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Las emociones del terapeuta


Tu paciente con agorafobia ha ido por primera vez en autobús solo. ¿Cómo te sientes?

Un paciente te dice que la terapia no está funcionando y que no va a volver. ¿Cómo te sientes?

Cuando el paciente entra por la puerta, te recuerda a tu pareja. ¿Cómo te sientes?

Cada día, los terapeutas experimentan una gran variedad de emociones, lo cual forma parte de su trabajo y de la condición humana. En los últimos años, las investigaciones se centran cada vez más en las emociones que experimentan los terapeutas durante la sesión con un paciente. Además, las corrientes psicológicas contemporáneas sitúan este aspecto en una posición central del trabajo terapéutico.

Transferencia y contratrasferencia

Los términos transferencia y contratransferencia son dos conceptos de origen psicoanalítico que, aunque parece que deben aplicarse dentro de esta corriente, para muchos autores superan estos límites. De este modo, hoy en día están presentes en la práctica clínica.

En términos generales, la transferencia se puede definir como el traspaso de sentimientos y emociones de la persona hacia el receptor, ya sea un amigo, su pareja, su padre o su terapeuta. Estas emociones nacen de la historia que ha vivido la persona y que, al formar vínculos con otras personas, se reviven sentimientos y afectos.

Durante una sesión terapéutica, el psicólogo no es inmune a las transferencias de la persona y reacciona ante ellas con otras transferencias. Esto es lo que se conoce como contratransferencia. De este modo, el terapeuta puede sentir cariño, enfado, frustración o tristeza a través de lo que la persona le está transmitiendo.

En la relación terapéutica, tanto los sentimientos y emociones del paciente como los del terapeuta están en constante fluctuación. Se podría decir que es una especie de baile de emociones que se van intercambiando durante la relación.

No dar por hecho que una emoción es “positiva” o “negativa”

Los estudios que han puesto el foco de atención en las emociones del terapeuta se han centrado sobre todo en las emociones conocidas como negativas: aburrimiento, enfado, angustia o tristeza. **¿Cómo considera el terapeuta cada emoción? **

Es común identificar la alegría como una emoción positiva y la rabia como una emoción negativa. Sin embargo, no se puede clasificar qué tipo de emoción es sin tener en cuenta el contexto terapéutico.

En este sentido, un paciente que evoca en el terapeuta sentimientos de tristeza y aflicción puede verse a priori como algo negativo. Sin embargo, estas emociones son apropiadas si el paciente está relatando una experiencia emotiva y conmovedora. Así mismo, el enfado que pueda sentir el terapeuta en un momento dado puede ser una oportunidad para observar qué le está indicando esa emoción y, en consecuencia, realizar una intervención más precisa.

Terapia psicológica

La profesionalidad del psicólogo

Como se ha visto, los psicólogos no dejan de ser personas y como tales, tienen sentimientos. Sentir es algo que surge y es inevitable. Esto no quiere decir que los terapeutas se dejen llevar por las emociones ni que éstas marquen el curso del trabajo terapéutico.

En este sentido, lo importante es lo que los psicólogos hacen con esas emociones, es decir, cómo reaccionan cuando aparecen. Las emociones y sentimientos pueden ser muy útiles y, a la vez, alterar la terapia e incluso perjudicarla. Se puede decir que son un arma de doble filo.

En la profesión, los psicólogos son objetivos e imparciales y siempre primará el desarrollo de la terapia, cumpliendo los objetivos e intereses del paciente. Sin embargo, es posible que en ocasiones sea complicado marcar esta línea que divide al profesional de la persona y que se deje llevar por la emoción, dejando a un lado el trabajo terapéutico.

En este caso, un buen profesional optará por derivar al paciente, cumpliendo así con su labor. Estos aspectos quedan recogidos en el Código Deontológico del Psicólogo. Por ejemplo, en el Artículo 11 se expone que el psicólogo no aprovechará su situación de poder o superioridad para el lucro o beneficio propio. Así mismo, en el Artículo 15 se plantea que “cuando el psicólogo se halla ante intereses personales o institucionales contrapuestos, procurará realizar su actividad en términos de máxima imparcialidad”.

Finalmente, cabe destacar que es conveniente mantener un equilibrio entre los sentimientos que puedan surgir en terapia y la profesionalidad del psicólogo, que fijará sus objetivos en el progreso de la terapia.

En PsicoAlmería entendemos la importancia de las emociones, tanto de los pacientes como de los psicólogos profesionales que aplican las terapias. Por ello, realizamos un adecuado seguimiento de las terapias con reuniones regulares de los profesionales. Contamos con un protocolo adecuado que garantiza que las personas que acuden a nuestro centro reciban una terapia adaptada y efectiva en la que el psicólogo que atiende esté siendo objetivo y con una adecuada regulación emocional.

Autora: Sandra García López, psicóloga en PsicoAlmería.