Siento que todo me da igual: posibles causas y qué hacer
Cuando a una persona le da todo igual, tiende a ver la vida pasar sin ser capaz de disfrutar de ella, viviendo con apatía, anhedonia, desgana o abulia. Es como si todo careciese de importancia y no encontrara nada en la vida que fuera ilusionante. Este desinterés generalizado requiere atención urgente; sobre todo, si se mantiene de forma prologada en el tiempo.
Algunas de las posibles causas por las que siento que todo me da igual podrían ser las siguientes: depresión o algún otro trastorno del estado de ánimo, sufrimiento emocional, crisis vitales, vacío existencial o por un exceso de materialismo, entre otros.
En este artículo veremos cada una de esas posibles causas por las que una persona podría sentir que todo le da igual y también expondremos algunos consejos ante este tipo de situaciones.
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¿Por qué siento que todo me da igual?
Sentir que todo nos da igual puede llagar a presentarse en cualquier momento a lo largo de la vida y ante diversas situaciones, habiendo una amplia variedad de causas, como veremos más adelante. Quienes experimentan un “vacío” semejante lo pueden llegar a expresar de diferentes maneras, ya que no existe una única razón y cada persona lo vive de una manera distinta.
Por ello, es importante que la persona que lo experimente haga un trabajo de introspección que le permita encontrar la raíz de su sentimiento de indiferencia hacia lo que le rodea.
A continuación, vamos a explicar algunas de las causas más comunes por las que una persona puede llegar a sentir que todo le da igual.
1. Depresión o problemas del estado de ánimo
Una de las principales causas por las que alguien puede sentir que todo le da igual es el hecho de estar padeciendo un episodio de depresión o cualquier trastorno del estado de ánimo (p. ej., trastorno bipolar), dado que algunos de los síntomas más comunes de la depresión son los siguientes:
- Abulia: falta de motivación, voluntad o de energía para hacer ciertas actividades que antes solía hacer.
- Anhedonia: incapacidad para disfrutar de ciertas actividades que anteriormente solía considerar como placenteras.
- Apatía: falta de entusiasmo, emoción o motivación a nivel general hacia las cosas o hacia el entorno.
En el caso de la distimia (trastorno depresivo persistente), encontramos una forma de depresión que se prolonga en el tiempo (2 años o más), en la que la persona suele perder interés por ciertas actividades de la vida cotidiana que antes le resultaban agradables y placenteras, a experimentar una baja autoestima y a tener una sensación de ineptitud general, de forma que también podría llegar a sentirse desesperanzada y, subjetivamente, podría tener la sensación de que todo le da igual.
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2. Un fuerte sufrimiento a nivel emocional
Otra de las cosas por las que una persona podría llegar a sentir que todo le da igual puede derivarse de haber sufrido una situación muy dolorosa o incluso traumática que cause en la persona un fuerte malestar, seguido de sentimientos de apatía (p. ej., el fallecimiento de un ser querido, la ruptura de una relación de pareja o haber perdido su trabajo y tener dificultades para encontrar uno nuevo, entre otros), de forma que la persona puede pasar por un proceso de duelo y, en algunos casos, es probable que necesite un tiempo para asimilar la pérdida y para reorientar su vida de nuevo.
En este tipo de casos es importante que la persona se apoye en sus allegados y que escuche a sus emociones, ya que si intenta reprimirlas para aparentar fortaleza y “normalidad”, es probable que acaben pasando factura y terminen por eclosionar de una manera más perjudicial que si las dejara fluir según las va sintiendo.
4. Crisis vital
Hay algunas crisis vitales que podemos llegar a experimentar a lo largo de nuestra vida por ciertos cambios psicológicos, físicos, sociales, familiares y/o laborales, entre otros de diferente índole, que desafía la propia capacidad de adaptación de las personas y que pueden ser incidentales o transicionales (propias del ciclo vital natural que experimentan todas las personas), pudiendo llegar a desencadenar un proceso de duelo, siendo un momento crítico para que la persona logra adaptarse a la nueva realidad o, de lo contrario, podría desembocar en un empeoramiento de la situación.
Ante este tipo de crisis, es posible que la persona se sienta desanimada y que perciba que todo le da igual; sin embargo, aunque las cosas no estén yendo según lo esperado, quizás sea un buen momento para escucharse a sí misma y reorientar su vida o, ciertos ámbitos de su vida, en otra dirección, siendo un gran momento de aprendizaje, autoconocimiento y crecimiento personal.
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5. Vacío existencial
Todas las personas, o al menos la mayoría, se han hecho alguna vez preguntas existenciales relacionadas con el sentido de la vida, con respecto a la muerte, si hay algo más allá o en lo que respecta a las causas de todo lo que habita y se puede encontrar en el universo. En ocasiones, todo esto puede llegar a causar un vacío existencial en algunas personas que podría llegar a provocar que tenga la sensación de que nada importa y que su vida se encuentra en manos del azar.
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6. Un exceso de materialismo
En la sociedad en la que vivimos hoy en día es bastante fácil caer en un exceso de materialismo, de forma que quienes caen en ello no logran “saciarse” a pesar de tener todas sus necesidades cubiertas e incluso aunque tengan más de lo necesario. En este tipo de casos, la persona podría llegar a sentir un vacío a nivel emocional que no consigue llenar con la adquisición de nuevos bienes materiales, ya que la abundancia de comodidades en esta sociedad no sirve para lograr todo tipo de carencias, como podrían ser las afectivas o de otra índole.
Ante este tipo de vacíos, las personas podrían experimentar sensaciones de apatía y de que todo le da igual, porque la abundancia material puede provocar que las personas no valoren lo que tienen ni tampoco otros aspectos de su vida que deberían importarle más que el hecho de tratar de tener cada vez más cosas.
¿Qué es lo que puedo hacer si siento que todo me da igual?
Ahora que ya hemos explicado las causas por las que una persona podría llegar a sentir que todo le da igual, vamos a dar algunas pautas que puedan servir de ayuda para afrontar este tipo de situaciones, lidiando con el malestar y tratando de solucionar las posibles causas.
1. Escuchar las propias emociones
Uno de los consejos por lo que deberíamos empezar cuando nos encontramos ante alguna situación semejante a las que acabamos de mencionar es escuchando a nuestras emociones, ya que esto nos permitirá encontrar los posibles motivos de nuestro malestar con el fin de que podamos descubrir qué es lo que nos causa daño y, en base a ello, podríamos empezar a buscar soluciones.
A su vez, escuchar las emociones nos servirá para comenzar a gestionarlas correctamente con el fin de que no nos causen un mayor malestar del debido, dado que cuando no se escuchan, difícilmente podremos saber qué es lo que queremos y lo que no realmente. Por otro lado, es importante ver que las emociones que consideramos negativas (p. ej., la tristeza, la angustia o la ira) cumplen una función importante para la adaptación de las personas ante determinadas circunstancias; no obstante, cuando no se escuchan ni gestionan estas correctamente pueden llegar a volverse desadaptativas.
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2. Apoyarse en personas de confianza
Otro consejo que puede servir de ayuda es que cuando una persona se encuentre en alguna situación semejante a las que vimos con anterioridad, no enmascare su malestar y trate de apoyarse en personas de confianza, como pudiera ser su pareja, algún familiar o amigo, con el fin de recibir apoyo de sus allegados, ya que tratando de silenciar nuestros sentimientos no va a permitirnos salir adelante, sino justo lo contrario.
Es fundamental contar con algunos puntos de apoyo como puede ser una persona de confianza, un lugar en el que nos sintamos como en nuestra casa o bien alguna afición que nos guste y nos permita desahogarnos mientras la practicamos, ya que este tipo de puntos de apoyo nos permitirán sacar fuerzas y ánimos ante momentos complicados.
3. Buscar qué es lo que más nos llena en la vida y tratar de encauzar nuestra vida hacia ello
Buscar un propósito en la vida y, sobre todo, mantenerse activo, es una de las opciones más recomendables cuando una persona se siente apática, de manera que todo le da igual, ya que la activación conductual ha demostrado ser eficaz a la hora de combatir síntomas depresivos como es el caso de la apatía.
Por ello, hay que comenzar por buscar cosas que nos gusten (p. ej., quedar con amigos, practicar deporte, dar un paseo, etc.) y comenzar a realizarlas de manera rutinaria. También puede ser una buena opción rescatar antiguas aficiones del pasado que se habían dejado atrás (p. ej., si antes solía hacer rutas de senderismo y hace años que he dejado de hacerlas, podría ser el momento perfecto para retomarlo).
Otra opción muy recomendable podría ser poner en marcha algún proyecto que nos apasione y nos mantenga con un propósito en la vida (p. ej., siempre que querido ayudar a los demás, por lo que quizás podría comenzar haciéndome voluntario de alguna asociación o tratar de conseguir un trabajo que me permita desempeñar una labor social que ayude a otras personas). Ante todo, esto debe llevarse a cabo de manera progresiva para no sentirse abrumado ante tantos retos.
4. Buscar ayuda profesional
Ante este tipo de situaciones buscar la ayuda de un psicólogo quizás sea una de las opciones más acertadas, ya que si esa sensación de que todo nos da igual se mantiene de forma prolongada en el tiempo puede ser un signo de estar padeciendo una depresión o algún otro problema de salud mental, por lo que la terapia puede ayudarnos a afrontar de una manera más adaptativa este tipo de situaciones y así prevenir antes de que pudieran empeorar este tipo de sentimientos que nos generan malestar en mayor o menor medida.
Asimismo, ir a terapia puede servir para reforzar la autoestima y desarrollar una serie de herramientas que nos podrían servir de ayuda ante futuras situaciones difíciles. También el psicólogo puede ayudarnos a descubrir las causas de nuestro malestar, incluso las que pudieran estar subyacentes.