Delirio de cristal: el delirio de creerse muy frágil
A lo largo de la historia han existido una gran cantidad de enfermedades que han causado un gran perjuicio y daño a la humanidad y con el paso del tiempo han terminado por desaparecer. Es el caso de la peste negra o la mal llamada gripe española. Pero no sólo ha ocurrido con enfermedades médicas, sino que también han existido padecimientos psíquicos típicos de un período o etapa histórica concreta. Un ejemplo de ello es el llamado delirio de cristal o ilusión de cristal, una alteración de la que vamos a hablar a lo largo de este artículo.
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El delirio o ilusión de cristal: síntomas
Recibe el nombre de delirio o ilusión de cristal un trastorno mental típico y altamente frecuente de la Edad Media y el Renacimiento el cual se caracteriza por la presencia de la creencia delirante de ser de cristal, teniendo el propio cuerpo las propiedades de éste y especialmente su fragilidad.
En este sentido, se mantenía de manera fija, persistente, inmodificable pese a la presencia de evidencias contrarias y sin que exista consenso social de que el propio cuerpo era cristal, tremendamente frágil y de fácil rotura.
Esta creencia iba de la mano de un elevado nivel de pánico y pavor, prácticamente fóbico, a la idea de quebrarse o romperse al mínimo golpe, siendo frecuente la adopción de actitudes como evitar todo contacto físico con los demás, alejarse de muebles y esquinas, defecar de pie para evitar quebrarse o atarse cojines y utilizar atuendos reforzados con ellos para evitar posibles daños al sentarse o moverse.
El trastorno en cuestión puede incluir la sensación de que todo el cuerpo es de cristal o bien incluir solo partes concretas, como las extremidades. En algunos casos incluso se consideraba que los órganos internos eran de cristal, siendo el sufrimiento psíquico y el miedo de estas personas muy elevado.
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Un fenómeno habitual en la edad media
Tal y como hemos dicho este trastorno apareció en la Edad Media, una etapa histórica en que el vidrio empezaba a ser utilizado en elementos como las vidrieras o las primeras lentes.
Uno de los casos más antiguos y conocidos es el del monarca francés Carlos VI, apodado “el bienamado” (dado que aparentemente luchó contra la corrupción introducida por sus regentes) pero también “el loco” debido a que acabó sufrió diversos problemas psiquiátricos, entre los que se cuentan episodios psicóticos (llegando a acabar con la vida de uno de sus cortesanos) y estando entre ellos el delirio de cristal. El monarca se vestía con una indumentaria forrada para evitar daños ante posibles caídas y permanecía inmóvil durante largas horas.
También fue el trastorno de la princesa Alexandra Amelie de Bavaria, y de otros muchos nobles y ciudadanos (generalmente de clases altas). También el compositor Chaikovski manifestaba síntomas que hacen pensar en este trastorno, temiendo que su cabeza cayera al suelo mientras dirigía la orquesta y se rompiera e incluso sujetándola físicamente para evitarlo.
De hecho fue una afección tan frecuente que incluso René Descartes hizo mención a él en una de sus obras e incluso es la afección que sufre uno de los personajes de Miguel de Cervantes en su “El licenciado Vidriera”.
Los registros indican una alta prevalencia de este trastorno especialmente durante finales de la Edad Media y el Renacimiento, especialmente entre los siglos XIV y XVII. Sin embargo con el paso del tiempo y a medida que el vidrio era cada vez más frecuente y menos mitificado (inicialmente era visto como algo exclusivo e incluso mágico), este trastorno iría disminuyendo en frecuencia hasta prácticamente desaparecer a partir de 1830.
Siguen existiendo casos en la actualidad
El delirio de cristal fue un delirio, como hemos dicho, que tuvo su máxima expansión a lo largo de la edad media y que aparentemente a dejó de existir hacia 1830.
Sin embargo, un psiquiatra holandés llamado Andy Lameijin encontró un informe de una paciente de los años treinta que presentaba la creencia delirante de que sus piernas eran de cristal y que el mínimo golpe podría quebrarlas, generando cualquier acercamiento o posibilidad de golpe una gran ansiedad o incluso autolesiones
Tras la lectura de este caso, cuyos síntomas se asemejan claramente al del trastorno medieval, el psiquiatra procedió a investigar respecto a sintomatologías semejantes y fue descubriendo diferentes casos aislados de personas con un delirio semejante.
Sin embargo, también encontró un caso vivo y actual en el propio centro en el que trabajaba, en el Hospital Psiquiátrico Endegeest de Leiden: un hombre que decía sentirse hecho de vidrio o de cristal tras haber padecido un accidente.
Sin embargo en este caso existían carácter diferenciales con respecto a otros, más centrados con la cualidad de transparencia del cristal que con la de fragilidad: el paciente decía poder aparecer y desaparecer de la vista de los demás, haciéndole sentir según las propias palabras del paciente que “estoy aquí, pero no lo estoy, como el cristal”.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que la ilusión o delirio de cristal sigue siendo considerada una problemática mental histórica y que puede considerarse efecto o parte de otros trastornos, como la esquizofrenia.
Teorías sobre sus causas
Explicar un trastorno mental prácticamente inexistente a día de hoy resulta extremadamente complejo, pero a través de la sintomatología algunos expertos han ido ofreciendo hipótesis al respecto.
En general podría pensarse que este trastorno podría originarse como mecanismo de defensa en personas con un elevado nivel de presión y la necesidad de mostrar una imagen social determinada, siendo una respuesta al miedo de mostrar fragilidad.
También se asocia su surgimiento y desaparición del trastorno a la evolución de la consideración sobre el material, siendo frecuente que las temáticas sobre las que versan los delirios y diferentes problemas mentales se vinculen a la evolución y elementos propios y más novedosos de cada época.
En el caso más reciente atendido por Lameijin, el psiquiatra consideró que una posible explicación del trastorno en ese caso concreto era la necesidad de búsqueda de privacidad y espacio personal ante el exceso de cuidados por parte del entorno del paciente, siendo el síntoma en forma de creencia de poder ser transparente como el cristal una manera de intentar separarse y mantener la individualidad.
Esta concepción de la versión actual del trastorno se deriva de la ansiedad que genera la sociedad actual, extremadamente individualista y centrada en la apariencia y con un elevado nivel de aislamiento personal pese a existir grandes sistemas de comunicación.
Referencias bibliográficas:
- Cervantes, M. (2003). El licenciado Vidriera. Ediciones Universidad de Salamanca.
- Speak, G. (1990) An odd kind of melancholy: reflections on the glass delusion in Europe (1440-1680) History of Psychiatry; 1: 191-206.
- Speak, G. (1990) “El licenciado Vidriera" and the Glass Men of Early Modern Europe. The Modern Language Review; 85(4): 850-865.