Perfil psicológico del pederasta: 8 rasgos en común
No es infrecuente que de vez en cuando se publiquen en los medios de comunicación noticias respecto a casos en que uno o más adultos han sido detenidos por pederastia o aspectos vinculados a la práctica de actividades de índole sexual con menores.
Se trata de un fenómeno que no es tan aislado: se estima que alrededor de entre un 10 y un 25% de la población adulta ha sufrido en algún momento de su infancia ha sufrido a lo largo de su infancia algún tipo de abuso sexual (una de cada cuatro niñas y uno de cada ocho niños).
Es por ello que desde la psicología, la criminología y otras disciplinas se ha analizado las características propias de quien realiza tal abuso: los pederastas. Si bien debido a la alta variabilidad en los casos existen una gran cantidad a tener en cuenta, a continuación se plantean una serie de características y elementos que se han encontrado con frecuencia a la hora de establecer un perfil psicológico del pederasta.
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Pederastia: definiendo el concepto
Se considera pederastia aquella situación en la que un menor sufre un abuso sexual por parte de un adulto. Esto incluye todo tipo de conducta o comportamiento en que se use al menor como objeto sexual, aprovechándose para ello de la diferencia en madurez, edad o poder entre el menor y el otro sujeto.
En general estos sujetos suelen tener las capacidades mentales conservadas, siendo capaces de discernir a nivel cognitivo entre lo que está bien y lo que no. Es por ello que se les considera plenamente conscientes y responsables de sus actos, y por consiguiente imputables.
Tipologías de pederasta
Los intentos de clasificar la conducta y establecer un perfil básico del pedófilo y pederasta han conducido a la elaboración de algunas tipologías al respecto. Concretamente se ha reflejado la presencia de dos tipos básicos.
1. Pederasta situacional o incidental
Este tipo de abusador sexual no tiene una sexualidad restringida a los menores, teniendo con frecuencia pareja con la que puede establecer relaciones con normalidad. Este tipo de individuo no tiene una preferencia concreta por un tipo de víctima, sino que aprovecha las oportunidades que tiene de cometer abuso.
No es infrecuente que los pederastas de este tipo hayan sufrido asimismo abusos en la infancia. Se trata del tipo de pederasta más frecuente y el que más tiende a agredir a componentes de su misma familia.
2. Pederasta preferencial
Este tipo de pederastas suelen tener un mayor número de víctimas. Establecen una serie de características que les atraen más que otras, y suelen tener una vida más ligada a la búsqueda de su objeto de deseo.
No suelen tener pareja o de tenerla la utilizan como tapadera, y por lo general tienden a dedicarse o localizarse cerca de lugares con acceso a menores. Suelen tener un comportamiento más compulsivo que los situacionales.
Aspectos en común entre este tipo de sujetos
Si bien las circunstancias que rodean cada caso son particulares y no todas las características son aplicables a todas las situaciones, existe una serie de elementos que suelen ser comunes a los diversos tipos de pederastas.
1. Sexo y edad
Generalmente el perfil típico de pederasta es el de un sujeto pedófilo de edad media o avanzada. Suele tratarse de varones de entre treinta y cincuenta años de edad, si bien en muchos casos en que la conducta delictiva aparece desde la adolescencia.
A pesar de que en su mayoría se trata de hombres, existe un cierto porcentaje de casos que varía entre el 10 y el 25% en que las abusadoras son mujeres. En su mayoría, los perpetradores varones tienden a agredir a víctimas de entre ocho y trece años de edad. En el caso de las agresiones sexuales llevadas a cabo por mujeres, se han detectado especialmente que las víctimas tienden a ser o menores de cinco años o adolescentes.
2. Características de personalidad
Tal y como ocurre en el caso de los violadores, por norma general los pederastas no tienden a presentar comportamientos extraños. Su conducta es típica y habitual en la mayoría de las ámbitos vitales.
Sin embargo si es posible observar, especialmente en aquellos pederastas de tipo preferencial, la existencia de algunos patrones de personalidad relativamente consistentes.
En general, destaca la presencia de una muy baja autoestima y poca tolerancia al estrés. En muchos casos la conducta se lleva a cabo de manera impulsiva, como manera de deshacerse de un estrés de tipo psicosocial. Además, muchos presentan también sentimientos de inferioridad, dificultades en sus relaciones interpersonales (si bien no se trata de algo definitorio), y un cierto nivel de inmadurez. Suelen ser reservados y retraídos.
3. Falta de empatía
Si bien podría incluirse en el apartado anterior, esta característica merece una mención especial, y es que por norma general los pederastas tienen una considerable falta de empatía, en el sentido que no son capaces de conectar con el sufrimiento que su actuación genera en el menor atacado o eligen voluntariamente ignorar este hecho.
Sin embargo, esta falta de empatía suele expresarse solo en algunos casos, no en todos los tipos de relaciones sociales que mantienen. De algún modo, dejan de empatizar con ciertas personas a conveniencia, dependiendo de sus propósitos y motivaciones.
4. Suelen estar vinculados o emparentados con las víctimas
En la gran mayoría de los casos abusador y abusado mantienen algún tipo de vinculación, generalmente familiar, laboral o vecinal, siendo infrecuente que el acto de pederastia sea llevado a cabo por un desconocido.
Esto es así porque permite crear algún tipo de pacto que comprometa a ambas partes y que aporte cierta seguridad, una protección gracias a la cual será más dicícil que salten las alarmas y que las autoridades lleguen a averiguar lo que está ocurriendo.
5. Buscan el contacto con menores
Vinculado al punto anterior, por norma general los pedófilos y pederastas tienden a buscar el contacto frecuente con su objeto de deseo, los menores. Es por ello que en muchos casos se vinculan al mundo de la educación o buscan residencia en lugares con fácil acceso a menores.
De hecho, normalmente los pederastas son capaces de invertir meses o incluso años de contacto casi diario con niños y niñas antes de cometer un crimen. Se crean una coartada a ojos de conocidos y vecinos de modo que al principio no parezca extraño que se rodee de menores, y durante esta etapa minimizan el riesgo de que se les pueda detectar. Gracias a esta estrategia cada vez van ganando mayores posibilidades de estar a solas con los pequeños, ya que cuentan con la confianza de terceros, y la aprovechan.
6. Experiencias traumáticas previas
Si bien no es un hecho definitorio de la pederastia no es infrecuente que aquellos sujetos que llevan a cabo conductas de este tipo hayan sido a su vez maltratados y abusados en la infancia. Esto puede provocar que se dé un aprendizaje de la situación estimular en que el niño acaba asociando sexualidad a situación abusiva, replicando la misma situación en la adultez.
7. No suelen usar la violencia
Si bien en algunos casos ha habido elementos sádicos y crueles en la práctica de sus actividades sexuales, normalmente resultado de experiencias traumáticas previas o producto de otras alteraciones mentales, por norma general los pederastas no suelen emplear la violencia.
Su modus operandi suele basarse en el acercamiento y el establecimiento de una relación de confianza con el menor víctima de abuso, cosa especialmente evidente cuando tenemos en cuenta que la gran mayoría de casos conocidos se han dado entre individuos que ya se conocían de antemano. Ganan acceso a los menores por su trabajo, vínculos consanguíneos o a través de las redes (fenómeno conocido como grooming), fingiendo comprender las circunstancias vitales del menor y produciendo en ellos curiosidad y afecto, intentando aproximarse poco a poco.
De hecho, en muchos casos las propias víctimas no viven inicialmente el abuso como tal, siendo manipulados de manera que llegan a pensar que se trata de una especie de juego o una manera de relacionarse con ese adulto en cuestión.
8. Tienden a autojustificarse
Si bien en muchos casos los pederastas detenidos han manifestado un cierto alivio al ser detenidos, especialmente aquellos casos en que presentan sensación de culpabilidad, por norma general los pederastas tienden a minimizar la importancia del acto o los daños causados a la víctima.
Con frecuencia indican que la relación no es dañina para el menor, es aceptada y/o deseada por éste o que existe una vinculación afectiva que legitima el acto, no existiendo remordimiento por el abuso cometido.