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Interocepción: escuchar al propio cuerpo


Cuando hablamos de los sentidos, generalmente pensamos en los cinco dedicados a la percepción del mundo exterior, es decir, vista, oído, olfato, gusto y tacto. Gracias a ellos percibimos imágenes, sonidos, olores y feromonas, sabores, temperatura y contacto físico.

Sin embargo, a menudo no nos fijamos en un detalle importante. También podemos percibir nuestro interior. Notamos dolores de cabeza, náuseas, picores internos, el ritmo cardíaco o dolores musculares. Y ello es atribuible a otro sentido: la interocepción. En este artículo vamos a hacer un breve análisis de este concepto.

¿Qué es la interocepción?

Entendemos por interocepción a la percepción del estado interno del organismo, aportando información sobre el funcionamiento o disfunción de las vísceras y órganos internos. Se trata de un sentido que nos ayuda a mantener la homeóstasis o equilibrio corporal. Aunque frecuentemente poco valorada, la interocepción es algo vital para la supervivencia: gracias a ella podemos percibir que estamos heridos, que algo no va bien en nuestro organismo, que necesitamos un mayor aporte de oxígeno, que necesitamos beber agua o comer o que estamos sexualmente excitados.

Si bien a veces es separada de la interocepción, la percepción del dolor o nocicepción también estaría incluida dentro de la capacidad de detectar los cambios en el equilibrio corporal.

Y no solo eso: si bien generalmente se piensa en la interocepción como algo meramente fisiológico, lo cierto es que se encuentra en gran medida ligado con la experimentación de las emociones. Por ejemplo, no es fácil determinar si sentimos asco si la emoción de desagrado no va acompañada de sensaciones de tipo gástrico. Y ello es importante a la hora de poder autogestionar nuestras emociones y conducta dependiendo de la situación que vivamos y lo que despierte en nuestro organismo. También se relaciona con la percepción de uno mismo como entidad propia.

Receptores interoceptivos

Con tal de poder percibir la estimulación es necesario que exista algún tipo de elemento encargado de detectarla. Dicho de otro modo, es necesario que exista algún tipo de receptor biológico.

Los receptores interoceptivos se encuentran esparcidos por todo el organismo, generalmente en todos los órganos principales y en los vasos sanguíneos. Se encuentran en el endodermo. El sistema interoceptivo no emplea un único tipo de receptor, sino que recoge información de mecanorreceptores (sensibles a la deformación), termoceptores (que captan la temperatura), baroreceptores (sensibles a la presión sanguínea) o nociceptores (que captan la ruptura de células y envían sensaciones de dolor) e informa del estado del o de los órganos en cuestión (pudiendo verse afectados estos receptores por diferentes estímulos o situaciones según el órgano concreto del que estemos hablando).

Generalmente se trata de receptores que permanecen silentes, a menos que se produzca una alteración que los active y provoque que reaccionen enviando señales. Por ejemplo, no solemos captar que nuestro corazón va más o menos rápido a menos que estemos nerviosos o acelerados, o que nos falta agua a menos que su falta haga que estos generen sensaciones (que provocarán que el sistema nervioso desencadene la percepción de sed para compensar.

Sistemas corporales en los que se ha estudiado esta función sensorial

El sentido de la interocepción se extiende a casi todo el conjunto de órganos y tejidos del organismo. Sin embargo, el papel de dicho sentido se ha explorado más a menudo en algunos sistemas corporales concretos.

1. Sistema cardiovascular

El sistema que más atención ha recibido en la investigación. En este sentido, la información interoceptiva nos permite tener sensaciones de tipo cardíaco tales como la frecuencia o aceleración del corazón, o los niveles de presión sanguínea. Se trata de informaciones que permiten por ejemplo darnos cuenta de que estamos sufriendo un infarto, o de que se nos acelera el pulso.

La percepción de alteraciones en este sistema se basa principalmente en la acción del corazón, enviándose la información a receptores somatosensoriales del tórax. A nivel cerebral se especula que el hemisferio derecho puede estar más relacionado al procesamiento consciente de la información cardiaca, pero las investigaciones realizadas no han reflejado la existencia de datos concluyentes al respecto.

2. Sistema respiratorio

La interocepción pulmonar es otra de las más estudiadas, vinculadas asimismo a una gran cantidad de posibles sensaciones percibidas. Estiramiento y dilatación, irritación y volumen, presión y movimiento son algunas de las informaciones que se captan. También podemos captar la existencia de obstrucciones.

3. Sistema gastrointestinal

Movimiento, distensión, temperatura o incluso quimiocepción son algunas de las sensaciones vinculadas a la interocepción del tubo digestivo. Aunque mucha de la información que se procesa en este sistema suele ser consciente, se ha observado que algunas estimulaciones pequeñas pueden no generar percepción consciente.

Alteraciones en la interocepción

La interocepción es un sentido de gran importancia que nos permite ajustar nuestra conducta a lo que le esté sucediendo internamente a nuestro organismo. Sin embargo, no en todas las personas funciona correctamente, lo que les puede ocasionar diferentes problemas.

Estas alteraciones pueden ser por exceso o por defecto: es posible que exista una hipersensibilidad que haga que los receptores interoceptivos se activen con poca estimulación o que los receptores no se activen, lo que dificultaría en gran medida ajustar la respuesta conductual.

Es lo que ocurre con aquellas personas con insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis o CIPA, no pudiendo percibir el sufrimiento que le genera la estimulación y (generalmente) la temperatura. También podemos encontrar que la interocepción se encuentra alterada en diversas afecciones de tipo psiquiátrico, como por ejemplo en algunas alucinaciones propias de episodios psicóticos o en episodios maníacos. Por último, el consumo de algunas drogas y/o la intoxicación por parte de algún elemento tóxico puede alterar la capacidad interoceptiva del organismo.