La interacción entre la agorafobia y el síndrome del colon irritable
La agorafobia es un trastorno psicológico capaz de producir mucho malestar durante mucho tiempo, por lo que es importante buscar apoyo profesional en terapia en cuanto empiezan a surgir los primeros síntomas.
Sin embargo, si bien esta psicopatología es dañina ya por sí misma, cuando se combina con enfermedades físicas, la combinación resulta aún más negativa: más que la suma de ambas alteraciones por separado. En este caso vamos a centrarnos en el tema de la interacción entre la agorafobia y el síndrome del intestino irritable.
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¿Qué es el síndrome del colon irritable?
El síndrome del intestino irritable, también conocido como síndrome del colon irritable, es un trastorno crónico de la función gastrointestinal que genera varias molestias a nivel digestivo. Entre los síntomas físicos más comunes de este problema médico encontramos espasmos digestivos, dolor abdominal, diarrea espontánea, estreñimiento, flatulencias, hinchazón, meteorismo, y náuseas.
La causa exacta de este síndrome es desconocida, y lo más probable es que no haya solo una; no obstante, se han barajado varios factores como posibles causas o responsables de los síntomas del colon irritable, entre las que cabe destacar las siguientes:
- Procesos inflamatorios que afectan al sistema digestivo.
- Alteraciones en la permeabilidad intestinal.
- Ansiedad, estrés, trastornos del estado del ánimo y otros problemas psicológicos
- Inestabilidad y falta de equilibrio en la flora microbiana de los intestinos.
Por otro lado, el grado de intensidad de los síntomas y del malestar que esto produce, además de su duración y frecuencia de aparición, pueden variar bastante. Sin embargo, en la mayoría de los casos supone una alteración capaz de dañar significativamente la calidad de vida de la persona mientras el trastorno está presente.
Y es que los pacientes con síndrome del intestino irritable presentan una condición que dificulta mucho su vida. Los síntomas gastrointestinales de este síndrome no solo son dolorosos, sino que también se viven de una forma especialmente ansiosa y agobiante.
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¿Qué es la agorafobia?
La agorafobia es una psicopatología que forma parte de los trastornos de ansiedad, y que queda englobada dentro de las fobias. En concreto, esta alteración hace que las personas desarrollen un temor muy intenso y desadaptativo a la idea de quedar en una situación de incapacidad o vulnerabilidad extrema en un lugar en el que no se contará con ayuda ni se será capaz de acceder a los medios para pedirla.
En la mayoría de los casos, se basa en el miedo al miedo: la persona desarrolla una fuerte ansiedad anticipatoria al prever que sufrirá un pico de ansiedad muy pronunciado en un lugar en el que eso le puede costar muy caro. Es por eso que muchas veces, la agorafobia se confunde con una especie de miedo a salir de casa. En realidad, quienes desarrollan este trastorno no le temen al hecho de salir de su hogar, sino más bien a la exposición a lugares en los que sienten que pueden perder el control totalmente y verse muy dañadas por el hecho de no contar con protección.
Así, la agorafobia crea un círculo vicioso: la perspectiva de tener un problema de ansiedad genera ansiedad. Y si además esta anticipación de la ansiedad se une a la anticipación de los síntomas de una enfermedad física que se padece, el problema se agranda.
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El vínculo entre el síndrome del colon irritable y los problemas de ansiedad
Al no encontrarse una causa orgánica clara que explicara la aparición de este trastorno, muchos han sido los expertos quienes han tratado de encontrarla en el cerebro del paciente, asociándolo a un problema psicológico como la ansiedad.
Así, la relación entre el síndrome del intestino irritable y los trastornos de ansiedad ha sido un tema de amplia investigación. En este sentido, el vínculo entre este síndrome y la ansiedad no es del todo conocido, pero es un hecho que hay una relación, pues del 10 al 15% de la población mundial que padece colon irritable, cerca del 50% presenta sintomatología psicológica, sobre todo en forma de trastornos de ansiedad.
Por otro lado, a pesar de tratarse de una condición digestiva, la gravedad de sus síntomas y la limitación que supone puede implicar múltiples problemas emocionales a los pacientes afectados de esta condición, de modo que en aquellos casos en los que la ansiedad sea uno de los principales desencadenantes del síndrome, se genera un círculo vicioso. Y es que si algo caracteriza a los trastornos de ansiedad es su capacidad para retro-alimentarse a partir de las consecuencias que generan sus síntomas (en caso de que estas no sean bien gestionadas por la persona).
Añadido a esto, cabe decir que es comprensible relación a un problema digestivo con los trastornos de ansiedad, pues es común que individuos sanos, sin problema psicológico ni digestivo diagnosticado, han sentido en más de una ocasión como sus nervios se van a la zona del bajo vientre. Por ejemplo, cuando estamos nerviosos porque tenemos que dar un discurso, es frecuente sentir síntomas digestivos en forma de sequedad de boca, retortijones o incluso diarrea.
Si una persona sana ve alterada su función digestiva estando con ansiedad, tiene sentido pensar que en una persona con colon irritable la situación se dará con mayor gravedad.
Los síntomas del síndrome del intestino irritable son demasiado físicos como para atribuirlos totalmente a un problema de ansiedad. Tienen que existir también variables de naturaleza biológica detrás, como por ejemplo ciertas predisposiciones genéticas, aunque desde luego tener un estado emocional alterado no ayuda. Padecer niveles elevados de ansiedad puede afectar al tránsito intestinal y, a su vez, presentar problemas digestivos como diarreas y estreñimiento crónicos no ayuda a estar calmado.
No se puede afirmar que la ansiedad provoque de manera directa y unidireccional el síndrome del colon irritable (algo comprensible, teniendo en cuenta que muchas enfermedades no tienen una sola causa), pero sí que esta condición médica hace que estemos ansiosos. Esta fue la conclusión a la que llegó un estudio de 2016 realizado por el grupo de Koloski, Jones y Talley en el que se realizó un seguimiento a 1.900 australianos, monitoreando a los individuos con síntomas propios del colon irritable y que al comienzo del estudio no reportaban padecer problemas psicológicos. Estos mismos individuos mostraron altos niveles de ansiedad y depresión un año más tarde de recibir el diagnóstico.
Añadido a esto, de todas aquellas personas que presentaban un trastorno gastrointestinal al final del estudio, dos terceras partes manifestaron los síntomas intestinales antes que los psicológicos. Este hallazgo sugiere que es más común que sea el síndrome del intestino irritable el que provoque problemas psicológicos que al revés, ya sea en forma de ansiedad, estrés o depresión.
Por otro lado, se ha demostrado que la microbiota intestinal influye sobre el eje intestino-cerebro, es decir, el conjunto de órganos y redes de neuronas que conectan nuestro encéfalo con la mayor parte del sistema digestivo. Esto se ha visto con ratones, animales en los que los científicos han descubierto enfermedades ligadas al estrés, tanto agudo como crónico, que pueden alterar el entorno intestinal modificando la composición de la microbiota intestinal. Esta microbiota alterada se ha asociado a comportamientos de tipo ansioso y depresivo en estos roedores.
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