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Entrevista con una psicóloga experta en violencia de género


El tema de la violencia de género sigue de plena actualidad. Año tras año, la sociedad lamenta la lacra del maltrato físico en el seno de las familias. Aunque en la última década los datos de víctimas mortales se han ido reduciendo tímidamente, este inicio de año 2016 está siendo especialmente funesto: son ocho mujeres las que han sido asesinadas a manos de sus parejas o ex-parejas en los primeros 28 días de enero.

Fuente: Ministerio de Sanidad, Servicios sociales e Igualdad, Gobierno de España

Entrevista a la psicóloga Patricia Ríos

Esta situación de violencia permanente ha generado un esfuerzo social y judicial que parece que todavía no da los frutos necesarios. Las víctimas de maltrato son a menudo personas que se sienten desamparadas e invisibilizadas. Es por esta razón que nos ha parecido muy interesante poder conversar con Patricia Ríos, una psicóloga clínica con un extenso currículum y que se ha especializado en el tratamiento de personas maltratadas.

Bertrand Regader: Buenos días, Patricia. Cuéntanos: ¿cuál es tu bagaje profesional en el ámbito de violencia de género?

Patricia Ríos: En mi práctica privada me he encontrado varios casos de violencia de género, sobre todo a mujeres, aunque también a varones y hasta en adolescentes.

También he podido entrar en contacto con el otro lado de la ecuación, trabajando en intervención grupal con un grupo de hombres condenados por delitos de violencia de género. Y he de decir que ha sido una experiencia enriquecedora.

B. R.: Violencia de género, doméstica, machista, intrafamiliar... ¿qué matices introduce cada una de estas denominaciones y cuál es la que prefieres usar?

En la violencia de género deberíamos englobar todo acto violento ejercido por un “género” contra el otro, de esta forma, ya no es solo el hombre el que ejerce violencia y la mujer quien la padece, sino que también puede ocurrir y ocurre de hecho, al contrario: que sea la mujer la que ejerce la violencia y el hombre la que lo padece. En este último caso el maltrato suele ser de tipo psicológico, aunque también existe y sucede el maltrato físico ejercido por la mujer hacia el hombre.

La violencia machista es la vertiente que hace alusión, únicamente, a la violencia ejercida por un hombre hacia una mujer, por lo general, cuando mantienen una relación muy cercana.

Cuando se habla de violencia doméstica, es un tipo de violencia que va más allá del tipo de agresión que despliegan hombres contra mujeres y mujeres contra hombres, incluye la violencia ejercida entre familiares de un hogar (y no sólo entre los miembros de la pareja) o incluso entre personas que, sin ser familiares, viven bajo el mismo techo.

Por último, la violencia intrafamiliar, es aquella que se ejerce en el seno de una familia entre sus miembros. Donde los menores son siempre los más perjudicados.

Como puedes ver todas ellas engloban un mismo factor común, la violencia entre personas, sean de igual o distinto, género, raza, sexo y/o edad. Si tenemos en cuenta todas las variables, quedan escasas las tipologías actuales de violencia, puesto que en ninguna de ella se habla de violencia entre personas del mismo sexo. Así que personalmente y de forma conjunta, me gusta llamarlo violencia interpersonal.

B. R.: El maltrato psicológico es también una forma de violencia. ¿Qué formas suele tomar?

El maltrato psicológico es quizás el tipo de violencia más común aunque sigue siendo un tema tabú en la sociedad, manteniéndola aún en un tipo de violencia sorda, muda e invisible.

Como todo tipo de violencia está también se sustenta en el poder, la dominación y la coerción, abarca desde el menosprecio y las vejaciones verbales hasta formas mucho más sutiles como el control de la economía, de la forma de vestir, de la frecuencia de actividad social, y el control por parte del agresor en las redes sociales y tecnologías.

B. R.: Puede ser la antesala de la violencia, digamos, física.

Sí. Me gustaría remarcar que el maltrato psicológico, ciertamente, suele ser el preludio del maltrato físico, es la forma que tiene la persona agresora de cerciorarse de que su víctima no cargará contra él. Por tanto, el maltrato psicológico no es ni menos grave, ni menos alarmante, sino que es o debería de ser, al menos, un aviso de que algo no anda bien.

B. R.: En base a tu experiencia tratando estos casos, ¿consideras que existe todavía un cierto poso cultural que justifica la violencia dentro de la pareja? ¿O crees la gente está tomando conciencia progresivamente de esta problemática social?

Cada vez más gente toma conciencia de esta problemática aunque, desgraciadamente, es un problema que se sigue frenando tarde. El entorno pasa por alto muchas señales, por puro desconocimiento, y las personas afectadas, no siempre tienen la valentía de decirlo, mucho menos si la víctima es hombre.

El poso cultural del que me hablas sigue existiendo, y considero que aún queda mucho para que pase a la historia. Las personas mayores lo mantienen por vergüenza y por sentimiento de culpa, y los jóvenes, en muchas ocasiones por desconocimiento y miedo.

Tampoco es raro, los organismos públicos siguen, en cierto modo, culpabilizando a la víctima, aunque cada vez esto es menor. En mi experiencia profesional me he encontrado casos en los que la víctima es disuadida por los propios trabajadores de hacer viable la denuncia, debido a comentarios como:

“Algo habrás hecho”

“Eso te pasa por no hacerle caso”

“No seas una nenaza y ponle las cosas claras”

Nunca es una tarea fácil para una víctima de malos tratos, ya sea hombre o mujer, el enfrentarse a sus propios miedos y vergüenzas y tomar medidas legales. Mucho menos cuando la respuesta que se recibe va en la línea de las comentadas.

B. R.: ¿Cuál es el estado anímico y psicológico de las personas que han sido maltratadas y acuden a terapia?

El estado anímico es siempre bajo, demasiado bajo. Las víctimas de malos tratos han vivido situaciones límite y de gran impacto, cuando no traumáticas. La gravedad de los efectos, depende del tipo de violencia sufrida, de su intensidad, su intención, de los medios utilizados y también de las características de la víctima y del agresor.

De forma general, son personas con una personalidad muy dañada, que manifiestan una gran inseguridad, un pobre autoconcepto, cambios en el estado de ánimo, y un alto nivel de desconfianza. Algunas personas suelen manifestar síntomas de depresión, ansiedad, ideas e incluso intentos fracasados de suicidio.

Los comentarios más comunes hechos por víctimas de malos tratos son “Me lo merecía”, “Él me quiere pero se le fue la mano”, “Yo me porté mal”, “No tuvo otra opción”, “Si pido ayuda se reirán de mí/no me creerán”.

B. R.: ¿Cuál es, a grandes rasgos, la intervención psicoterapéutica y legal que realiza un psicólogo ante un caso así?

Es algo bastante complicado. Los psicólogos estamos obligados a mantener una confidencialidad para con nuestros pacientes, pero también como cualquier otro ciudadano, tenemos la obligación legal de denunciar cualquier tipo de delito. Aunque juntar estas dos obligaciones en las profesiones sanitarias, siempre es un arma de doble filo.

Lo primero que se le viene a uno a la cabeza es denunciar el caso ante las autoridades, y eso es una decisión muy acertada cuando hablamos de menores de edad. Sin embargo cuando hablamos de personas mayores de edad o incluso menores maduros, siempre ha de primar la ayuda como primera opción.

No debemos olvidar que cualquier persona que nos confiese un caso de violencia, nos está abriendo la puerta a un secreto muy difícil y como ya hemos dicho, silenciado, en acción u omisión por el entorno.

La opción más fácil, es acordar con la persona afectada los límites de nuestra confidencialidad y dejar muy claro, que la misma se romperá sin previo consentimiento en caso de que alguna vida (la propia o la de terceros) se vea amenazada. Una vez establecido esto con la víctima, queda un largo proceso donde se trabajan temas como la autoestima, las habilidades sociales, el amor propio y el saber marcar límites, entre otros.

B. R.: ¿Qué puntos en común tienen las personas que ejercen maltrato físico o psicológico? ¿Podemos hablar de un perfil típico o hay maltratadores muy dispares?

Excluyendo patologías mentales, son personas con escasa inteligencia emocional, comparten una autoestima realmente baja, y por ende, un gran nivel de inseguridad, la asunción de responsabilidad es externa, con poca tolerancia a la frustración y una bajo nivel de gestión emocional y empatía hacia sí mismos y los demás.

En mi experiencia pude comprobar que se sienten mal consigo mismos, incluso algunos llegan a odiarse, y cuanto más se odian y cuanto peor se sienten, más posibilidades tienen de cometer algún tipo de violencia.

B. R.: Las muertes por violencia de género parecen ir en aumento en los últimos años. De hecho -tal como hemos visto la tabla facilitada por el Ministerio de Sanidad- en lo poco que llevamos de año ya ha habido ocho personas asesinadas. ¿Qué medidas debería tomar el gobierno entrante para minimizar este fenómeno?

Dar información sobre cómo abordar a los demandantes sería la más importante, pues como te he comentado antes, no es poco común el culpabilizar a la víctima por parte de organismos públicos.

Dejando eso a un lado, se han dado grandes avances en este tema, ahora existen más medios como teléfonos a los que llamar de forma anónima y totalmente gratuita, existen numerosos grupos de ayuda y medidas judiciales, aunque no tanto como antes, aun se sigue olvidando el origen. La información y prevención de dicha problemática desde los primeros años en las escuelas.