Tópicos Biografía Ciencia e investigaciones Biología

Georges-Louis Leclerc: biografía y aportaciones de este naturalista


Cuando hablamos de evolucionismo, a la mayoría de personas se les viene a la cabeza la cara de Charles Darwin y, en menor medida, la de Lamarck. Ellos dos son las figuras más destacables en los inicios del evolucionismo, pero siendo justos no son los precursores.

Han habido otros que han presentado la idea de que las especies pueden cambiar a lo largo del tiempo, ya sea por factores medioambientales o por el simple transcurrir de las generaciones.

Uno de los más curiosos precursores del evolucionismo, sin ser biólogo evolucionista reconocido, es Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon. A continuación vamos a conocer sobre su vida y su trabajo, además de profundizar acerca de su particular idea del origen del ser humano y las razas que según él lo conforman, a través de una biografía de Georges-Louis Leclerc.

Breve biografía de Georges-Louis Leclerc de Buffon

Georges-Louis Leclerc fue un naturalista, botánico, biólogo, cosmólogo, matemático y escritor francés. Conocido también como conde de Buffon, pretendió compendiar todo el saber humano sobre el mundo natural de su época en su obra en 36 volúmenes “Histoire naturelle”, además de otros volúmenes realizados póstumamente. Se dice que su enfoque influyó en la Enciclopedia de Diderot y que sus ideas sobre la transformación de las especies fueron reveladoras para las siguientes generaciones de naturalistas, especialmente Georges Cuvier, Jean Baptiste Lamarck y Charles Darwin.

Infancia y adolescencia de Leclerc

Georges Louis Leclerc, Conde de Buffon, nació en Montbard, Borgoña, el 7 de septiembre de 1707. Era hijo de François Leclerc, un funcionario local menor a cargo del impuesto a la sal, y Anne-Christine Marlin. Georges fue llamado así en honor a un tío de su madre Georges Blaisot. En 1714 Blaisot falleció sin hijos, dejando una generosa fortuna a Georges-Louis Leclerc con tan sólo siete años. Benjamin Leclerc decidió comprar una finca que contenía el pueblo vecino de Buffon y se trasladó junto con su familia a Dijon desempeñando varios oficios.

Georges acudió al Colegio Jesuíta en Dijon a la edad de diez años. De 1723 a 1726 estudió derecho en Dijon, un prerrequisito para continuar con la tradición familiar de dedicarse al servicio público. Sin embargo, en 1728 Georges se fue de Dijon para estudiar matemáticas y medicina en la Universidad de Angers. Allí, en 1730 conoció al joven Duque de Kingston, quien estaba recorriendo Europa, a lo que Leclerc se unió y viajó con él en una larga y costosa travesía de un año por la mitad sur de Francia y algunas partes de Italia.

Hay muchos rumores sobre lo que hizo por esta época, habladurías de ese tiempo que afirman que el joven Georges-Louis Leclerc se la pasó entre duelos y viajes secretos a Inglaterra. En 1732, tras la muerte de su madre y antes del inminente nuevo matrimonio de su padre, Georges se separó de Kingston y volvió a Dijon para recibir su herencia.

Lo de “de Buffon” se lo había puesto en su travesía con el duque de Kingston; volvió a comprar la villa de Buffon que su padre había vendido previamente. Con una fortuna de cerca 80.000 libras, Georges-Louis Leclerc se desplazó a París para hacerse un sitio en la ciencia del momento, dedicándose primero a las matemáticas y la mecánica, y también con la intención de incrementar su fortuna.

Primeros trabajos científicos

En 1732 se mudó a París. En la capital gala tendría la ocasión de conocer al mismísimo Voltaire y otros intelectuales destacables de la Ilustración. Su primer trabajo conocido fue matemático titulado “Sur le jeu de franc-carreau”, en el que introdujo cálculo diferencial e integral aplicado a la teoría de la probabilidad.

De hecho, a raíz de este trabajo, se bautizó con su nombre a un concepto matemático: la aguja de Buffon. En 1734 fue admitido por la Academia Francesa de Ciencias. Durante este período conoció al matemático suizo Gabriel Cramer.

Consolidación de su carrera como investigador

En 1739 fue nombrado director del Jardin du Roi (Jardín del Rey) parisino con la ayuda de Jean-Frédéric Phélypeaux, conde de Maurepas, cargo que desempeñó Leclerc hasta el final de su vida. Georges-Louis Leclerc destacó por transformar este jardín en uno de los mayores centros de investigación del momento. También lo expandió, comprando nuevas parcelas y adquiriendo nuevos especímenes, tanto vegetales como animales, procedentes de los lugares más remotos del mundo.

Gracias a sus dotes como prolífico escritor, en 1753 fue invitado a la Académie Française y, en 1768, fue elegido como miembro de la American Philosophical Society. En su “Discours sur le style” (“Discurso del estilo”), pronunciado delante los miembros de la Académie Française dijo:

“Escribir bien consiste en pensar, sentir y expresarse bien, de claridad de la mente, el alma y el gusto… El estilo del hombre mismo”

Desgraciadamente para él, la reputación de Leclerc como un estilista literario alimentó las ansias de crítica de sus detractores, entre ellos Jean le Rond D’Alembert quien le llamó “el gran traficante de frases”.

En 1752 Georges-Louis Leclerc se casó con Marie-Françoise de Saint-Belin-Malain, la hija de una familia noble empobrecida procedente de Borgoña. Su segundo hijo, nacido en 1764, sobrevivió a la infancia y, en 1769, murió su esposa.

Últimos años de vida

En 1772 Leclerc cayó gravemente enfermo. Le hizo prometer a su hijo, quien por aquel entonces tenía solo 8 años, que lo sucediera como director del Jardin du Roi, promesa que se volvió claramente impracticable. El rey, Luis XV de Francia, elevó las propiedades de Buffon en Borgoña a la categoría de condado, lo que le convirtieron a él y a su hijo en condes de pleno derecho.

Georges-Louis Leclerc murió el 16 de abril de 1788, en París. Fue enterrado en una capilla de la iglesia de Sainte-Urse Montbard. Durante la Revolución Francesa (1789-1799) su tumba fue profanada y el plomo que cubría el ataúd fue arrancado para hacer balas. Su corazón fue inicialmente guardado, y fue conservado por Suzanne Necker, la esposa de Jacques Necker, pero acabó perdiéndose. Lo que sí se conserva del señor Leclerc es su cerebelo, guardado en la base de la estatua en su honor en 1776, en el Museo de Historia Natural de París.

Principales aportaciones científicas de Georges-Louis Leclerc

Uno de los trabajos más destacables de Buffon es su “Histoire naturelle, générale et particulière” redactada desde 1749, conformada por 36 volúmenes originales más otros adicionales hechos a partir de notas de Leclerc encontradas tras su muerte.

Originalmente, en esta obra se tenía previsto hablar de los tres reinos de la naturaleza que en aquel momento se creía que existían: animal, vegetal y mineral. Sin embargo, al final estos volúmenes se limitaron a cubrir el reino animal y mineral, y los animales de los que hablaba eran mayormente los pájaros y cuadrúpedos.

Pese a no ser lo más detallado del momento, su obra estaba escrita en un estilo tan brillante que toda persona educada de Europa se hizo con algún ejemplar y contó con la colaboración de grandes personajes de su tiempo. Entre las personas que le ayudaron en su publicación se encuentran Louis-Jean-Marie Daubenton, Philibert Guéneau de Montbeillard y Gabriel-Léopold Bexon. La “Histoire naturelle” de Leclerc fue traducida a muchos idiomas, haciendo que se convirtiera en uno de los autores más leídos de su momento, rivalizando con personajes ilustres coetáneos como Montesquieu, Rousseau y Voltaire.

Historie Naturelle

En los primeros volúmenes de su Histoire naturelle, criticaba el enfoque taxonómico de Carl von Linné a la historia natural, y destacó una historia de la Tierra con poca relación con la teoría bíblica. Estos volúmenes fueron condenados por la Facultad de Teología de la Sorbona. Buffon publicó una retracción, aunque siguió publicando los volúmenes religiosamente ofensivos sin ningún tipo de remordimiento.

A lo largo de su investigación del mundo animal, Georges-Louis Leclerc se dio cuenta de que, incluso teniendo climas similares, las regiones tienen plantas y animales distintivos, un concepto que más tarde sería conocido como la Ley de Buffon, lo que se considera como el primer principio de la biogeografía. Leclerc hizo la sugerencia de que las especies habían “mejorado” o “empeorado” desde que se dispersaron del centro de la creación.

En su volumen 14 argumenta que todos los cuadrúpedos de la Tierra se han desarrollado de un conjunto original de cuadrúpedos conformado por unas 38 especies. En base a esta afirmación, es considerado por muchos como un “transformista”, defensor de la idea de que los organismos cambian con el paso del tiempo, y por lo tanto también se podría considerar un precursor de Darwin. También comentó que el cambio climático podría haber facilitado que ciertas especies se esparcieran a nuevos lugares alejados de su lugar de origen.

Una de las teorías de Buffon más polémicas fue cuando afirmó que la naturaleza del Nuevo Mundo era inferior a la de Eurasia. Explicó que las especies de América eran más pequeñas y menos fuertes que en el resto del planeta. También afirmó que los hombres en América eran menos viriles que los europeos. Atribuyó esta “inferioridad” a los hedores de los pantanos y los bosques densos del continente americano.

Estas afirmaciones fueron tan controversiales que llegaron a irritar a Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos, quien ordenó a veinte soldados que fueran a los bosques de Nueva Hampshire para cazar un alce para enviárselo a Leclerc como prueba del tamaño grandioso y majestuosidad de los cuadrúpedos americanos.

En su obra “Les époques de la nature” (1778), Georges-Louis Leclerc habla sobre los orígenes del Sistema Solar, y especula que los planetas fueron creados a partir de la colisión de un cometa con el Sol. También sugirió que la Tierra fue originada mucho antes que el año 4004 a.C., la fecha establecida por el arzobispo James Ussher para la creación del mundo de acuerdo con la teoría bíblica.

De Buffon calculó que la Tierra tenía que tener, como mínimo, 75.000 años, afirmación que hizo que volviera a ser condenado por la Sorbona y le tuvo que hacer retractarse para evitar problemas mayores. Hoy en día sabemos que estaba errado, pues la edad de la Tierra se cree que es de 4,543 miles de millones años.

Estudios sobre las razas

Georges-Louis Leclerc y Johann Blumenbach creían firmemente en el monogenismo, la idea de que todas las razas tenían un mismo y único origen. También creían en la teoría de la degeneración, aquella que los primeros seres humanos, Adán y Eva, eran caucásicos y que las demás razas surgieron como producto de la degeneración de su descendencia, influida por factores ambientales como el sol o la dieta. Pensaban que esta “degeneración” podía ser revertida si se daban las condiciones ambientales propicias para “corregir” los defectos de las otras razas.

Buffon y Blumenbach relacionaban la alta pigmentación de las personas que vivían en entornos tropicales no al sol en sí, sino al calor. Creían también que el viento frío provocaba que la piel tuviera un aspecto aleonado, como era el caso de los pueblos inuit. Pensaban que la piel relativamente blanca de los chinos era a que vivían en pueblos con casas bien protegidas de las condiciones ambientales. Buffon indicó que la dieta y el estilo de vida también podían contribuir a que las razas se “degeneraran” y distinguirse de la raza original caucásica.

Buffon era partidario de la hipótesis de que el origen de la especie humana se encontraba en Asia, considerando que el lugar de aparición de nuestra especie por primera vez fue en una zona con temperaturas altas. Al creer que unas buenas condiciones climáticas hacen que crezcan humanos sanos, hipotetizó que el lugar más lógico tenía que estar en Asía, probablemente en la zona del Mar Caspio.

Su relevancia en la Biología moderna

Con sus claroscuros, la figura de Georges-Louis Leclerc tiene gran relevancia en la biología moderna al acercarse bastante a la idea de que las especies cambian con el paso del tiempo. De hecho, el mismo Charles Darwin comentó en su conocido libro “El Origen de las Especies”, concretamente a partir de la cuarta edición, que Buffon era el primer autor en tiempos modernos que había tratado a la evolución con una perspectiva científica.

Y es que la teoría de la degeneración propuesta por Leclerc influyó mucho en los biólogos de la época, a pesar de sus controversias morales y el evidente racismo científico.

No se puede considerar a Leclerc como un biólogo evolutivo, aunque sí que se podría decir que fue el padre del evolucionismo. Fue la primera persona en discutir sobre un gran número de cuestiones relacionadas con la evolución, cuestiones que antes de la aparición de Buffon no se les había ocurrido a nadie. Trajo la idea de la evolución al terreno de la ciencia, sin siquiera usar esa palabra.

Leclerc propuso el concepto de “unidad de tipo”, una idea precursora de la anatomía comparativa. También destaca por rechazar la edad de la Tierra bíblica y proponer una mayor antigüedad para el planeta. Destaca su idea de la “lucha por la existencia” similar a la lucha por la supervivencia y selección natural darwiniana