¿Cuáles son los rasgos de las personas sanas psicológicamente?
La salud mental afecta a todos y cada uno de los ámbitos de nuestra vida.
Nos permite establecer vínculos afectivos sanos y funcionales con los demás, nos permite interactuar de forma adecuada con las otras personas, nos posibilita tener un buen rendimiento laboral, e incluso nos permite disfrutar del día a día y ser capaces de alcanzar el ansiado concepto de “felicidad”. Ahora bien... ¿cuáles son las características de las personas sanas psicológicamente? Este es el tema que trataremos a continuación.
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Los rasgos de las personas sanas psicológicamente
La psicóloga del gabinete malagueño de Psicólogos Málaga PsicoAbreu propone una serie de rasgos que deben de tener las personas que consideramos sanas psicológicamente. Son los siguientes.
1. Buena autoestima
Una persona con una autoestima adecuada y con un buen autoconcepto se conoce a sí misma y se ve de una forma realista. No se menosprecia, no se adora en exceso, no subestima ni sobrevalora sus capacidades o habilidades, no se ve inferior a otras personas, no se compara con los demás, tiene seguridad en sí misma en la mayoría de decisiones que toma, está satisfecha consigo misma (aunque sepa que aún tiene que mejorar), está segura de sus propias capacidades, se siente bien estando sola (no tiene miedo o ansiedad a la soledad), conoce sus puntos fuertes y sus debilidades, se respeta a sí misma, sabe lo que se le da bien y lo que no, es capaz de aceptar críticas de los demás, sabe pedir perdón, sabe autocriticarse de una manera sana para poder mejorar…
También podemos asociar estrechamente al concepto de autoestima el concepto de independencia emocional, que permite considerar a otra persona y a cualquier relación como una parcela más de su día a día, lo que permite la consolidación de relaciones sanas con los demás.
2. Inteligencia emocional
Una persona con una adecuada inteligencia emocional es capaz de sentir, experimentar y expresar sus emociones positivas y negativas. Una persona inteligente emocionalmente es capaz de autorregularse y ejercer un control sobre sus propias emociones y sentimientos.
La identificación, análisis, comunicación y gestión de las propias emociones resulta crucial para poder conseguir una conducta final más adaptativa en un futuro. Las personas con inteligencia emocional no se encuentran abrumadas por sus propias emociones (miedo, ira, enfado, culpa, ansiedad, celos…), ya que son capaces de sentirlas y procesarlas de manera adaptativa, para no quedarse anclada a ellas durante mucho tiempo.
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3. Resiliencia
La resiliencia es una habilidad positiva que nos permite atravesar una situación adversa, traumática o extrema con nuestras propias capacidades de afrontamiento, e incluso, nos permite salir fortalecido de ella. La resiliencia nos permite atravesar un acontecimiento adverso de manera adaptativa, aunque esto no implica que no se sientan o no se expresen emociones negativas durante el proceso de enfermedad, fallecimiento, duelo…
4. Locus de control interno
Las personas con un locus de control interno se caracterizan porque piensan que existe una relación estrecha entre sus conductas o comportamientos y las consecuencias de los mismos.
Una persona con un locus de control interno tiene la percepción de que él mismo es capaz de controlar su vida, y que no es controlada por la suerte, el destino, el karma, o las decisiones de otros. El locus de control interno facilita rasgos como la responsabilidad, el esfuerzo, la constancia, la autocrítica positiva… Por ejemplo, una persona con locus de control interno atribuye sus éxitos y fracasos a sus propias acciones, y no a fuerzas externas.
Por el contrario, las personas con locus de control externo atribuyen sus méritos, fracasos y responsabilidades a eventos externos u a otras personas, lo que conlleva una baja autoestima, una actitud pasiva ante las adversidades y no facilita un crecimiento personal.
5. Asertividad
La comunicación asertiva con los demás consiste en la expresión de las propias opiniones, emociones, sentimientos, necesidades y deseos, de manera oportuna y directa.
La asertividad conlleva, por tanto, el respeto de los propios derechos y los de los demás, sin caer en la comunicación pasiva o agresiva. Además, permite relaciones con los demás más sanas, profundas y adaptativas y facilita la interacción con el entorno.
Por otro lado, la asertividad está estrechamente relacionada con una buena autoestima, ya que si yo considero que mis necesidades, opiniones y sentimientos son igual de importantes que los de los demás voy a tener más facilidad para expresarlos y poder defenderlos.
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6. Tolerancia a la frustración
La frustración es una emoción secundaria desagradable que tiene componentes de rabia, tristeza e impotencia, y que se experimenta por no poder tener aquello que pensábamos o esperábamos (plan, ilusión proyecto, objeto material…).
Cada día vivimos muchos acontecimientos y situaciones que nos producen frustración: perder el bus, que te riñan en el trabajo, que no queden los zapatos que te gustaban de tu talla, que un amigo te cancele el plan del fin de semana, que te roben, que te despidan del trabajo… La frustración es una emoción muy frecuente en nuestro día a día, por lo que resulta fundamental saber controlarla y manejarla.
7. Paciencia y autocontrol
La paciencia es una habilidad que nos permite soportar y lidiar con dificultades y contratiempos para conseguir alguna meta o bien. Todos sabemos que lo valioso o lo que vale la pena conseguir requiere paciencia y esfuerzo (tener una carrera profesional, o especialización en algo, tener una relación sentimental con alguien…), por lo que el desarrollo de la paciencia resulta fundamental en nuestro día a día para no abandonar aquello que nos hemos propuesto.
El autocontrol es una habilidad que se ve relacionada con la paciencia y la capacidad de postergar la gratificación inmediata para la consecución de una meta que se considera mucho más importante. Por ejemplo, si yo no soy capaz de tener autocontrol y de decir que no a un viaje con un amigo el fin de semana antes de exámenes (postergación de la gratificación inmediata), no voy a poder estudiar y no voy a sacarme esas asignaturas, que me permiten llegar a mi objetivo propuesto “sacarme mi carrera”.
8. Capacidad de adaptación y habilidades de afrontamiento
Los cambios resultan frecuentes en nuestra vida y en nuestro día a día, por lo que la capacidad de adaptarse a ellos resulta fundamental. Las personas con una buena capacidad de adaptación son capaces de adaptarse a nuevas situaciones: a una nueva vida en otra ciudad, a un nuevo entorno, a un fallecimiento de un familiar, a un duelo, a una decepción en una relación amorosa…
Las habilidades de afrontamiento que cada uno desarrolla a lo largo de su vida ayudan a aceptar y enfrentar estas nuevas situaciones lo mejor posible, para poder volver a recuperar el bienestar emocional y psicológico que se tenía con anterioridad al suceso. Estas habilidades de afrontamiento pueden ser la reestructuración positiva de los pensamientos negativos o disfuncionales, la búsqueda de apoyo social, la revaloración positiva del acontecimiento… entre muchas otras.
9. Empatía
La empatía es una habilidad que nos permite conocer cómo se sienten o qué están pensando las otras personas, para poder comprender sus emociones, sentimientos e intenciones. Esta capacidad de ponernos en el lugar de la otra persona nos facilita tener una interacción adaptativa y eficaz con su entorno social más cercano.
10. Habilidades sociales
Las habilidades sociales son las herramientas que permiten sociabilizar con los demás. Las personas sanas mentalmente, por lo general, tienen relaciones sociales satisfactorias, y son capaces de mantener vínculos sólidos con los demás, se comunican de manera adecuada con desconocidos y conocidos, suelen mantener un trato agradable con otros en su día a día, mantienen vínculos. Las personas sanas psicológicamente disfrutan de las relaciones sociales y se suelen sentir bien en compañía de los demás, por lo que las relaciones sociales son satisfactorias para ellas.
¿Cómo potenciar estas características?
Esposible trabajar todas estas características con ayuda de la terapia psicológica, para poder ser una persona más sana psicológicamente y llegar a un mayor bienestar psicológico en el día a día. Como pacientes, esto nos va a permitir tener vínculos más adaptativos y sanos con las personas que nos rodean, sentirnos mejor con nosotros mismos y disfrutar más de manera diaria.
Si no tienes bien desarrollada alguna de estas habilidades, sería buena idea acudir al psicólogo para tener una buena salud psicológica y conseguir un mayor bienestar personal y mental.