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Los 12 cuentos más bonitos del mundo (con explicación)


Probablemente muchos de quienes leen estas líneas recuerdan con cariño el momento en que, siendo niños, se iban a dormir mientras sus padres, familiares o cuidadores les contaban un cuento. Y es que este tipo de narraciones, a menudo fantásticas, suelen inspirar ilusión y ofrecernos un mundo único en el que perderse, además de que el momento de contarlos implica un acto de comunicación positiva entre niño y adulto.

Existen gran cantidad de cuentos diferentes en las distintas culturas y sociedades, los cuales nos transmiten y dejan ver los diversos valores, costumbres y creencias que se valoran en cada una de ellas. Dada esta gran diversidad a lo largo del mundo, a lo largo de este artículo veremos una breve colección de algunos de los cuentos más bonitos del mundo, así como sus lecciones.

12 de los cuentos más bonitos del mundo

A continuación os dejamos con una docena de grandes cuentos procedentes de diversas partes del mundo, de gran belleza y en su mayoría con algún tipo de moraleja, que podemos contarles a nuestros hijos o bien simplemente disfrutar leyendo.

1. Caperucita Roja

“Érase una vez una joven niña que vivía con su madre en el bosque, y que recibía el nombre de Caperucita Roja al no quitarse nunca una caperuza de dicho color que su madre le había hecho. La niña tenía una abuela al otro lado del bosque, la cual estaba enferma. Por ello un día la madre de Caperucita le mandó a la pequeña que fuera a llevarle una cesta con pan, pasteles y mantequilla a su abuelita, si bien la advirtió que no hablara con extraños ni se apartara del camino.

Tras despedirse, Caperucita cogió la cesta y empezó a caminar hacia la casa de su abuela, siguiendo el camino mientras cantaba. En esas estaba cuando se encontró con un lobo, quien la preguntó adonde iba con tanta prisa. Aún recordando lo que le dijo su madre, la joven no tenía miedo del lobo así que le contestó que se dirigía a casa de su abuela, la cual estaba enferma. El lobo le preguntó que dónde estaba su casa, a lo que la pequeña le respondió que en un claro al otro lado del bosque.

El lobo, que ya tenía claro que iba a comerse a Caperucita, pensó en comerse a la anciana como aperitivo, con lo que elaboró un plan. Sugirió a Caperucita que además de la cesta llevara a su abuelita un ramo de flores del bosque. Caperucita contestó que su madre le había dicho que no saliera del camino, pero el lobo le indicó que había otro camino con el que podría llegar más rápido. Ambos se separaron, corriendo el lobo a casa de la abuela. Engañó a la anciana haciéndola creer que era su nieta, tras lo cual se la comió y se vistió con su ropa, para posteriormente meterse en la cama. Poco después llegó Caperucita, que llamó a la puerta. El lobo le dijo que pasara, tumbado en la cama.

Caperucita vio a su abuela muy cambiada. -Abuelita, qué ojos más grandes tienes- dijo la niña. -Son para verte mejor- contestó el lobo. -Abuelita, qué orejas más grandes tienes- volvió a decir Caperucita. -Son para oírte mejor- repuso el lobo. -Abuelita, qué boca tan grande tienes- dijo ahora por tercera vez. -Es para comerte mejor!- gritó el lobo, abalanzándose sobre la niña y comiéndosela de un bocado. Tras comérsela, el animal decidió echarse la siesta en la cama de la abuela.

Sin embargo, había un cazador en las cercanías que oyó lo que pensó era el grito de una niña. Acudió a la cabaña y vio, asombrado, al lobo durmiendo la siesta con la tripa hinchada. Preguntándose el porqué de esa hinchazón, el cazador cogió un cuchillo y le abrió las tripas. Allí estaban Caperucita y su abuela, todavía vivas, y las ayudó a salir del interior del lobo. Tras ello y para darle un escarmiento al malvado ser, le llenaron la tripa de piedras y se la volvieron a coser. Al despertar el lobo, este sintió sed y dolor de tripa, algo qu hizo que fuera al río más cercano. Sin embargo, al agacharse a beber tropezó y cayó al agua, donde se ahogó con el peso de las piedras. Tras ello Caperucita volvió a casa, prometiendo nunca más desobedecer a su madre y no volver a hablar con extraños o desviarse de su camino en el bosque".

Este cuento es un clásico conocido por casi todo el mundo occidental, que trabaja aspectos como la obediencia a los padres, la astucia y la precaución hacia los desconocidos. También nos habla de la pérdida de la inocencia y la entrada en el mundo de los adultos (el lobo se ha visto a menudo como un símbolo de lo sexual, y la caperuza roja como símbolo de la menstruación y paso a la adultez de la niña que la porta)

2. El Zorro y el Cuervo

“Había una vez un cuervo posado en la rama de un árbol, el cual había conseguido un gran y hermoso queso y lo sostenía con su pico. El olor del queso atrajo a un zorro de la zona. El inteligente zorro, ambicionando el alimento, saludó al cuervo y empezó a halagarle, admirando la hermosura de su plumaje. Asimismo, le dijo que de corresponderse su canto con la belleza de sus plumas debía ser el ave fénix. El cuervo, halagado, abrió el pico para mostrarle al zorro su voz. Sin embargo, mientras lo hacía el queso cayó al suelo, algo que el zorro aprovechó para cogerlo y huir. “

Esta fábula es de la autoría de Jean de La Fontaine, y en ella el autor nos deja ver la necesidad de tener precaución con quienes nos halagan y adulan con el fin de manipularnos u obtener algo de nosotros.

3. La cigarra y la hormiga

“Había una vez, un caluroso verano, una cigarra que a la sombre de un árbol no dejaba de cantar, disfrutando del sol y sin querer trabajar. Pasó por allí su vecina, una hormiga la cual se encontraba trabajando y llevando a cuestas alimentos para su hogar. La cigarra le ofreció descansar junto a ella mientras le cantaba. La hormiga le respondió que en vez de divertirse debería empezar a reunir alimentos para el invierno, a lo que la cigarra no hizo caso y continuó divirtiéndose.

Pero pasó el tiempo y llegó el frío del invierno. La cigarra se encontró de pronto con frío, sin sitio a donde ir y sin nada que comer. Hambrienta, se acercó a casa la hormiga para pedirle ayuda, dado que ella tenía comida abundante. La hormiga le respondió que qué había estado haciendo la cigarra mientras ella pasaba largas horas trabajando. La cigarra respondió que cantaba y bailaba bajo el Sol. La hormiga le dijo que dado que eso hizo, eso hiciera ahora durante el invierno, cerrando la puerta”.

Esta historia es otra de las fábulas de Esopo que nos muestra la importancia de valorar el trabajo, así como la necesidad de esforzarse y persistir de cara a lograr sobrevivir y prosperar. También establece una crítica a la holgazanería y la pasividad.

4. La liebre y la tortuga

“Érase una vez, una tortuga iba caminando por el camino lentamente cuando una liebre se le acercó. Esta se burló de la su lentitud y le preguntó a la tortuga por qué iba tan despacio, a lo que la tortuga respondió que pese a su lentitud nadie le ganaba en lo que respecta a resistencia. Cansada de las burlas, la tortuga le propuso hacer una carrera a la liebre. Esta, mofándose de la tortuga y pensando en que iba a obtener una victoria fácil, aceptó el desafío, el cual se llevaría a cabo el día siguiente.

Cuando llegó el día, con la ayuda de una zorra la cual marcaría la salida y la meta y un cuervo que haría de árbitro, la carrera empezó. La tortuga empezó a moverse lentamente, mientras que la liebre salió disparada. Viendo la ventaja que llevaba, la liebre se paró a esperarla y burlarse de ella, hasta que la tortuga alcanzó su posición. Entonces la liebre volvió a correr para adelantarle y se paró poco después, repitiéndose esta situación varias veces y creyendo la liebre que bastaría con que al final corriera un poco para llegar la primera.

Sin embargo, la liebre terminó por dormirse en una de las esperas. La tortuga continuó lenta pero segura, acercándose más y más a la meta. Cuando la liebre despertó se dió cuenta de que la tortuga estaba a punto de llegar a la meta, y empezó a correr. Sin embargo, no llegó a tiempo y la tortuga alcanzó su objetivo, quedando la primera en su carrera. La liebre jamás volvió a burlarse de la tortuga”.

Este cuento, más bien una fábula creada en la antigüedad por Esopo, sirve como ejemplo del valor del esfuerzo y la persistencia simbolizados por la tortuga, así como de cara a observar cómo la arrogancia y la prepotencia nos pueden conducir a perder, tal y como le ocurre a la liebre.

5. Los Tres Cerditos

“Érase una vez, había tres cerditos hermanos que vivían felices en las profundidades del bosque, pero que un día descubrieron que había un lobo en los alrededores. Es por ello que decidieron construirse cada uno una casa que les pudiera servir de refugio.

Cada uno de ellas, con un carácter muy diferente entre sí, se hizo una casa con distintos materiales. El primero de ellos y más perezoso se hizo una casita de paja, que terminó rápidamente. El segundo cerdito buscó un material más fuerte pero que también pudiera utilizar para construir rápidamente, empleando la madera para la construcción de su casa. El tercer cerdito, el más trabajador, llegó a la conclusión que lo más seguro era construir una casa de ladrillos, a pesar de que le costaría mucho más terminarla.

Una vez los tres hubieron concluido, los tres festejaron y cantaron , entre ellas canciones como “¿Quién teme al lobo feroz, al lobo, al lobo?”. Oyendo dichos cánticos, el lobo se acercó y vió a los cerditos, decidiendo comérselos. Se abalanzó sobre ellos, lo que hizo que los tres se refugiaran en sus casas. Sin embargo, el lobo no se rindió. Acudió en primer lugar a la casa de paja, gritando al cerdito que la habitaba que abriera o soplaría y soplaría hasta la casa derribar. Dado que el cerdo no abrió, el lobo empezó a soplar, derribando fácilmente la casa. El cerdito corrió a refugiarse a la casa de su hermano, el que la había de madera. En esta ocasión también les gritó “¡Soplaré y soplaré y esta casa derribaré!”.

El lobo empezó a soplar con gran fuerza, y pese a necesitar de mucha más fuerza finalmente logró derribar la casa de madera. Los dos cerditos acudieron a la casa del hermano más trabajador, resguardándose en ella. Allí el lobo demandó que le abrieran, o de lo contrario “¡Soplaré y soplaré y esta casa derribaré!”. El lobo sopló y sopló con todas sus fuerzas, pero la tercera casa era la de ladrillo, muy resistente, y no cedió. Resuelto a acabar con los cerditos, el lobo vio que esta casa tenía una chimenea, e intentó colarse a través de ella.

Sin embargo, los cerditos habían encendido el fuego, quemándose el lobo y aullando este de dolor. El malvado lobo huyó de nuevo al bosque para nunca regresar. En cuanto a los cerditos, los dos hermanos más perezosos agradecieron al tercero su trabajo y esfuerzo, aprendiendo una importante lección y creándose posteriormente cada uno una casa de ladrillo”.

Otro de los cuentos más clásicos y conocidos, los tres cerditos nos enseña valores como el trabajo duro y su importancia para medrar en la vida, indicando que será el núcleo de nuestro trabajo y esfuerzo lo que nos permitirá sobrevivir y desarrollarnos.

6. Hansel y Gretel

“Había un vez una familia muy humilde conformada por un leñador, su esposa y sus dos hijos, Hansel y Gretel. Los padres se esforzaban constantemente para poder llevar comida a casa, pero llegó un momento en que se vieron incapaces de seguir alimentando a sus hijos. Es por ello que los padres decidieron abandonar a sus hijos en el bosque. Los niños lloraron, puesto que habían oído la conversación, pero Hansel prometió a Gretel hallar la manera de volver a casa. Al día siguiente, el padre se llevó a los niños a las profundidas del bosque, y cuando estos cayeron dormidos les abandonó.

Al despertar, Hansel y Gretel se encontraron solos en medio del bosque. Sin embargo, Hansel había ido dejando piedras a lo largo del camino, de tal manera que siguiendo el rastro pudieron volver a casa. Sorprendidos, los padres decidieron que la próxima vez los adentrarían aún más en el bosque. En esta ocasión Hansel no pudo recolectar piedras, con lo que decidió dejar un rastro con migas de pan. Al día siguiente, de nuevo, se los llevaron al bosque y allí los abandonaron mientras dormían.

Empezaron a buscar el rastro, pero desafortunadamente se dieron cuenta de que había desaparecido: las aves del bosque se las habían comido. Desesperados y hambrientos, empezaron a deambular. Cuando estaban apunto de desfallecer, de pronto hallaron una casa de pan y bizcocho en medio del bosque, con ventanas de azúcar y llena de dulces. Famélicos, abalanzaron sobre ella. En ese momento una anciana abrió la puerta de la casa, invitándoles a entrar amablemente y prometiendoles comida y cama. Ese noche los niños cenaron bien y pidieron dormir bajo techo, si bien había algo raro en la anciana.

Al llegar el día se descubrió el porqué: la anciana era en realidad un bruja, la cual encerró a Hansel y cogió a Gretel como criada, pretendiendo cebar al niño para luego comérselo. Sin embargo, y a pesar de que inicialmente Hansel engaña a la bruja fingiendo no engordar, llegó un día en que la anciana se cansó de esperar y mandó a Gretel comprobar que el horno estuviera bien encendido y preparado, teóricamente para amasar pan pero pretendiendo comerse a los niños.

La pequeña fingió no saber cómo hacerlo, ante lo que la bruja la insultó y procedió a mirarlo ella misma, metiendo la cabeza en el horno. Gretel aprovechó el momento y empujó a la bruja hacia el interior, cerrando la puerta y haciendo que la bruja se abrasara. A continuación liberó a Hansel, y cuando estaban a punto de marcharse decidieron mirar si había algo de utilidad en la casa de la bruja. Sorprendentemente, hallaron joyas y piedras preciosas de gran valor, las cuales cogieron antes de intentar volver a casa. Finalmente, un día lograron llegar a su hogar, y gracias a las piedras preciosas de la bruja consiguieron suficiente dinero para vivir felices y con su familia el resto de sus días.”

Un popular cuento de los hermanos Grimm que expresa la necesidad de colaborar, la lealtad y la importancia de distinguir la realidad de las apariencias, así como resalta la utilidad de la inteligencia y el ingenio para sortear las dificultades (tanto por parte de Hansel a la hora de buscar un medio para volver a casa como de Gretel al fingirse ignorante para acabar con la bruja. También refleja la pérdida de esperanza (por parte de los padres) y la perseveración y el mantenimiento de la fe (por parte de los niños) pese a afrontarse a situaciones difíciles.

7. Los seis sabios ciegos y el elefante

“Había una vez seis ancianos ciegos de gran saber, los cuales jamás habían visto o conocido lo que era un elefante. Estos sabios, al no poder ver, usaban el tacto con el fin de poder conocer los objetos y seres del mundo. Un día, y sabiendo que su rey tenía uno de estos animales en su poder, le pidieron humildemente poder conocerlo. El soberano aceptó y los llevó ante el animal, al cual los sabios se acercaron para reconocerlo.

El primero de los sabios tocó uno de los colmillos del ser, llegando a la conclusión de que un elefante era agudo y liso como una lanza. Otro tocó su cola, pensando que el elefante era como una cuerda. Otro llegó a la trompa del elefante, indicando que era como una serpiente. El cuarto tocó la rodilla del animal, indicando que más bien era como un árbol. Un quinto consideró que los demás se equivocaban, pues tocó la oreja del paquidermo y llegó a la conclusión de que el elefante es como un abanico. El último sabio tocó el lomo, indicando que el elefante era realmente como una pared fuerte y rugosa.

Los seis sabios empezaron a discutir y pelearse por ver quien tenía razón. En ello le consultaron a otro sabio, el cual sí gozaba del don de la visión, y tras consultarle se dieron cuenta de que todos tenían parte de razón, al haber conocido solo parte de una misma realidad”.

Este cuento de origen indio nos hace ver cómo a veces las cosas no son verdaderas o falsas, sino que simplemente pueden existir perspectivas diferentes a las propias que pueden ser tan verdaderas como las que defendemos nosotros.

8. La bruja y la hermana del Sol

“Érase una vez, en un lejano país, hubo un zar y una zarina que tuvieron como hijo a un muchacho mudo de nacimiento llamado Ivan. Tenían también un mozo de cuadras, el cual de vez en cuando le contaba hermosos cuentos al niño. Un día, y cuando Iván ya tenía doce años, acudió al mozo de cuadra para que le contara otro. Sin embargo, el palafrenero le contó algo distinto de lo esperado: le indicó que en poco tiempo su madre daría a luz a una niña, la cual se volvería una bruja que devoraría al padre, a la madre y a los sirvientes del palacio. La única forma de que Iván se salvara sería la pedirle a su padre su mejor caballo y huir allá donde el corcel le llevara. Angustiado, el joven corrió hacia su padre y, por primera vez, habló para pedirle un caballo.

El rey, feliz de oír a su hijo por primera vez, le dió su mejor corcel. Iván montó en él y cabalgó hacia donde el animal lo llevase. Según pasaba el tiempo, empezó a pedir Albergue a diferentes personas con las que se encontró: una par de ancianas (que le dijeron que no dado que les quedaba poco tiempo de vida, llegándoles la hora una vez terminaran de tejer), un hombre llamado Vertodub (el cual no pudo ayudarle ya que moriría una vez arrancara unos robles de la tierra) y aún otro más, Vertogez, quien tampoco pudo ayudarle puesto que le llegaría la hora una vez acabara de voltear unas montañas.

El joven lloró y lloró, desconsolado, hasta que finalmente llegó al palacio de la hermana del Sol. Esta le acogió con amabilidad, tratándole como a un hijo. Iván vivió en dicho palacio durante días, pero de vez en cuando lloraba por no tener noticia alguna de su hogar. La hermana del Sol le preguntó en varias ocasiones el porqué de sus lágrimas, a lo que inicialmente el joven contestó que se debía a que el viento se los había irritado (algo que hizo que la hermana del Sol ordenase al viento que dejase de soplar), Sin embargo, finalmente el joven le confesó lo ocurrido y le pidió volver a su hogar. Ante su insistencia, la hermana del Sol le dió permiso y le agasajó con un cepillo, un peine y dos manzanas capaces de rejuvenecer a quien las comiera.

En el camino de vuelta, el joven Ivan volvió a ver a Vertogez, y viendo que solo quedaba una montaña para que este volteara y luego muriera, arrojó el cepillo al suelo. De él surgieron nuevas y enormes montañas, tantas que se perdían a la vista. Vertogez se alegró. Poco después y continuado el camino, Iván encontró a Vertodub apunto de arrancar los últimos tres árboles, tras lo cual moriría. El joven sacó el peine y lo tiró en el campo, y de allí nacieron enormes bosques, algo que hizo a Vertodub feliz y le dió más trabajo que hacer. Posteriormente, Iván llegó hasta las ancianas, a quienes regaló las manzanas rejuvenecedoras. Las ancianas las comieron y volvieron a ser jóvenes, y en compensación le regalaron un pañuelo el cual era capaz de crear un lago al sacudirlo.

Finalmente, Iván llegó de nuevo a su hogar. Allí saldría su hermana a recibirlo, con cariño, y le pidió que tocara el arpa mientras ella preparaba la comida. Mientras así lo hacía un pequeño ratón salió de su escondite, gritándole que huyera dado que su hermana se estaba afilando los dientes para devorarle. El joven huyó, quedándose el ratón tocando el arpa para distraer a la hermana. Al poco, la hermana entró en la habitación dispuesta a devorar a Iván, pero se dió cuenta de que su presa había huido.

Empezó a perseguir a Iván, quien viendo que la alcazaba sacudió el pañuelo de tal modo que puso un lago entre ellos para obtener ventaja. La bruja cruzó el lago y siguió persiguiendo al joven, pasando cerca de Vertodub. Este, comprendiendo lo que pasaba, empezó a amontonar los robles que arrancaba hasta formar una montaña que impidiera el paso a la bruja. Aunque esta consiguió roer los árboles, ello dió a Iván gran ventaja. A medida que la bruja acortaba distancias y prácticamente alcanzaba al joven, se acercaron a donde estaba Vertogez.

Comprendiendo lo ocurrido, Vertogez agarró la montaña más alta y la volteó justo en medio del camino que separaba a los hermanos, obstaculizando a la bruja. Pese a ello, esta continuó acercándose poco a poco a Iván. Poco antes de alcanzarlo, ambos llegaron a las puertas del palacio de la hermana del Sol. El joven pidió que le abrieran la ventana, algo que la hermana del Sol hizo. La bruja pidió que su hermano le fuera entregado, proponiendo que se pesaran en un peso: si la bruja pesaba más se lo comería, y si no, Iván la mataría. Este último aceptó, pesándose primero.

Sin embargo, cuando la bruja empezó a subirse el joven aprovechó el peso para dar un salto hacia arriba, con tal fuerza que llegó al cielo y halló otro palacio de la hermana del Sol. Allí se quedaría para siempre a salvo de la bruja, que jamás podría cogerlo”.

Este cuento, del ruso Aleksandr Nikoalevich, nos habla de la importancia de la humildad y la consideración hacia los demás, así como de la idea de retribución por el bien que causamos: son las ancianas, Vertodub y Vertogeb quienes mediante sus actos impiden que la bruja alcance a su hermano, dándole tiempo a llegar a un lugar en el que estará a salvo.

También vemos una crítica social, en la que se nos habla de la relación y respeto hacia personas de diferente condición social: Iván y su hermana son nobles, y mientras el primero se va relacionando con personas de diferente índole y posición social y hace algo por ellos, la segunda únicamente se limita a devorar y perseguir sus objetivos.

9. El dueño de la luz

“Al principio de los tiempos no existía el día o la noche, viviendo el mundo en la oscuridad y dependiendo el pueblo de los warao de la luz del fuego para encontrar alimento. Un día, una padre de familia con dos hijas recibió la noticia de que existía un joven que poseía y era dueño de la luz. Sabiendo esto, reunió a sus hijas y le dije a la mayor que fuera a buscar al joven y le trajera la luz. La muchacha salió en su busca, pero tomó el camino equivocado y terminó llegando a casa del ciervo, con el cual jugó para después volver a su hogar. No habiéndolo conseguido la mayor, el padre le hizo la misma petición a su hija pequeña. Esta, tras mucho andar, finalmente llegó a la casa del joven dueño de la luz.

Una vez allí, le dijo que venía a conocerle y a obtener la luz para su padre, a lo que el joven respondió que la estaba esperando y que ahora viviría con él. El joven cogió una caja, abriéndola con cuidado. Cuando lo hizo, la luz alumbró sus brazos y dientes, además del pelo y ojos de la muchacha. Tras habérsela mostrado, la guardó. Los siguientes días el joven y la muchacha se divirtieron, jugando con la luz, y se hicieron amigos. Pero la muchacha recordó que había venido a buscar la luz para su padre. El joven se la regaló, de tal manera que la chica y su familia pudieran verlo todo.

Tras volver, la chica le dió la luz dentro de la caja a su padre, quien la abrió y la colgó en uno de los troncos sostenían el palafito (casa construida sobre el agua que se apoya en el suelo con troncos y estacas) familiar. La luz iluminó el río y el terreno circundante. Ello atrajo la atención de los numerosos pueblos de alrededor, acudiendo gran cantidad de personas a observarla y resistiéndose a marcharse al ser más agradable vivir con luz.

Llegó un punto en que el padre, cansado de tanta gente, decidió acabar con la situación: dio un manotazo a la caja y, tras romperla, la lanzó al cielo. La luz salió volando y se transformó en el Sol, mientras que de los restos de la caja surgió la Luna. Ello hizo que el día y la noche se fueran sucediendo, pero dado que ambos astros volaban a gran velocidad (producto del lanzamiento del padre) estos eran excesivamente cortos. Viendo esto el padre cogió una tortuga gigante y, una vez el Sol llegó a la altura de su cabeza, se la lanzó diciéndole que era un regalo y que lo esperara. La tortuga avanzaba con lentitud, algo que hizo que el Sol fuera esperándola. Y es por ello que todos los días el Sol se va moviendo poco a poco por el firmamento, esperando a la tortuga mientras alumbra el mundo".

Este poco conocido cuento proviene del pueblo indígena Warao, en el delta del Orinoco. Se trata de una narración que nos explica el origen del día y la noche y que nos ofrece una explicación respecto a su duración.

10. La bolsa repleta de cuentos

“Érase una vez, un niño llamado Lom a quien un anciano criado le contaba cada noche múltiples historias y cuentos, empleando cada una de las noches un cuento diferente y nuevo. Lom había ido conociendo a lo largo de los años una gran cantidad de ellos, siendo algo de lo que presumía ante sus amigos aunque sin nunca compartirlos. Estos cuentos que nunca contaba se iban acumulando en una bolsa, en su habitación. Pasaron los años y Lom se convirtió en un adulto, el cual conoció a una joven con quien acabó por comprometerse y con quien iba a casarse.

La noche antes de la boda el anciano criado oyó en la habitación de Lom un murmullo extraño, algo que le hizo acercarse: eran los cuentos, acumulados y apretujados en la bolsa, los cuales estaban furiosos. Los cuentos pidieron al criado que los dejara salir, planeando muchos de ellos diferentes venganzas para arruinar el día del joven: uno se convertiría en un poco cuyas aguas le causarían dolor de estómago, otro propuso volverse una sandía que le daría un gran dolor de cabeza, y otro prometió transformarse en serpiente y morderle. Ante estos planes, el viejo criado pasó la noche pensando cómo salvar a Lom.

Al llegar el día, cuando Lom se disponía a ir al pueblo hacia su boda, el criado corrió al caballo y agarró las bridas, siendo él quien lo guiaba. Sediento, Lom ordenó que pararan cerca de un pozo que acababa de ver, pero el criado no se detuvo y siguieron adelante. Tras ello pasaron por un campo repleto de sandías, y aunque Lom volvió a pedir parar el anciano hizo que continuaran camino sin detenerse. Una vez en la boda, el criado vigiló en todo momento en búsqueda de la serpiente, pero no la encontró.

Al llegar la noche los recién casados fueron hacia su casa, la cual los vecinos habían cubierto de alfombras. El anciano criado, de repente, entró en la habitación de los novios, que le reclamaron airados qué hacía allí. Sin embargo, tras levantar la alfombra de la habitación los tres descubrieron una serpiente venenosa, que al anciano cogió y lanzó por la ventana. Asombrado y asustado, Lom le preguntó cómo sabía que estaba allí, a lo que el criado le respondió que se debía a que eran un plan de venganza por parte de los cuentos que jamás había compartido. A partir de entonces, Lom empezó a leer uno por uno los cuentos a su esposa, algo que causaría a todos ellos gran alegría, y con los años a sus hijos y sus descendientes".

Este es un cuento de origen camboyano que nos explica la necesidad de compartir lo que sabemos y lo que es especial para nosotros con aquellos que nos importan, pues de lo contrario puede estancarse y perderse para siempre e incluso volverse contra nosotros. Si bien el cuento hace referencia a cuentos en sí, estos pueden representar también cualquier cosa importante para nosotros, como nuestras emociones y sentimientos.

11. El pastor y el lobo

“Érase una vez un pastor el cual, estando al cuidado de sus ovejas, se aburría en gran medida mientras estas pastaban. El joven, el cual pasaba casi todo el día solo en compañía de los animales, decidió hacer algo para divertirse. Corrió al pueblo, gritando que un lobo estaba atacando a su rebaño. Los habitantes corrieron prestos con azadas y hoces a ayudarle. Sin embargo, al llegar junto al pastor, le preguntaron qué había pasado. Éste les dijo que se lo había inventado debido al aburrimiento, de tal modo que la reacción de alarma del pueblo le había servido de entretenimiento.

Al día siguiente el pastor volvió a hacer lo mismo, algo que hizo que los labradores y habitantes del pueblo acudieran raudos. S se trataba otra vez de una broma. Los aldeanos se enfurecieron y volvieron a trabajar, y lo mismo hizo el pastor.

Al volver junto al rebaño el pastor de repente vio cómo unos lobos atacaban de verdad a las ovejas. Sorprendido y asustado, volvió al pueblo gritando de nuevo que los lobos estaban atacando, esta vez de verdad. Sin embargo, los habitantes del poblado supusieron que también estaban ante una actuación y lo ignoraron, continuando con sus quehaceres. Finalmente, los lobos acabaron con todas las ovejas del pastor, sin que éste pudiera hacer nada ni recibir ayuda".

Otra de las fábulas atribuidas a Esopo, esta narración expresa una idea o moraleja bastante clara: el hecho de mentir continuamente acabará haciendo que no se confíe en dicha persona, aunque acabe diciendo la verdad. La confianza es algo muy valioso que cuesta de obtener y una vez perdida es muy difícil recuperar.

12. El patito feo

“Érase una vez, en un día de verano, una pata estaba empollando sus siete huevos y esperando para verlos nacer. Sus crías solían ser las más hermosas y admiradas por los demás, y llegó un día en que los huevos empezaron a abrirse. Poca poco fueron naciendo seis pequeños patitos, todos ellos recibidos alegremente por su madre y los espectadores.

Sin embargo, el último y más grande de todos tardaría un poco más, algo que llamaría la atención de todos (incluso de sus hermanos recién nacidos). Finalmente, surgió del huevo un alegre patito, que sin embargo era muy feo en comparación con los demás y que incluso no parecía un pato. Todos se burlaron de él, e incluso la madre lo apartó y dejó de lado, algo que le provocaría mucho sufrimiento.

Según pasaban los días la cosa no mejoró, puesto que crecía de tal manera que su aspecto desgarbado se incrementaba y además sus movimientos eran lentos y torpes. Las burlas, incluyendo las de sus hermanos, y el desprecio de su madre hizo que finalmente decidiera huir de la granja en la que vivía. Al principio se refugió en otra granja cercana, pero pronto descubrió que su dueña solo quería comérselo y también huyó de allí. Poco después llegó el invierno, que el pobre patito tuvo que soportar solo y hambriento, pero logró sobrevivir hasta la primavera.

Un día, llegó a un estanque en que veria a unas hermosas aves las cuales no había visto en su vida: se trataba de cisnes gráciles y esbeltos. Aunque dudaba que se lo permitiesen, el patito feo les preguntó si podría bañarse junto a ellos, a lo que los cisnes le respondieron no solo que sí, sino que al fin y al cabo era uno de ellos. Al principio pensó que se estaban burlando de su fealdad, pero los cisnes hicieron que mirara su reflejo en el agua. Allí, el patito feo pudo observar que no era tal, sino que durante el invierno se había acabado de desarrollar, siendo ahora un hermoso cisne. Finalmente, el pequeño patito feo al fin había encontrado un lugar en el que le aceptaron, al fin entre los suyos, y pudo ser feliz el resto de sus días".

Un archiconocido cuento infantil de Christian Andersen que nos permite recordar la importancia de la humildad y la bondad, a aceptar las diferencias para con los demás y a no juzgar a los demás por su aspecto físico o nuestros prejuicios personales. También refleja el esfuerzo y el desarrollo, de tal manera que se reflejan unos duros inicios para el pobre cisne pero que consiguió crecer hermoso, grande y fuerte.

Referencias bibliográficas:

  • Aller, M. (2010). La vuelta al mundo en 80 cuentos. [Online]. Disponible en: http://www.educacontic.es/blog/la-vuelta-al-mundo-en-80-cuentos.
  • Amery, H. (2000). Cuentos populares del mundo. Usborne Publishing, USA.
  • Baxter, N. (2004). La vuelta al mundo en ochenta cuentos. 2a Edición. Ediciones Delfos.