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Estado elevado de consciencia: qué es y cómo afecta al cerebro


La conciencia es un concepto abstracto de difícil definición, que resulta más fácil de comprender en su ausencia. Es decir, se puede delimitar con absoluta claridad que los entes no vivos no son autoconscientes, al igual que la materia muerta que antes presentaba vida no es capaz de reconocer la realidad circundante ni su propio estado.

Pero, ¿qué sucede con los animales? ¿Tienen un sentido de identidad el resto de los seres vivos? ¿Son conscientes de sí mismos? Muchos científicos reconocen que la mayoría de las especies con un sistema nervioso central (SNC) presentan ciertas capacidades cerebrales para percibir el sufrimiento y el disfrute de una forma más o menos consciente, así que no se puede descartar esta capacidad en el reino animal. En invertebrados y otros taxones, la incógnita sigue abierta.

El estado de consciencia se complica aún más allá de las especies animales que lo presentan, pues resulta que se diferencia en varios niveles, algunos de ellos alcanzables únicamente (hasta ahora) mediante el uso de psicodélicos. ¿Te atreves a diseccionar la mente humana con nosotros? En esta oportunidad, te contamos qué es el estado elevado de consciencia y qué lo causa.

¿Qué es la consciencia?

Como hemos dicho previamente, es más fácil definir qué no es la consciencia que lo que significa realmente. Aún así, haremos un esfuerzo para circunscribir este término tan abstracto en una serie de palabras. Según la Real Academia de la lengua Española (RAE), la conciencia se podría definir de la siguiente manera: “es la capacidad del ser humano de reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella; el coma consiste en la pérdida total de la consciencia”.

La cosa se complica a partir de aquí, pues resulta que consciencia y conciencia no son lo mismo, al menos no desde un punto de vista estricto. Una sola letra las diferencia fonéticamente, pero, si nos ponemos técnicos, descubriremos que su utilización indistinta suele ser errónea. La consciencia siempre es sinónimo de conciencia, pero la conciencia no se puede intercambiar por consciencia.

Retomando la definición inicial, la consciencia del ser humano es la capacidad de nuestra especie para reconocer la realidad circundante, responder ante ella y, además, ser capaces del conocimiento inmediato del sujeto propio, sus actos y sus reflexiones. Por otro lado, la conciencia suele tener un componente mucho más ético y moral, ya que en base a lo que se distingue en el entorno o en lo propio, se atribuyen ciertos componentes. Veamos estas diferencias con un ejemplo:

  • Me caí al suelo y me desmayé, pero recuperé la consciencia poco tiempo después. El sujeto fue capaz de auto reconocerse a sí mismo y ubicarse en el entorno.
  • Yo siempre actúo según me dicta mi conciencia. El sujeto atribuye una carga moral a su forma de ver las cosas y su entorno, y decide los mecanismos de acción en base a ella.

Seguro que con ambos ejemplos han quedado un poco más claras las cosas, ¿verdad? Una vez delimitado este conflicto lingüístico, estamos preparados para conocerlo todo sobre el estado elevado de conciencia. No te lo pierdas.

¿Qué es el estado elevado de consciencia?

El estado elevado de consciencia es un tipo de consciencia excepcional, es decir, que va más allá de la vigilia, del sueño y del soñar y que no corresponde a las alteraciones del nivel o de la estructura cerebrales habituales. En otras palabras, este evento se caracteriza por ser distinto al estado de ondas beta (oscilaciones electromagnéticas cerebrales) propio de la fase circadiana en la que estamos despiertos.

En general, se distinguen 3 tipos de consciencia dentro de la “normalidad”. Estos son los siguientes:

  • Nivel de alerta: alguien responde a los estímulos y experimenta percepciones, pero no es del todo consciente de ellos. Aquí caerían los pacientes vegetativos, por ejemplo.
  • Nivel de autoconsciencia: cuando el sujeto presta atención a su propio mundo interno y se convierte en un observador reflexivo de sí mismo.
  • Nivel de meta-autoconsciencia: un nivel consecuencia del anterior. El sujeto es consciente de que es consciente: “soy consciente de que estoy triste”.

Así pues, el estado de consciencia elevada se saldría de estas 3 acepciones, considerándose así una “elevación” de la misma. ¿Cómo se consigue alcanzar este estado?

La consciencia y el LSD

La dietilamida de ácido lisérgico o LSD es una sustancia psicodélica semisintética que produce efectos psicotrópicos. Las experiencias tras su consumo incluyen alucinaciones, sinestesia, percepción distorsionada del ego, alteración de la consciencia y la visualización de entes e imágenes que se perciben como totalmente reales por parte de quienes lo consumen, a pesar de no ser observables por el entorno.

Tras el consumo de esta droga, se llega a un estado conocido como “embriaguez lisérgica”. En ella, la imagen cotidiana del mundo presenta una transformación extrema y repentina, generando incluso una supresión de la barrera “yo/tú”. Esto tiene una gran utilidad en el ámbito médico, pues los pacientes con un trastorno egocéntrico se desprenden de su fijación, aislamiento y son más receptivos a las indicaciones de un profesional. Además, este psicodélico permite recuperar contenidos o experiencias ya olvidadas o reprimidas, reviviendo recuerdos de la primera infancia.

El LSD y la consciencia humana han sido estudiados en múltiples ocasiones, así que ya existe una extensa recogida de bibliografía sobre las interacciones entre ambos en bibliotecas científicas públicas. Aun así, un nuevo estudio nos llama la atención: en el volumen 227 de la revista Neuroimage, publicada en febrero del 2021, se ha recogido una investigación que demuestra que el LSD provoca en el paciente mayor diversidad de señales neuronales, o lo que es lo mismo, una mayor actividad cerebral o un “estado elevado de consciencia”.

El LSD actúa sobre los receptores de serotonina en el cerebro, un neurotransmisor fundamental en el sistema nervioso humano. Debido a sus efectos temporales sobre la mente y cerebro, se postula que el recorrido serotoninérgico del LSD representa un método poderoso para para conectar fenómenos fisiológicos con sus análogos cerebrales, lo que promovería el entendimiento y comprensión de ambos por parte del individuo.

Basándose en 2 características típicas de la mente humana (integración y segregación), se ha demostrado a nivel neurológico que el consumo de LSD produce un estado elevado de consciencia atípico e imposible de alcanzar de otro modo, ya que promueve un aumento anormal de la complejidad funcional del cerebro. Durante la embriaguez lisérgica, las regiones cerebrales actúan de una manera menos “atada” de lo usual, por la presencia o ausencia de conexiones anatómicas.

Sabemos que nos estamos moviendo en términos bastante complejos, pero si queremos que te quedes con una idea, esta es la siguiente: ciertas postulaciones argumentan que las conexiones anatómicas del cerebro son, en parte, un producto de la expectativa del individuo sobre qué secciones de su encéfalo deberían intercambiar información. Estas “expectativas” se verían moldeadas por factores tan intrínsecos al individuo y a la especie como la evolución y la experiencia.

Según la investigación citada, durante la embriaguez lisérgica la correlación estructural-funcional esperada se reduce drásticamente. Al estar menos constreñido por las preconcepciones previas (debido a los efectos de la droga), el cerebro es libre de explorar una serie de patrones conectivos que van más allá de los dictados por la anatomía humana. Esto podría explicar la formación de imágenes y realidades completamente diferentes a las normales y la disolución del “yo”, o lo que es lo mismo, permitiría al individuo alcanzar un estado elevado de consciencia.

Resumen

Por complejo que pueda sonar, el mensaje general de la investigación y del artículo mostrado es el siguiente: la consciencia se basa en la percepción de lo que nos rodea y de nosotros mismos, pero, desde luego, esta se encuentra circunscrita por nuestras limitaciones fisiológicas y lo que esperamos de las mismas. Con el consumo de drogas como el LSD, el cerebro se “libra” de ataduras y correlaciones anatómico-funcionales y, por tanto, es capaz de explorar terrenos completamente imposibles de comprender sin la acción del psicodélico.

Con esto no pretendemos animar a nadie a que se lance al consumo de sustancias ilegales para experimentar estados alterados de consciencia. Es necesario tener en cuenta que la tenencia y el consumo de drogas como el LSD siguen estando penadas por la ley y encierran numerosos peligros, así que solo el individuo es responsable de sus acciones si decide consumirlas.

Referencias bibliográficas:

  • Cohen, S. (1967). The beyond within: The LSD story. New York: Atheneum.
  • Halberstadt, A. L., Klein, L. M., Chatha, M., Valenzuela, L. B., Stratford, A., Wallach, J., ... & Brandt, S. D. (2019). Pharmacological characterization of the LSD analog N-ethyl-N-cyclopropyl lysergamide (ECPLA). Psychopharmacology, 236(2), 799-808.
  • Luppi, A. I., Carhart-Harris, R. L., Roseman, L., Pappas, I., Menon, D. K., & Stamatakis, E. A. (2021). LSD alters dynamic integration and segregation in the human brain. NeuroImage, 227, 117653.
  • Nichols, D. E. (2018). Dark classics in chemical neuroscience: lysergic acid diethylamide (LSD). ACS chemical neuroscience, 9(10), 2331-2343.
  • Pinto Meneses, J. A. (2019). Factores de resiliencia en adolescentes expuestos a uso y abuso de sustancias psicotrópicas, que viven en El Relleno Sanitario de la zona tres de la Ciudad de Guatemala (Doctoral dissertation, Universidad de San Carlos de Guatemala).
  • States of consciousness, NOVA. Recogido a 10 de febrero en https://nobaproject.com/modules/states-of-consciousness