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¿Cómo descubrir mi talento? 5 claves para detectar tus habilidades


Todo el mundo tiene cualidades que no sabe que tiene. A veces sucede que aquello que se nos da bien lo tenemos tan normalizado que no nos damos cuenta que no todo el mundo posee esa habilidad o característica.

Todos hemos venido a esta vida para aportar algo al mundo, aunque no sepamos exactamente qué. Conocer nuestros talentos nos puede ser de gran ayuda para escoger la carrera o empleo que será nuestra vocación.

Saber cómo descubrir tu talento requiere de introspección, ver qué es lo que se te da bien y con lo que el tiempo se te pasa volando. Veamos cómo detectar tus fortalezas ocultas.

¿Cómo descubrir mi talento?

Todo el mundo tiene talentos, aunque no sepa exactamente cuáles son. Muchas de nuestras fortalezas pueden permanecer ocultas durante toda la vida porque no les damos suficiente valor a una habilidad o capacidad. También puede pasar que pensemos que aquello que se nos da bien tampoco es para tanto, o creamos que todo el mundo la haga igual de bien y por lo tanto no merece la pena considerarla como un talento. Pero, realmente, puede ser eso lo que nos diferencie de los demás, algo de lo que todavía no somos conscientes.

Antes de hablar sobre cómo descubrir nuestro talento, primero debemos entender a qué nos referimos. Se define como talento a una o varias capacidades que un individuo dispone para desempeñar o ejercer una actividad. Son las buenas aptitudes de las que dispone una persona para hacer algo en concreto. Cada persona tiene sus talentos, variando de individuo en individuo. Cada persona tiene capacidades y aptitudes distintas para realizar tareas o actividades concretas.

Podemos hablar de talentos innatos y talentos adquiridos. Los innatos son aquellos que tenemos desde que nacimos o a muy temprana edad. Este tipo de talentos se pueden sospechar más o menos en la infancia del individuo, sobre todo cuando un niño muy pequeño está usando habilidades que nadie le ha enseñado o que, aparentemente, ha adquirido con mucha facilidad. Los talentos adquiridos, por otro lado, son todas aquellas competencias que una persona va desarrollando a lo largo de su vida, mediante el aprendizaje y la práctica continuada.

Descubriendo cuáles son tus aptitudes y fortalezas

No hay persona que no tenga talento alguno. Hay quienes dicen no tenemos solo uno o dos talentos, sino como mínimo siete. Sin embargo, también es muy normal que no nos demos cuenta de cuáles son. Pero, aunque sea algo relativamente habitual, no saber cuáles son tus talentos puede jugar muy en tu contra, especialmente cuando se acerca la edad de decidir a qué te quieres dedicar.

Todo el mundo quiere encontrar un trabajo que le llene, que le satisfaga. Un empleo que le haga sentirse bien. Ya se sabe lo que se dice: elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida. Es crucial conocer cuáles son tus talentos pues, de no hacerlo, no sabrás a qué dedicarte. No encontrarás tu vocación y te arriesgarás a tener que aceptar cualquier trabajo, uno que puede frustrarte mucho.

Por fortuna, nunca es demasiado tarde para descubrir nuestras cualidades. Como hemos comentado, requerirá de cierto esfuerzo y, también, una concienzuda introspección. Para ayudarte a descubrir cuáles son tus talentos, trata de responder a las siguientes preguntas:

1. ¿Qué es lo que te divierte?

Cuando se nos da mal algo, lo habitual es que recibamos un feedback negativo de los demás (por ejemplo, eres muy torpe, lo haces mal, no se te da bien…). Si estamos haciendo algo en lo que nos recuerdan constantemente que se nos da mal, es cuestión de tiempo que perdamos por completo el interés en ello.

Pero también sucede lo contrario. Cuando algo se nos da bien, la gente tiende a darnos un feedback positivo, reconociendo nuestros logros. Como nos gusta recibir tal reconocimiento, que actúa como refuerzo positivo, y nos sentimos bien por ello es más probable que sigamos haciendo esa actividad. La tarea por la que recibimos halagos la consideraremos cada vez más divertida y gratificante.

Por este motivo, si hay algo que te gusta mucho o por lo que has notado que la gente te halaga, es bastante probable que eso sea uno de tus talentos.

Cómo saber cuál es tu talento

2. ¿Cuáles son tus intereses y aficiones?

Muy relacionado con el punto anterior. Piensa sobre qué intereses y aficiones ocupan tu tiempo libre, pues es bastante probable que entre ellos se encuentre un talento oculto. Las actividades de ocio nos pueden dar pistas sobre el tipo de profesión que mejor se nos puede dar.

No obstante, hay que tener en cuenta que tener intereses y aficiones no implica necesariamente poseer un talento para las mismas. Es decir, podemos disfrutar de hacer algo en lo que no somos especialmente buenos, siempre y cuando nos divirtamos por ello. Por ejemplo, a muchos niños les gusta jugar a fútbol pero esto no significa que todos ellos vayan a ser el próximo Cristiano Ronaldo. Muy pocos de ellos tendrá el talento necesario para llegar a ser futbolista profesional.

3. ¿Qué es lo que hace que pase el tiempo volando?

Cuando tenemos que hacer algo que no nos gusta, el tiempo pasa muy, pero que muy lento. Las tareas pesadas y tediosas hacen que tengamos la sensación de que el tiempo apenas avanza, yendo sumamente muy despacio. Por el contrario, cuando las cosas nos apasionan, nos divierten y nos hacen felices, el tiempo vuela. Las tareas que nos divierten hacen que lleguemos a perder la noción del tiempo.

Esta percepción del tiempo es lo que nos puede indicar si algo es o no es nuestra vocación. Debes reflexionar sobre aquellas actividades en las que notas que el tiempo se pasa rápido cuando las estás haciendo, tareas que te gustan tanto que no las ves como obligaciones o pèsados quehaceres, sino como pasatiempos. Cuando se ponen en práctica nuestros mejores talentos, solemos perder la conciencia del tiempo de lo bien que nos lo pasamos.

4. ¿Qué te resulta fácil hacer?

La facilidad es una pista muy eficaz para averiguar cuáles son nuestros talentos. Consiste en prestar atención a aquellas tareas o actividades que nos resultan más fáciles que otras. Así de simple.

Por ejemplo, si nos cuesta recordar datos memorísticos como los nombres de los países y sus capitales y también nos cuesta ubicarlos en el mapa, la geografía y las ciencias sociales no son lo nuestro. En cambio, si nos resulta muy fácil resolver problemas matemáticos con rapidez, sin necesidad ni siquiera de apuntarlos en un papel o usar la calculadora, el cálculo está entre nuestros talentos.

Aprovechar mi talento

5. ¿A quién admiras?

Las personas tendemos a admirar a otras con las que nos sentimos identificadas. Esta admiración nos puede servir para ver qué es lo que se nos podría dar bien. Lo recomendable es reflexionar y tratar de averiguar por qué esa persona nos resulta tan interesante. Podemos hacernos varias preguntas:

  • ¿Qué cualidades tiene?
  • ¿A qué se dedica?
  • ¿Cómo es su personalidad?
  • ¿Qué vemos en él o ella que nosotros tenemos también?

La persona por la que sentimos admiración no tiene por qué ser un famoso. También puede tratarse de un conocido, alguien que forma parte de nuestro día a día o, incluso, un personaje de ficción. La cuestión es que se trata de una persona cuyas características de personalidad y, sobre todo, habilidades nos despiertan profunda admiración y nos gustaría ser como ella.

Reflexión final

Descubrir cuáles son nuestros talentos es complicado, pero no imposible. Si bien es más fácil ver los talentos en los demás que los de uno mismo, es posible descubrir por nuestra cuenta qué es lo que se nos da bien recurriendo un poco a la introspección, análisis y observación de nuestra conducta. Podemos averiguar cuáles son nuestros talentos prestando atención a la interacción con los demás, cuyo feedback nos indicará si hacemos bien o no una determinada tarea o si somos reconocidos por ella.

Las preguntas que acabamos de ver son una buena forma para descubrir cuál es tu talento. Sirven para potenciar nuestro autoconocimiento y nos ayudarán para identificar cuáles son nuestros talentos, innatos o adquiridos, además de ver qué cosas no se nos dan bien. El siguiente paso es saber explotarlos, disfrutando del proceso de aprendizaje y descubriendo nuestra verdadera vocación.