Tipos de terapia cognitiva: qué son y cuáles son sus características
La manera en la que pensamos, en la que procesamos la información de nuestro entorno y la convertimos en nuestros propios esquemas mentales, nos condiciona a la hora sentir y actuar. Tal es el peso de nuestros pensamientos que la generación de ideas distorsionadas puede desembocar en algún tipo de afección psicológica como ansiedad o depresión.
Este hecho fue el que impulsó la creación de los distintos tipos de terapias cognitivas. Gracias a ellas, el paciente puede aprender habilidades y estrategias efectivas que le ayudan a modificar la forma en la que piensa y, por lo tanto, en la que siente y se comporta.
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¿Qué es la terapia cognitiva?
El término “cognitivo” hacer referencia a los procesos de pensamiento de la persona, entre ellos se incluyen la atención, el aprendizaje, la planificación, el juicio y la toma de decisiones. Por lo tanto, la terapia cognitiva, es un tipo de terapia psicológica que considera que algunos trastornos o afecciones mentales y emocionales se encuentran íntimamente vinculados con los procesos cognitivos.
Esto significa que, según las teorías que enmarcan a los diferentes tipos de terapias cognitivas, las personas sufren y desarrollan afecciones psicológicas por la manera en la que interpretan el entorno y los sucesos que le ocurren y no por la naturaleza de estos en sí mismos.
Por lo tanto, la misión de la intervención psicológica mediante terapia cognitiva es la de que el paciente sea capaz de encontrar interpretaciones flexibles, funcionales y adaptativas de los sucesos vitales que experimenta.
Otras interpretaciones de la terapia cognitiva la describen como la implementación práctica de la psicología cognitiva, la cual sostiene una concepción psicológica en relación a los diferentes procesos mentales y desde un punto de vista intrapsíquico. En decir, se entiende que existen una serie de elementos diferentes dentro de la mente de cada persona que la hace diferente de las otras.
Principales tipos de terapia cognitiva
La elección de un tipo de terapia cognitiva, en detrimento, de otra suele estar sujeta al reconocimientos de las diferentes necesidades del paciente. Los diferentes tipos de terapia cognitiva son solamente técnicas de intervención, sino que conforman todo un entramado de ciencia aplicada que puede tomar diferentes formas según los objetivos que se quieran alcanzar.
A lo largo de la historia de la psicología se han desarrollado diferentes tipos de terapias cognitivas. Sin embargo, existen dos que destacan por encima del resto, estas son la terapia cognitiva de Aaron Beck, la cual hace hincapié en los pensamientos automáticos y las distorsiones cognitivas; y las terapia racional emotiva conductual de Albert Ellis, en la cual se trabajan las ideas irracionales.
Ambas terapias cognitivas engloban todo un conjunto de técnicas y estrategias terapéuticas, así como una metodología que las distingue. Pero siempre ajustándose a un método científico y riguroso.
1. Terapia cognitiva de A. Beck (TC)
La terapia cognitiva de Aaron Beck es un tipo de psicoterapia, desarrolla en los años 60, por el psiquiatra de origen estadounidense Aaron T. Beck. Este tipo de terapia se sustenta sobre el modelo cognitivo, el cual establece que los pensamientos, sentimientos y comportamientos se encuentran estrechamente conectados y que, por lo tanto, las personas pueden superar sus dificultades y alcanzar sus objetivos identificando y cambiando los pensamientos inútiles o incorrectos.
Para lograr tal modificación, el paciente deberá trabajar en colaboración con el terapeuta para desarrollar todo tipo de habilidades que le permitan identificar los pensamientos y creencias distorsionadas para, a continuación, modificarlas.
En los inicios de la terapia cognitiva de Beck, este se centró en el tratamiento de la depresión mediante la elaboración de un listado de errores mentales o distorsiones cognitivas que provocaban el estado de ánimo deprimido. Entre ellos se encontraban la inferencia arbitraria, la abstracción selectiva, la generalización excesiva o la ampliación de los pensamiento negativos y minimización de los positivos.
Sin embargo, con el avance en la práctica e investigación de este tipo de terapia se ha observado que puede llegar a ser sumamente eficaz en el tratamiento de otras muchas alteraciones psicológicas y mentales entre las cuales encontramos:
- Adicciones.
- Trastorno de ansiedad.
- Trastorno bipolar.
- Fobias.
- Baja autoestima.
- Ideaciones suicidas.
- Esquizofrenia.
- Pérdida de peso.
Método: la reestructuración cognitiva
La manera en la que el profesional consigue que la persona aprenda y practique estas habilidades de forma independiente, es conocida como reestructuración cognitiva.
La reestructuración cognitiva consiste en una técnica de intervención en la que el paciente identifica y cuestiona sus pensamientos irracionales o desadaptativos, conocidos como distorsiones cognitivas. Los pasos para llevar a cabo una reestructuración cognitiva incluyen:
- Identificación de pensamientos problemáticos.
- Identificación de las distorsiones cognitivas dentro de estos pensamientos.
- Cuestionamiento, mediante el método socrático, de estas distorsiones.
- Desarrollo de un argumento racional para estos pensamientos distorsionados.
2. Terapia racional-emotiva-conductual de Ellis (TREC)
A medio camino entre la terapia cognitiva y la terapia cognitivo-conductual encontramos la terapia racional-emotiva-conductual de Ellis. Esta fue expuesta por primera vez en el año 1950 por el psicoterapeuta y psicólogo estadounidense Albert Ellis, el cual se inspiró en las enseñanzas de diferentes filósofos griegos, romanos y asiáticos para desarrollar este tipo de terapia cognitiva.
También conocida como terapia racional o terapia emotiva racional, consiste en una terapia de dirección activa, filosófica y empírica que se centra en la resolución de problemas y perturbaciones emocionales y de conducta; y cuyo objetivo radica en conseguir que el paciente lleva una vida más feliz y satisfactoria.
Una de las premisas fundamentales de la TREC es que los cambios emocionales que experimentan las personas no son debidos a las propias circunstancias que los provocan, sino a la manera en la que se se construyen los puntos de vista de estas circunstancias mediante el uso del lenguaje, las creencias y los significados.
En la TREC, el paciente aprende y comienza a aplicar esta premisa mediante el modelo A-B-C-D-E-F de perturbación y cambio psicológico. El modelo A-B-C sostiene que no es la adversidad (A) lo que causa las consecuencias emocionales (C), sino que también los pensamientos irracionales que la persona (B) crea en relación a la adversidad. Por adversidad se puede entender tanto una situación externa como un pensamiento, sentimiento u otro tipo evento interno.
Gracias este tipo de terapia, la persona puede identificar y comprender las interpretaciones y suposiciones ilógicas o erróneas que efectúa para, así, cuestionarlas (D). Finalmente, la creación (E) de formas maneras más saludables de pensar conduce a la personas a nuevos sentimientos (F) y comportamientos más apropiadas para la circunstancia (A) que se aborda en la terapia.
Mediante la utilización de diversos métodos y actividades cognitivas basadas en el diálogo y el debate socrático, el paciente puede conseguir una nueva forma de procesar la información; es decir de pensar, mucho más favorable, constructiva y emotiva.
Relación con la terapia cognitivo-conductual
Si tenemos en cuenta su nombre, podemos deducir que la terapia cognitiva y la terapia cognitivo-conductual poseen ciertos aspectos comunes. Tradicionalmente, se realiza un diferencia entre ambos tipos de terapia, teniendo en cuenta el nivel de inferencia y el marco teórico de partida, ya sea cognitivo o conductista.
La corriente cognitiva clásica apoya la idea de que dentro de los procesos cognitivos y de pensamiento encontramos una explicación para nuestra conductas. Por otra parte, según el enfoque conductual, los motivos o razones de nuestra conducta solamente pueden sustentarse en el medio y no en argumentos cognitivos. Por lo que ambos poseen puntos de partida diferentes.
No obstante, las premisas del enfoque cognitivo-conductual establecen que existe una íntima relación entre comportamiento y cognición. Partiendo de la idea de que tanto la cognición, como la conducta y el afecto o emoción se encuentran interrelacionados, y que efectuando un cambio en cualquiera de los tres conseguiremos también modificar los otros dos aspectos de la persona.