Meningitofobia: características, síntomas, causas y tratamiento
A todos, en cierta manera, nos asusta la posibilidad de padecer alguna enfermedad en un futuro. Pero cuando este miedo es desproporcionado y desadaptativo, la persona acaba desarrollando una fobia. Y cuando además, la enfermedad en cuestión es una meningitis, hablamos de la meningitofobia.
Existen más fobias a determinadas enfermedades, aunque ésta se centra en las enfermedades cerebrales. En este artículo conoceremos en qué consiste, qué la caracteriza, en qué se diferencia de otros trastornos como la hipocondría, sus síntomas, causas y posibles tratamientos.
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Meningitofobia: ¿qué es?
Las fobias son miedos intensos y desproporcionados ante un estímulo o situación concreto. Este miedo llega a incapacitar a la persona para que funcione con normalidad. Así, las fobias se diferencian de los miedos en que la intensidad de las primeras es mucho más elevada, así como la interferencia que causa en la vida diaria del afectado o afectada.
En el DSM-5 (Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales) las fobias se catalogan como “fobias específicas”, y constituyen un tipo de trastorno de ansiedad. En concreto, la meningitofobia es la fobia a padecer una enfermedad cerebral (especialmente una meningitis).
Las enfermedades cerebrales pueden ser de diferentes tipos; se pueden relacionar con alteraciones genéticas, metabólicas, accidentes cerebrovasculares (ACV’s), infecciones, tumores, traumatismos, consumo de sustancias, epilepsia…
La meningitis, la enfermedad que típicamente se teme en la meningitofobia, consiste en una infección de las meninges (membranas que cubren el sistema nervioso central), generalmente producida por un virus (en el 80% de los casos). La meningitis, sin embargo, también puede ser originada por bacterias (entre el 15 y el 20% de los casos) o por otros factores: intoxicaciones, fármacos, hongos y otras enfermedades.
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Características
La meningitofobia se trata de una fobia específica clasificada como “otros tipos de fobia” en el DSM-5. Recordemos que este manual agrupa las fobias específicas en 5 grupos, según el estímulo temido: fobia a los animales, a la sangre/inyección/herida, a situaciones naturales, fobia situacional y otros tipos de fobias.
Junto a ella, encontramos más fobias clasificadas como “otras”: fobia a atragantarse, fobia a vomitar, fobia a contraer algún tipo de enfermedad (como en el caso de la meningitofobia), etc. En los niños, las fobias comunes consideradas como “otro tipo de fobias” incluyen la fobia a las personas disfrazadas, a los payasos y a los sonidos fuertes, entre otras.
Fobia a enfermar
Igual que la meningitofobia, existen más fobias relacionadas con el miedo a contraer una determinada enfermedad. Algunas de ellas son: caridiofobia (miedo patológico a los infartos), carcinofobia (miedo patológico a padecer cáncer) o luifobia (miedo patológico a contraer sífilis).
Este tipo de fobias pueden llegar a hacer creer a la persona que la padece que realmente ha contraído la enfermedad que tanto teme, sintiendo incluso los síntomas de la misma (que en realidad “no existen”).
Esto hace que la persona malinterprete cada síntoma como propio de la enfermedad, aunque no tenga evidencia suficiente para hacerlo. A raíz de esto, pueden aparecer en el paciente conductas de comprobación, conductas de seguridad, etc (típicas de otros trastornos, como por ejemplo la hipocondría). En la meningitofobia ocurriría lo mismo.
Síntomas
El principal síntoma de la meningitofobia es el miedo intenso, irracional y desproporcionado a padecer una meningitis o una enfermedad cerebral en general. Este miedo aparece incluso ante la ausencia de evidencia de padecerla o de estar en riesgo (es por ello que se considera un miedo desproporcionado).
Lógicamente, contraer enfermedades ocasiona cierto miedo o respeto (y más si son enfermedades del cerebro), pero cuando este miedo se vuelve patológico (exageradamente intenso o incapacitante), aparece la meningitofobia.
Este miedo puede manifestarse a través de otros síntomas, tales como: ansiedad elevada, irritabilidad, nerviosismo, sudoración, mareos, náuseas, vómitos, etc. Cuando el miedo es muy intenso, pueden incluso aparecer ataques de pánico.
Causas
Etiológicamente, el miedo a enfermar (en general) lo podemos relacionar con respuestas ancestrales y evolutivas del ser humano, que ha ido evitando acercarse a estímulos o a situaciones que pudieran originarle algún tipo de enfermedad, como un mecanismo adaptativo y de supervivencia. Así, evolutivamente este tipo de respuestas tenían un cierto sentido y una cierta función.
Sin embargo, en las fobias este mecanismo adaptativo resulta disfuncional, y aparece de forma exagerada. Es el caso de la meningitotofobia (y de otras fobias relacionadas con enfermedades).
Otras posibles causas de la misma son experiencias traumáticas previas relacionadas con alguna enfermedad cerebral, experiencias vicarias, condicionamiento, etc., así como una predisposición genética a padecer trastornos de ansiedad.
Diferencias con la hipocondría
Para poder diagnosticar correctamente una meningitofobia deberemos realizar un buen diagnóstico diferencial. Uno de los trastornos con los que es recomendable realizarlo es con la hipocondría, por sus características similares:
Hipocondría
La hipocondría (denominada “trastorno por enfermedad” en el DSM-5) es un trastorno clasificado dentro de la categoría de “trastornos somáticos y relacionados”. Su característica principal es que el paciente manifiesta una preocupación elevada y un miedo intenso a padecer una enfermedad grave.
En algunos casos, este miedo aparece por la convicción de padecer ya la enfermedad. Pero, ¿cómo surge el trastorno? Surge a raíz de las interpretaciones erróneas que hace el paciente de todos sus síntomas (o signos), asociándolos directamente con la enfermedad en cuestión. En realidad, pero, no existe ninguna enfermedad (o si existe, los síntomas no se relacionan con ésta).
La principal diferencia entre la hipocondría y la meningitofobia es que en la primera el miedo aparece ante diversas enfermedades (o alguna que se tenga en mente), en cambio en la meningitofobia el miedo aparece únicamente ante la posibilidad de padecer una enfermedad cerebral (generalmente, como hemos visto, la meningitis). Además, mientras que la hipocondría es un trastorno somático, la meningitofobia es un trastorno de ansiedad (como fobia que es).
Finalmente, otra característica distintiva entre ambos trastornos es que en la hipocondría, aparecen muchos otros síntomas asociados (conductas de comprobación, visitas a numerosos médicos, síntomas histriónicos, interpretaciones erróneas de los síntomas, etc.). En cambio, en la meningitofobia el miedo fundamental es el miedo a padecer meningitis.
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Tratamiento
Las fobias específicas se tratan con técnicas de exposición y técnicas cognitivas. De hecho, la terapia de exposición es la primera opción terapéutica recomendada, ya que es la que ofrece mejores resultados. Ésta implica que el paciente se aproxime gradualmente a los estímulos temidos (a través de una jerarquía de ítems fóbicos ordenados por el grado de malestar que causan).
La terapia de exposición se puede acompañar de técnicas de relajación y respiración (en este caso hablamos de la desensibilización sistemática, un tipo de terapia donde se ejecuta una respuesta relajante incompatible con la ansiedad durante la exposición).
En el caso concreto de la meningitofobia, la exposición puede consistir en que el paciente “se aproxime” gradualmente a la enfermedad, más bien de forma metafórica; esto se puede realizar a través del acceso a explicaciones de la enfermedad, a fotografías, a vídeos, al contacto con personas que realmente padezcan la meningitis, etc.
En el caso de esta fobia en concreto, además, será recomendable combinar la terapia expositiva con técnicas cognitivas como la reestructuración cognitiva, ya que se trata de una fobia donde el estímulo es difícil de “afrontar” (ya que el paciente realmente no padece la enfermedad).
De esta manera, las técnicas cognitivas ayudarán al paciente a tener una visión más realista en relación a la probabilidad de contraer la meningitis, y permitirán que el miedo intenso a padecerla se reduzca y/o elimine.
Referencias bibliográficas:
- American Psychiatric Association (APA) (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid. Panamericana.
- Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (2010). Manual de Psicopatología. Volumen I y II. Madrid: McGraw-Hill.
- Pérez, M., Fernández, J.R., Fernández, C. y Amigo, I. (2010). Guía de tratamientos psicológicos eficaces I: Adultos. Madrid: Pirámide