¿Qué es el espacio sináptico y cómo funciona?
El sistema nervioso está constituido por una extensa red de conexiones nerviosas cuyo componente básico es la neurona. Dichas conexiones permiten el control y gestión de los diferentes procesos mentales y conductas de las que es capaz el ser humano, permitiéndonos el mantenernos con vida, correr, hablar, relacionarnos, imaginar o amar.
Las conexiones nerviosas se dan entre diversas neuronas o entre neuronas y órganos internos, generando impulsos electroquímicos que se transmiten entre neuronas hasta llegar a su objetivo. Sin embargo, estas células nerviosas no están enganchadas las unas a las otras. Entre las diferentes neuronas que forman parte del sistema nervioso podemos encontrar un pequeño espacio a través del cual se produce la comunicación con la o las siguientes neuronas. Estos espacios son llamamos espacios sinápticos.
Sinapsis y espacio sináptico
El espacio sináptico o hendidura sináptica es el pequeño espacio que existe entre el final de una neurona y el inicio de otra. Se trata de un espacio extracelular de entre 20 a 40 nanómetros y relleno de líquido sináptico que forma parte de la sinapsis neuronal, junto con las neuronas pre y postsinápticas. De este modo, es en este espacio o hendidura sináptica donde se produce la transmisión de información de una neurona a otra, siendo la neurona que libera la información denominada presináptica mientras que la que la reciben recibe el nombre de neurona postsináptica.
Existen diferentes tipos de sinapsis: es posible que el espacio sináptico conecte los axones de dos neuronas entre ellos, o directamente el axón de una y el soma de otra. Sin embargo el tipo de sinapsis en la que se comunican el axón de una neurona y las dendritas de otra, denominada sinapsis axodendrítica, es la más común. Asimismo, es posible encontrar sinapsis eléctricas y químicas, siendo las segundas mucho más frecuentes y de las cuales hablaré en este artículo.
La transmisión de la información
La implicación del espacio sináptico, si bien realizada de forma pasiva, es esencial en la transmisión de información. Ante la llegada de un potencial de acción (causado por la despolarización, repolarización e hiperpolarización en el cono del axón) al extremo final del axón presináptico se activan los botones terminales de la neurona, los cuales expulsan hacia el exterior una serie de proteínas y neurotransmisores, sustancias que ejercen una comunicación química entre neuronas que la siguiente neurona captará a través de las dendritas (aunque en las sinapsis eléctricas esto no ocurre).
Es en el espacio sináptico donde se liberan e irradian los neurotransmisores, y desde él serán captados por la neurona postsináptica. La neurona que ha emitido los neurotransmisores recaptará el excedente de neurotransmisor que quede en el espacio sináptico y que la neurona postsináptica no deja pasar, aprovechándolas en un futuro y manteniendo el equilibrio del sistema (es en este proceso de recaptación en el que interfieren muchos psicofármacos, como los ISRS).
Potenciando o inhibiendo señales eléctricas
Una vez captados los neurotransmisores, la neurona postsináptica reaccionaria en este caso la continuación de la señal nerviosa mediante la generación de potenciales excitatorios o inhibitorios, los cuales permitirán o no la propagación del potencial de acción (el impulso eléctrico) generado en el axón de la neurona presináptica al alterar el equilibrio electroquímico.
Y es que la conexión sináptica entre neuronas no implica siempre el paso del impulso nervioso de una neurona a otra, sino que también puede producir que no se replique y se extinga, en función del tipo de conexión que se estimule.
Para comprenderlo mejor hay que pensar que en las conexiones nerviosas no intervienen solo dos neuronas, sino que poseemos gran multitud de circuitos interrelacionados que pueden provocar que se inhiba una señal que un circuito ha emitido. Por ejemplo, ante una lesión, el cerebro manda señales de dolor a la zona afectada, pero mediante otro circuito se inhibe temporalmente la sensación de dolor para permitir la huida del estímulo lesivo.
¿Para qué sirve la sinapsis?
Visto el proceso que sigue la transmisión de la información, podemos decir que el espacio sináptico tiene la función principal de permitir la comunicación entre neuronas, regulando el paso de los impulsos electroquímicos que rigen el funcionamiento del organismo.
Además, gracias a él los neurotransmisores pueden permanecer por un tiempo en el circuito sin necesidad de que la neurona presináptica se active, de modo que si bien inicialmente no son captados por la neurona postsináptica, posteriormente se podría hacer uso de ellos.
En un sentido opuesto, también permite que los excedentes de neurotransmisor puedan ser recaptados por la neurona presináptica, o bien degradados por diferentes enzimas que pueden ser emitidas por la membrana de las neuronas, como la MAO.
Por último, el espacio sináptico facilita la posibilidad de retirar del sistema los residuos que genera la actividad nerviosa, que podrían provocar la intoxicación de las neuronas y su muerte.
Las sinapsis a lo largo de la vida
El ser humano como organismo está continuamente activo a lo largo de todo el ciclo vital, sea ejecutando una acción, sintiendo, percibiendo, pensando, aprendiendo… Todas estas actuaciones suponen que nuestro sistema nervioso está activado de forma permanente, emitiendo impulsos nerviosos y transmitiendo las neuronas órdenes e información de unas a otras a través de las sinapsis.
En el momento de formarse una conexión, las neuronas se juntan gracias a factores neurotróficos que facilitan que se atraigan o se repelan entre sí, si bien sin llegar nunca a tocarse. Al conectarse, dejan una pequeña hendidura intermedia, el espacio sináptico, gracias a la acción moduladora de los mismos factores neurotróficos. A la creación de sinapsis se la denomina sinaptogénesis, siendo especialmente importante en la etapa fetal y en la primera infancia. Sin embargo, las sinapsis se forman a través de todo el ciclo vital, mediante la continua creación y poda de conexiones neuronales.
La actividad propia de la vida y las diferentes acciones que llevamos a cabo tienen un efecto en la actividad sináptica: si se repite en gran medida la activación de un circuito este se fortalece, mientras que si no se ejercita en una gran cantidad de tiempo, la conexión entre circuitos neuronales se debilita.
Referencias bibliográficas:
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Bear, M.F.; Connors, B.W. & Paradiso, M.A. (2002). Neurociencia: explorando el cerebro. Barcelona: Masson.
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Kandel, E.R.; Schwartz, J.H. & Jessell, T.M. (2001). Principios de neurociencia. Cuarta edición. McGraw-Hill Interamericana. Madrid.