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Espectrofobia: miedo patológico a los fantasmas


En la mayoría de los casos, nuestros miedos y temores son elementos normales y corrientes que están presentes en la vida mental de cualquier persona sana. Sin embargo, en algunos casos pueden aparecer ciertas fobias, que son miedos patológicos y totalmente irracionales que dañan nuestra calidad de vida.

En ocasiones, estas fobias se fundamentan en elementos objetivos y fáciles de reconocer: por ejemplo, en el caso de la fobia a los perros, la fuente del terror y del estrés casi siempre es fácil de identificar en aquello que nos rodea. Pero... ¿qué pasa cuando lo que produce un terror extremo es algo que ni siquiera existe? Este es el caso de la espectrofobia, o miedo extremo a los fantasmas.

¿Qué es la espectrofobia?

La espectrofobia es definida como un trastorno mental que aparece cuando alguien experimenta un terror extremo y persistente a los fantasmas y espectros en general... o, mejor dicho, a lo que interpreta que es una manifestación de una entidad fantasmagórica.

Normalmente, el miedo a los fantasmas es tan extremo que el foco de atención de las personas con espectrofobia pasa a centrarse con gran facilidad en cualquier estímulo del entorno que pueda ser interpretado como una revelación de que hay fantasmas cerca.

Esta presencia de ideas delirantes funciona como un sistema de retroalimentación del miedo: la ansiedad y la tensión lleva a un estado de alerta en el que se es muy sensible a todo lo que ocurre cerca, y la posibilidad de entrar en contacto con los espíritus resulta tan aterradora que todos los procesos psicológicos se orientan hacia la evitación de esta clase de situaciones.

¿Cómo son las personas con espectrofobia?

Las personas con espectrofobia se mantienen en un estado de tensión constante cuando se encuentran en un espacio que creen que es frecuentado por entidades sobrenaturales como los fantasmas. Eso significa que evitan estar solas en lugares oscuros, cerrados o que han sido asociados a lo sobrenatural a través de leyendas urbanas.

La cercanía de uno de estos lugares coincidiendo con un contexto en el que no hay acompañantes o son muy pocos hace que los espectrofóbicos entren en un estado de ansiedad extremo que en algunos casos deriva en ataques de pánico o en bloqueos mentales.

Por supuesto, un cierto miedo a los fantasmas sigue siendo relativamente común incluso en muchas personas adultas y que en principio no creen en entidades sobrenaturales, pero en el caso de la espectrofobia este terror es lo suficientemente poderoso como para dañar la calidad de vida de la persona.

Además, este miedo no aparecerá solo a la hora de ver, escuchar u oír, por ejemplo, obras de ficción inmersivas que trabajen con la idea de los espíritus y los fantasmas; se extenderá a todos los ámbitos de la vida y sus síntomas podrán aparecer en cualquier momento, sin que la persona pueda controlar esto.

Esto último es relativo, ya que las personas con espectrofobia tienden a querer informarse sobre temas relacionados con la parapsicología y lo sobrenatural, y de algún modo aprenden a leer su propia vida como si fuese el guión de una película de terror para estar lo más preparadas posible ante la posible llegada de fantasmas.

El contagio del miedo a los espíritus

Como en la mayoría de las fobias, además, la sugestión tiene un papel muy importante, y tanto lo que dicen como lo que hacen los demás puede hacer que este miedo extremo se intensifique.

Esto es relativamente común, pues muchas veces el miedo de la persona con espectrofobia se contagia a lo demás (aunque en menor medida), y esto a su vez refuerza la idea delirante de que hay fantasmas cerca. Además, mientras que el miedo que experimentan las personas que ven cómo reacciona la persona con espectrofobia es fugaz y solo aparece en esa clase de situaciones específicas, el terror de esta última es persistente y no depende de la presencia de los demás para revelar sus síntomas.

Los síntomas

Los síntomas de la espectrofobia son fisiológicos, cognitivos y conductuales.

1. Síntomas fisiológicos

La entrada en el estado de alerta que produce esta fobia es desencadenada por la mediación entre el sistema límbico del cerebro y las glándulas de hormonas que están repartidas por todo el cuerpo. En cuestión de segundos, la persona con espectrofobia nota cómo su pulso y el ritmo de su respiración se aceleran bruscamente y empieza la sudoración.

Además, en esta fase el sistema nervioso simpático hace que los vasos sanguíneos más finos y superficiales se estrechen para prevenir posibles pérdidas de sangre, lo cual hace que la piel adopte un tono pálido. Los músculos se tensan para poder actuar rápidamente en caso de que sea necesario escapar. En general, aparecen todos los signos propios de la ansiedad.

2. Síntomas cognitivos

En la faceta cognitiva, las crisis de espectrofobia se caracterizan por inducir a un estado en el que se deja de divagar mentalmente y la atención queda totalmente fijada en elementos del exterior, moviéndose constantemente. La persona entra en un estado de alerta máximo para intentar averiguar desde dónde podría provenir el peligro.

3. Síntomas conductuales

El síntoma conductual más evidente de las personas con espectrofobia es la evitación constante de lugares considerados peligrosos por el riesgo asociado a ser lugar en el que aparecen fantasmas. En caso de estar en uno de estos sitios, hará todo lo posible por salir de allí, incluso si esto tiene un coste alto para su imagen pública o para sus proyectos personales o profesionales a medio y largo plazo.