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¿A partir de cuándo siente dolor un feto humano?


Una de las preguntas más frecuentes y controvertidas que se han generado en el área de la salud sexual y reproductiva, a la par de las discusiones sobre la legislación y gestión del aborto, es la siguiente: ¿siente dolor un feto humano? En parte estas discusiones han seguido la idea de que los inicios del desarrollo del sistema nervioso central son condición suficiente para tener la experiencia de dolor.

Considerando que no existe un consenso en el abordaje de dicha cuestión, en este artículo presentamos algunas de las investigaciones y teorías que se han realizado para debatir el tema.

¿Puede un feto humano sentir dolor?

En el año 2006 Stuart Derbyshire, miembro del departamento de psicología de la Universidad Nacional de Singapur y experto en ciencia cognitiva, discute este tema tomando como eje una política gubernamental de Estados Unidos. Está última determinaba que era obligación del médico avisar a las mujeres que tuvieran la intención de abortar sobre la existencia de algunos indicios de que el aborto puede causar dolor al feto.

A partir de esto, el médico tenía también la obligación de ofrecer a la mujer la opción de reducir dicho dolor mediante la aplicación de fármacos antes de abortar. La consecuencia de no advertir sobre todo lo anterior podría costar a los médicos miles de dólares.

Al otro lado del mundo, en Inglaterra, se ofrecían a inicios de la década pasada una serie de imágenes que buscaban argumentar en favor de la idea de que el feto tiene una serie de experiencias cognitivas y emocionales. Dichas imágenes finalmente repercutieron en políticas británicas sobre las intervenciones farmacológicas pre abortivas para mitigar el dolor del feto.

Stuart Derbyshire discute la evidencia disponible sobre todo lo anterior analizando el desarrollo neurobiológico del periodo fetal junto con la dimensión experiencial del dolor.

¿Cuándo empieza el desarrollo fetal?

El desarrollo fetal es aquel que ocurre a partir de la semana número 12. Es decir que se considera como “feto” al embrión que ha evolucionado después de los primeros 3 meses de la gestación.

En el transcurso de los siguientes 5 o 6 meses hasta que ocurre el parto, se espera que el feto desarrolle células, órganos, tejidos e incluso sistemas que serán condición necesaria para asegurar su nacimiento. Dicho esto pasaremos a definir qué es el dolor desde una perspectiva psicológica, así como aquellos elementos que se consideran necesarios para poder experimentarlo.

¿En qué consiste el dolor?

La Asociación Internacional de Estudios del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés) dice que el dolor es una sensación desagradable y una experiencia emocional asociada a un daño potencial o real de un tejido, o bien, es una experiencia descrita en términos de dicho daño.

A partir de esto podemos decir que el dolor es una experiencia consciente, y no solo la respuesta ante estímulos nocivos (Derbyshire, 2006). Con lo cual es también una experiencia subjetiva que puede modificarse cualitativamente entre una persona y otra. Además, para que un organismo pueda experimentar dolor se necesitan una serie de estructuras fisiológicamente maduras. Tiene que activarse una compleja red de regiones corticales; lo que pueden ocurrir incluso en ausencia de una estimulación nociva real.

En caso de que la estimulación nociva se presente, esta última se trata de un evento externo que genera actividad eléctrica entre el cerebro y los nervios de la piel, lo que finalmente genera una experiencia dolorosa. Es decir que, para que un organismo sienta dolor, debe existir primero la posibilidad de que el sistema nervioso se active.

Así mismo, para que la experiencia de dolor ocurra tiene que desarrollarse otros procesos cognitivos relacionados con el estado de conciencia y la memoria, que permitan a su vez significar y discriminar un evento como “doloroso” (cuestión en la que es fundamental la manera en la que aprendemos a nombrar dicho evento a través de los demás).

En otras palabras, aunque el dolor es una experiencia individual (de procesos fisiológicos y procesos cognitivos con los que generamos una representación mental del dolor), también puede ser vista como una experiencia que se experimenta en la interacción con los demás.

Experiencia de dolor y desarrollo fetal

Aproximadamente, es en la semana número 7 de gestación cuando las terminales nerviosas empiezan a desarrollarse, así como algunas partes de la médula espinal (que es un conector fundamental del cerebro y que dará lugar al tálamo, órgano importante para las experiencias sensoriales).

Esto sienta las bases para crear una estructura hipotalámica que es condición necesaria para la experiencia de dolor. Pero esto último no significa que la actividad hipotalámica está consolidada: la densidad de las células neuronales que recubren el cerebro se encuentra en el proceso de consolidación. Antes de que dicha consolidación termine, las células neuronales no son capaces de procesar información nociva desde la periferia.

En otras palabras, el sistema nervioso no está completamente desarrollado y maduro, con lo cual, difícilmente podemos sostener o concluir que ocurre la experiencia de dolor durante el desarrollo fetal.

Las primeras pruebas de actividad hipotalámica suficiente comienzan a presentarse entre la semana 12 y 16 de la gestación. Es entonces cuando comienzan a madurar las conexiones neurales dentro de la corteza cerebral. Las fibras aferentes se desarrollan a partir de la semanas número 23 a 25. No obstante, tampoco se presenta actividad neuronal funcional suficiente para hablar de experiencia de dolor en el feto, porque no se han conectado las fibras espinotalámicas en la placa de la corteza cerebral.

La semana número 26 y otras etapas fundamentales

Las proyecciones talámicas en la placa de la corteza cerebral son la condición anatómica mínima necesaria para experimentar dolor, y se completan hacia la semana número 23 de gestación. A la par, se desarrollan las terminales nerviosas periféricas que generarán reflejos en la corteza cerebral.

Por esta razón, varias investigaciones han sugerido que la semana gestacional mínima para sospechar de la experiencia de dolor en el feto es la número 26 (alrededor de los 7 meses de gestación), que es cuando la actividad eléctrica es similar a la que presentan niños y adultos cuando responden ante situaciones nocivas, o bien, cuando explican una experiencia como dolorosa.

Por otro lado, se necesita también la secreción de distintas hormonas; proceso que comienza a ser observable en fetos desde las primeras 18 semanas de gestación.

El problema, nos dice Derbyshire (2006), es que aquello que ocurre dentro de la placenta es significativamente diferente a lo que ocurre fuera de ésta, tanto en términos neuroquímicos como en las forma de responder ante estímulos nocivos, y por lo tanto sobre las experiencias sensibles.

En este mismo sentido, los estudios más clásicos sobre las experiencias de dolor han consistido en relacionar la actividad eléctrica del cerebro con la experiencia de dolor que es reportada verbalmente por la misma persona.

Debido a que esto no se puede realizar con un feto, las investigaciones científicas se han centrado en teorizar sobre la posibilidad de que exista experiencia de dolor a través de analizar el desarrollo embrionario del sistema nervioso. A partir de ahí sugieren que la experiencia de dolor existe porque es similar a la que ya verbaliza un niño o un adulto.

Es decir, las investigaciones han tenido que recurrir a la interpretación de evidencia secundaria, y por la misma razón sólo han podido hablar de indicios, no de resultados concluyentes sobre la experiencia de dolor en el desarrollo fetal.

En resumen

Para sentir dolor no solo necesitamos la capacidad de discriminar entre distintos estímulos sensoriales. Tampoco se trata de reaccionar ante estímulos potencialmente dañinos (cualidad que se conoce como “nocicepción”). La experiencia de dolor implica además responder de manera consciente, es decir, necesitamos también la capacidad de discriminar entre distintas experiencias; cuestión que se genera por las interacciones con nuestros cuidadores luego del nacimiento, entre otros procesos como el desarrollo de la mente.

Necesitamos, por tanto, un sistema nervioso maduro que nos permita procesar y representar dicho estímulo como nocivo y posteriormente como doloroso.

Hay numerosos procesos neurobiológicos importantes que inician en la semana 7, en la semana 18 y la semana 26 de gestación. Estos mismos se han considerado por muchos como las etapas donde un feto humano podría sentir dolor. Lo que rápidamente nos advierte Derbyshire (2006) es que la experiencia subjetiva que acompaña al dolor no puede deducirse directamente del desarrollo anatómico, pues estos desarrollos no son los que dan lugar a los contenidos conscientes propios del dolor.

Referencias bibliográficas:

  • Derbyshire, S. (2006). Can fetuses feel pain? BMJ, 332: 909-912.