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¿Cómo afecta el estrés al sistema nervioso?


El estrés es una emoción que aparece cuando nos encontramos en una situación en la que percibimos que nuestra vida o bienestar están amenazados. Esta emoción implica la activación de varios mecanismos orgánicos que se orientan en tener las energías suficientes para poder hacer frente a la amenaza percibida.

Como emoción que es, tiene un sustrato neurológico, afecta a nuestro sistema nervioso. Dependiendo de si es un estrés puntual o crónico, éste afectará a nuestro organismo de una u otra forma.

A continuación vamos a descubrir qué cambios se dan en nuestro sistema nervioso cuando estamos estresados.

¿Qué efectos tiene el estrés en el sistema nervioso?

El estrés es una emoción que surge cuando se percibe algún cambio o imprevisto en el entorno. La función de tal emoción es la de preparar a nuestro organismo para dar una respuesta satisfactoria ante tales cambios, surgiendo cuando el individuo siente que la situación desborda los recursos de los que cree disponer.

En definitiva, el estrés nos sirve para reunir todas las fuerzas necesarias para salir victoriosos de la situación emocionalmente tensa.

Cambios del estrés en el sistema nervioso

Este mecanismo implica una respuesta fisiológica, activando una serie de procesos a nivel orgánico para poder enfrentarnos a lo que sea necesario. Cuando estamos estresados nuestro sistema cardiovascular, metabólico, inmune y neuroendocrino experimentan varios cambios, todos ellos para obtener la energía en forma de glucosa suficiente para que los músculos puedan hacer una conducta de lucha o huida y superar la situación.

A continuación vamos a ver con detalle cuáles son los cambios que se dan en diferentes componentes del sistema nervioso cuando se presenta una respuesta de estrés.

El sistema nervioso autónomo

El sistema nervioso autónomo adquiere un papel muy importante ante las situaciones que nos provocan estrés. Cuando percibimos una amenaza, la mitad de este sistema se activa y la otra se inhibe. Estos sistemas son el simpático y el parasimpático.

Sistema nervioso simpático

La parte del sistema nervioso autónomo que se activa es el simpático. Aunque su origen está en el cerebro, sus proyecciones irradian desde la médula espinal contactando con todos los órganos, vasos sanguíneos y glándulas sudoríparas del organismo. Este componente del sistema nervioso se activa cuando el cerebro considera que se encuentra en una situación de emergencia.

Al activarse este sistema, el hipotálamo da la orden de incrementar la actividad de las glándulas suprarrenales. Esto es una activación rápida del conocido como eje simpático-adreno-medular (SAM), liberando adrenalina y noradrenalina, dos neurotransmisores fundamentales en la respuesta del estrés.

Sistema nervioso parasimpático

La otra mitad del sistema nervioso, la que se inhibe, es el parasimpático, que se comporta así para no entorpecer la labor del sistema simpático y facilitarle la activación de las estructuras necesarias para poder dar respuesta adecuada a aquello que ha activado la respuesta estresante en el organismo.

Efectos del estrés en el cerebro

El estrés incrementa la actividad de varias estructuras del encéfalo para prepararlo ante futuras demandas. Este es el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal o HPA, el cual permite resolver situaciones de estrés a corto plazo ante amenazas de la siguiente manera.

Primero, el hipotálamo libera una hormona especial, la corticotropina (CRH). Esta hormona estimula la glándula pituitaria para que, a su vez, libere otra sustancia: la adrenocorticotropina (ACTH). Esta acción hace que las glándulas suprarrenales segreguen otras tres hormonas más: adrenalina, noradrenalina y cortisol.

La adrenalina y la noradrenalina son catecolaminas y éstas aumentan la presión sanguínea y el ritmo cardíaco. También es lo que hace que cuando estamos nerviosos y estresados el riego sanguíneo sea desviado del sistema gastrointestinal a los músculos, paralizando la digestión y centrando todas las fuerzas y energías para poder reaccionar físicamente en caso de ser necesario.

El cortisol hace que la glucosa sea liberada, acción necesaria para que el organismo disponga de la energía suficiente para poder estar preparado ante las demandas de la situación. Además, en caso de heridas o lesiones, el cortisol sirve para prevenir inflamaciones. Los músculos reciben sangre y azúcar para aumentar la fortaleza, el cerebro incrementa su concentración para que cuerpo y mente puedan trabajar juntos para conseguir sobrevivir.

Efectos del estrés crónico sobre el sistema nervioso

El estrés dispara los niveles de glucocorticoides en el torrente sanguíneo, así que el estrés crónico puede suponer efectos dañinos sobre el organismo, especialmente siendo sensibles las neuronas y sus ramificaciones. Se dan cambios estructurales y funcionales provocados por el estrés crónico en el encéfalo, que como consecuencia de ello inducen a trastornos del estado de ánimo y cambios comportamentales y fisiológicos.

El estrés crónico inhibe en la captación de glucosa de las neuronas, lo cual altera su desarrollo y crecimiento. Además, demasiado estrés desencadena una cascada bioquímica en forma de más sinapsis neuronales, especialmente en el hipocampo y la corteza prefrontal.

Esto provoca una sobreactivación en estas zonas, dañando a las neuronas y provocando la degradación de su citoesqueleto. También se da malformación de proteínas neuronales y generación de radicales de oxígeno, los cuales provocan la muerte neuronal.

El hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal son estructuras muy susceptibles a sufrir cambios, y el estrés es uno de esos factores que contribuye en su remodelación. El grado de reversibilidad de tales alteraciones dependerá de la duración y potencia de los estresores y la cantidad de sustancias neuroquímicas que el episodio estresante haya liberado. Esto trae consigo no solo efectos a nivel cognitivo, sino también implica cambios en la emocionalidad, comportamiento y funciones neuroendocrinas del individuo.

Efectos en el hipocampo

Como hemos dicho en el apartado anterior, una de las estructuras cerebrales más sensibles a sufrir cambios es el hipocampo. Esta estructura tiene una alta concentración de receptores de glucocorticoides y, como estructura clave en el aprendizaje, es muy susceptible a cambios debido a su plasticidad cerebral, necesaria para albergar nuevos conocimientos. El hipocampo se implica en la creación de nuevas memorias por medio del fortalecimiento de conexiones neuronales. No almacena recuerdos, pero propicia redes que permiten asociar experiencias previas.

A corto plazo, el estrés hace que llegue más oxígeno y glucosa al encéfalo, lo cual es positivo porque aumenta la actividad de esta estructura y potencia la memoria de la situación estresante. Esto tiene como ventaja que, de volver a suceder aquello que nos provocó estrés, rápidamente recordemos cómo manejamos la situaicón y así salgamos victoriosos más rápidamente.

Pero, si el estrés se vuelve crónico, los niveles de glucosa y oxígeno disminuyen y empiezan a atrofiarse las neuronas del hipocampo, dañando las conexiones entre ellas y provocando problemas de memoria.Esto también induce a muerte neuronal.

Efectos en la corteza prefrontal

En personas expuestas a estrés constante, la corteza prefrontal presenta una reducción general en su tamaño, consecuencia de cambios estructurales y funcionales en sus neuronas asociados con la exposición prolongada a los glucocorticoides.

Se da una disminución general de las funciones ejecutivas, con peor toma de decisiones, baja autorregulación emocional y pérdida de atención, afectando esto a las capacidades de afrontamiento del individuo. También se ve afectada la memoria de trabajo.

Efectos en la amígdala cerebral

El estrés incrementa la actividad neuronal en la amígdala y las conexiones con otras regiones del cerebro. Esto hace que las personas sometidas a estrés crónico sean más agresivas, con miedo y ansiedad.Esto hace que sean más susceptibles de presentar alteraciones del comportamiento y emocionales, con psicopatología como la depresión.