las mujeres y jóvenes y, en general, todos aquellos excesivamente preocupados por su físico, ya que la decisión de ingerir “sólo alimentos saludables” suele estar asociada a conseguir y mantener una buena imagen corporal, factores que podrían desembocar en ortorexia.
Efectos de la ortorexia
Según Bratman, los ortoréxicos piensan que conseguirán grandes beneficios físicos y psíquicos gracias a su conducta alimentaria, y esto les puede conducir a una dependencia de la comida sana similar a la que otros adictos tienen con las drogas. Además de los beneficios que esperan obtener de los alimentos saludables, los ortoréxicos también pretenden librarse de amenazas ocultas en los alimentos rechazados, como el anisakis, la salmonelosis, o el mal de las vacas locas, y en este sentido su actitud es similar a la de un esquizofrénico, que teme ser envenenado, o un hipocondríaco, que piensa que puede contraer una enfermedad si no toma las debidas precauciones.
Una obsesión por la salud... que puede resultar contraproducente
Rechazar grasas, aditivos, sustancias artificiales, o verduras y frutas cultivadas con pesticidas o de origen transgénico y abonos químicos no es malo (ya que cuanto más natural, mejor), los ortoréxicos llegan a excluir de su dieta nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo por encontrarse en alimentos que se consideran inadecuados. Esto puede provocar: anemia, déficit de vitaminas y minerales, desnutrición, osteoporosis, mayor incidencia de infecciones por una disminución de la función del sistema inmunitario, falta de energía, etcétera.
Aislamiento social
Pero la ortorexia no sólo puede tener consecuencias negativas sobre la salud, en la mayoría de casos también afecta a su vida cotidiana y social. Al limitas los alimentos permitidos, el menú diario se llega a convertir en un verdadero problema ya que debe ser planificarlo y preparado con tiempo. Además, como las personas afectadas también necesitan tener la seguridad de que los productos empleados en la cocina sean los adecuados (incluso los utensilios y recipientes de la comida han de ser de un material concreto), no pueden comer fuera de casa, ni en restaurantes ni en casa de familiares o amigos, al menos que estos sigan las mismas normas a la hora de preparar el menú.
Si consideramos que comer es un acto muy social que acompaña a muchas celebraciones (cumpleaños, bodas, aniversarios, fiestas navideñas, reuniones de empresa…) y momentos cotidianos (comer con amigos y la familia), el considerar perjudiciales la mayoría de alimentos, impide que las personas con ortorexia disfruten de cualquiera de estas ocasiones, lo que les lleva al aislamiento social.
Además, aunque puntualmente puedan permitirse saltarse sus propias normas y manías, acostumbra a embargarles sentimiento de culpabilidad que les produce un gran malestar. Vemos aquí cómo la ortorexia supone un serio problema de angustia que acompaña en el día a día, y aunque grosso modo pueda parecer un trastorno de la conducta alimentaria menor, puede ser tan peligrosa para la salud como la anorexia.
Características y síntomas
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Obsesión desordenada por comer alimentos sanos.
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Se focalizan en la calidad de los alimentos que consumen.
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Eliminan grupos de alimentos “inseguros” de la dieta, (puede incluir la evitación completa de las grasas, granos, conservantes o aditivos químicos artificiales, productos de origen animal).
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Pasan más de 3 horas al día investigando o pensando en comida (incluye la planificación de la compra).
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Se obsesionan con el cuidado del cuerpo y la salud.
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Se ponen ansiosos o temerosos de pensar en la comida.
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Nunca se saltan su dieta, ni siquiera en ocasiones especiales.
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Se niegan a comer alimentos en restaurantes o reuniones sociales.
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Se aíslan socialmente porque no van a comer a cualquier lugar.
¿Cómo saber si se tiene ortorexia?
Bratman estableció una serie de criterios para determinar qué conductas o comportamientos hacia la comida podían indicar la presencia de este tipo de obsesión y así poder detectar si alguien puede estar sufriendo ortorexia. Algunos indicadores son:
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¿Pasa más de tres horas al día pensando en su dieta?
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¿Planea sus comidas con varios días de antelación?
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¿Considera que el valor nutritivo de una comida es más importante que el placer que le aporta?
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¿Ha disminuido su calidad de vida a medida que aumentaba la calidad de su dieta?
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¿Se ha vuelto más estricto consigo mismo en este tiempo?
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¿Ha mejorado su autoestima alimentándose de forma sana?
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¿Ha renunciado a comer alimentos que le gustaban para comer alimentos “buenos”?
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¿Su dieta supone un problema a la hora de comer fuera, y esto le distancia de su familia y amigos?
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¿Se siente culpable cuando se salta su régimen?
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¿Se siente en paz consigo mismo y cree que todo está bajo control cuando come de forma sana?
Si contesta afirmativamente a cuatro o cinco de estas preguntas, significa que está empezando a obsesionarse más de la cuenta con la dieta, y que debería prestar menos atención a lo que come. Si responde afirmativamente a todas las preguntas, su deseo de alimentarse de forma sana se ha convertido en una verdadera obsesión.
Tratamiento
Para el tratamiento de este trastorno alimenticio es fundamental la colaboración y la buena predisposición del paciente hacia el tratamiento, aunque en estos casos es más fácil que cuando se trata de otros trastornos alimentarios más graves como la anorexia, puesto que la actitud del paciente hacia los alimentos no se debe al deseo de adelgazar, sino al de estar más sano. Ya que la mayor preocupación de la persona que padece ortorexia es una dieta saludable, se debe instaurar en primer lugar un menú equilibrado. Para ello lo más recomendable es acudir a un profesional, como un dietista o un endocrino.
Tras este paso, lo ideal es la terapia psicológica, ya que es más difícil la recuperación psicológica que la física, pues necesita de un gran trabajo por parte del paciente y se deben modificar las conductas que la persona ha ido adoptando durante el tiempo del trastorno, así como los pensamientos obsesivos, el aislamiento social y los cambios en el estado de ánimo.
La terapia cognitivo-conductual puede ayudar a las personas ortoréxicas a modificar su conducta y mejorar o reforzar su autoestima, ya que es fundamental corregir la visión distorsionada sobre los perjuicios de ciertos alimentos.
Como en el caso de cualquier trastorno de la conducta alimentaria, también en el caso de la ortorexia, lo ideal para no caer en ellos es la prevención, inculcando hábitos saludables en los niños y familiarizarlos desde pequeños con los alimentos que deben formar parte de una dieta equilibrada. También se les puede explicar a los pequeños los nutrientes que aportan, para qué sirven y por qué es bueno tomarlos. Por otra parte es importante minimizar los efectos negativos que la moda o la publicidad ejerzan sobre su visión del mundo, y que las “manías” de los adultos sobre la comida no sean transmitidas a los menores.
Recuerde:
¡LA COMIDA ES UNO DE LOS GRANDES PLACERES DE LA VIDA
Y NO DEBE PROVOCAR ANSIEDAD O ESTRÉS EN CUALQUIER FORMA!