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Homofobia, transfobia y bifobia: entendiendo estas formas de discriminación


Tanto la homofobia como la bifobia y la transfobia son tipos de discriminación tan dañinas que incluso a día de hoy producen muchos muertos año tras año.

Aunque no solo producen malestar por el coste que suponen en gente que pierde la vida por asesinatos o suicidios; también hay que tener en cuenta que hasta cuando no matan directamente, dan lugar a idas perdidas; gente que durante décadas tiene miedo de mostrarse tal y como es y procura ocultarlo a todo el mundo, personas que intenta auto-imponerse un estilo de ida que no encaja con su orientación sexual, etc.

En este artículo hablaremos acera de las implicaciones psicológicas de la homofobia, la transfobia y la bifobia para comprender mejor los problemas que suponen.

¿Qué tienen en común la homofobia, la transfobia y la bifobia?

Estas tres formas de discriminación tienen como ingrediente común que nacen de la imposición de roles de género. La división sexual del trabajo ha hecho que, durante muchos siglos, el hecho de ser hombre o mujer no sea visto simplemente como un conjunto de características biológicas, sino que se le han asociado una serie de estereotipos y expectativas con profundas implicaciones en la trayectoria de ida que la sociedad plantea a sus miembros dependiendo de en cuál de estas dos categorías encajen.

Las actividades, valores y actitudes que se vinculan al hecho de ser hombre o mujer varían dependiendo de la cultura en la que os fijemos; si embargo, lo que no cambia es que existe una división radical de roles de género en todas las sociedades humanas del presente. En todas las tribus y etnias del mundo, mujeres y hombres tiene una serie de tareas asignadas, un conjunto de estilos de vida que no pueden llevar a cabo, e incluso unas normas distintas a la hora de expresar sus emociones.

LGBT

Por supuesto, todo ello se plasma en la manera en la que las personas expresan su identidad de género y su orientación sexual; y es que muy raramente ocurre que una cultura acepte a la vez lo trans y la no heterosexualidad, ado que estos dos fenómenos, cada uno a su manera, desafían los roles de género, que tienen como origen el modo en el que se interpreta las tareas vinculadas a la reproducción y al mantenimiento de una tribu o una familia teniendo bebés y cuidándolos.

Tanto la actividad sexual como la crianza de los hijos son experiencias que desde hace milenios hemos vinculado a las diferencias entre hombre y mujer, dado que tienen que ver con la reproducción, y es por eso que se han creado normas rígidas para delimitar los roles de los miembros de ambos sexos. Y quienes se sale de esas normas, son castigados de diversas maneras.

El rechazo de uno mismo como consecuencia de la discriminación

Como hemos visto, tanto en la homofobia como en la transfobia y la bifobia operan dinámicas culturales que llevan funcionando durante siglos y que incluso pueden llegar a plasmarse en leyes y en medidas políticas que discriminan a las minorías no heterosexuales o no cisgénero.

Sin embargo, estos fenómenos no son tan solo algo que funciona a nivel social, a través de las interacciones entre personas y colectivos. También se plasman a nivel individual, en la manera de pensar y de sentir de las personas como individuos. Y este es el motivo por el que, entre otras cosas, incluso las víctimas de este tipo de discriminaciones pueden reproducir homofobia, transfobia y bifobia e interpretar la realidad a través de ellas, perjudicándose a sí mismas.

En asos así ocurre lo que se conoce como homofobia, transfobia o bifobia internalizadas; es decir, que la persona que no es heterosexual o no es cis se ve en una situación en la que su identidad choca con lo que considera aceptable, al asumir que lo que se sale de “lo normal” en ese sentido resulta algo malo, algo que debe ser ocultado.

Esto se debe a que en la gran mayoría de los casos, los niños y niñas aprenden antes a rechazar a las personas trans o no heterosexuales que a entender cuál es su identidad sexual y orientación sexual. Para cuando se dan cuenta de cómo se sienten o de qué personas les atraen sexualmente, ya han interiorizado que solo es aceptable lo que encaja a la perfección con los roles de género. Y evidentemente, hace que el proceso de autodescubrimiento se vea muy lastrado por el rechazo a todos los estereotipos asociados a las personas trans, homosexuales y bisexuales, lo cual por un lado produce dinámicas de comportamiento que el individuo se impone a sí mismo a pesar de sus verdaderos deseos, y por otro lado le lleva a no atreverse a conocerse mejor debido al miedo.

Por otro lado, incluso quienes en un plano intelectual/cognitivo ya saben que son homosexuales, bisexuales o trans pueden llegar a buscar desesperadamente maneras e distanciarse de esos estereotipos. Esto hace que no sean pocos quienes incluso discriminan a otros miembros de la comunidad LGBT para “marcar distancias”, dejar claro que no son como ellos y que, de algún modo u otro, son como las personas cis y heterosexuales salvo en contadas ocasiones reservadas a la intimidad. Debido a esto no solo se sigue manteniendo en marcha la discriminación hacia estas minorías, sino que el rechazo hacia uno mismo también se sigue reproduciendo y, por otro lado, las personas LGTB ni siquiera se pueden sentir totalmente seguras y respetadas en sus propios contextos de encuentro y en las actividades ligadas a las subculturas que nacen en esos lugares.

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Me llamo Tomás Santa Cecilia, soy psicólogo, y me especializo en el modelo cognitivo-conductual aplicado a problemas como la baja autoestima, el exceso de ansiedad, los síntomas de tipo depresivo, las crisis de pareja, y otras formas de malestar de tipo emocional o plasmadas en las relaciones personales.