La Terapia de Reelaboración Imaginal y Reprocesamiento
Una de las herramientas más poderosas que tienen las personas que acuden a terapia psicológica para mejorar su salud mental es la imaginación. Mediante este recurso, los psicoterapeutas podemos acceder junto con el paciente a sus esquemas disfuncionales, a recuerdos de experiencias negativas que han generado un impacto emocional dañino en su persona.
En este artículo vamos a hablar de una de la Terapia de Reelaboración Imaginal y Reprocesamiento, que recoge unas de las técnicas más complejas y vivenciales dentro de la terapia psicológica, que, bien empleada (requiere capacidad de improvisación y habilidades terapéuticas), puede ayudar a muchas personas a pasar página y adoptar puntos de vista más adaptativos en relación a su pasado.
Cabe destacar que, a diferencia de otras técnicas vivenciales poco contrastadas científicamente, esta terapia ha mostrado su eficacia para el Trastorno por Estrés Postraumático. Concretamente, ha mostrado ser eficaz para aquellos pacientes con niveles elevados de ira, hostilidad y culpa en relación al trauma vivido.
¿Qué es la Terapia de Reelaboración Imaginal y Reprocesamiento?
La terapia de reelaboración imaginal y reprocesamiento (TRIR) fue ideada originalmente para tratar a adultos que han sufrido abusos sexuales en la infancia. Fue propuesta por Smucker y Dancu (1999, 2005), aunque hoy en día existen distintas variantes (ver Arntz y Weertman, 1999 y Wild y Clark, 2011) para tratar diversos problemas.
La TRIR da protagonismo a las emociones, impulsos y necesidades experimentados por el paciente al revivir el trauma en la imaginación. No se niega el trauma: el paciente corrige la situación en su imaginación de modo que en esta es capaz ahora de expresar sus sentimientos y actuar según sus necesidades, cosa que en su momento no fue posible (por su vulnerabilidad o indefensión, o simplemente, por encontrarse en shock).
Es una combinación de la exposición imaginal, imaginación de dominio (en la que el paciente adopta un rol más activo-protagonista) y reestructuración cognitiva centrada en el trauma. Los objetivos principales de la reelaboración imaginal y reprocesamiento son:
- Reducir la ansiedad, las imágenes y los recuerdos repetitivos del trauma/situación emocionalmente negativa.
- Modificar los esquemas desadaptativos relacionados con el abuso (sensación de impotencia, de suciedad, de maldad inherente).
¿Por qué se recomienda utilizar la TRIR?
Las terapias más eficaces para tratar recuerdos traumáticos tienen en común un componente de exposición imaginal. Los recuerdos traumáticos, sobre todo los infantiles, están codificados primariamente en forma de imágenes de alta intensidad emocional, a los cuales es muy difícil acceder por medios puramente lingüísticos. Es necesario activar las emociones para acceder a ellos y poder elaborarlos y procesarlos de forma más adaptativa. En definitiva, la imaginación tiene un impacto más poderoso que el procesamiento verbal sobre las emociones negativas y positivas.
¿En qué casos se puede utilizar?
En general, se ha utilizado en mayor medida en aquellas personas que han sufrido algún trauma en su infancia (abuso sexual infantil, maltrato infantil, bullying) y que, como consecuencia, han desarrollado Trastorno por Estrés Postraumático.
Sin embargo, se puede utilizar en todas aquellas personas que hayan vivido experiencias negativas en la infancia/adolescencia -no necesariamente traumáticas- que han incidido de manera negativa en el desarrollo de su persona. Por ejemplo, situaciones de negligencia (no ser atendido como era debido), no haber visto satisfechas sus necesidades psicológicas en la infancia (de afecto, seguridad, sentirse importante y comprendido, validado como persona…).
También se utiliza en casos de Fobia Social, ya que estas personas presentan habitualmente imágenes recurrentes ligadas a recuerdos de eventos sociales traumáticos (sensación de ser humillado, rechazado o de haber hecho el ridículo), que ocurrieron al inicio del trastorno o durante su empeoramiento.
También se utiliza en personas con Trastornos de Personalidad, como el Trastorno Límite de la Personalidad o el Trastorno de la Personalidad Evasiva.
Variantes y fases de este modelo psicoterapéutico
Las dos variantes más conocidas de la TRIR son la de Smucker y Dancu (1999) y la de Arntz y Weertman (1999).
1. Variante de Smucker y Dancu (1999)
- Fase de Exposición en imaginación: consiste en representar en la imaginación, con los ojos cerrados, todo el evento traumático, tal como aparece en reviviscencias y pesadillas. El cliente debe verbalizar en voz alta y en tiempo presente lo que está experimentando: detalles sensoriales, sentimientos, pensamientos, acciones.
- Fase de Reelaboración imaginal: el cliente vuelve a visualizar el comienzo de la escena de abuso, pero ahora incluye en la escena a su “yo adulto” (del presente) que viene para ayudar al niño (que es su yo del pasado que sufrió el abuso). El papel del “yo adulto” es proteger al niño, expulsar al perpetrador y conducir al niño a un sitio seguro. El paciente es quien debe decidir las estrategias a emplear (por eso se llama imaginación de dominio). El terapeuta lo guía en todo el proceso, aunque de forma no directiva.
- Fase de imaginación de “Nurturing”. A través de preguntas, se induce al adulto a interactuar directamente en la imaginación con el niño traumatizado y sustentarlo (mediante abrazos, tranquilización, promesas de permanecer con él y cuidarlo). Cuando se considera que el cliente puede estar preparado para concluir la imaginación de "nurturing", se le pregunta si tiene algo más que decirle al niño antes de terminar la imaginación.
- Fase de reprocesamiento post-imaginación: se busca fomentar el procesamiento lingüístico de lo trabajado en la imaginación y reforzar las representaciones alternativas positivas (visuales y verbales) creadas durante la imaginación de dominio.
2. Variante de Arntz y Weertman (1999)
Esta variante consta de 3 fases (muy similares a las de Smucker y Dancu) pero se diferencia del de Smucker en 2 cosas:
- No es necesario imaginar todo el recuerdo traumático, sino que puede imaginarse sólo hasta que el paciente comprende que algo terrible va a suceder (esto es muy importante de cara a traumas relacionados con el abuso sexual infantil). La reelaboración puede comenzar en este momento y el paciente no tiene por qué recordar los detalles del trauma y emociones ligadas.
- En la tercera fase, el nuevo curso de los acontecimientos es visto desde la perspectiva del niño en vez desde la del adulto, lo que permite que surjan nuevas emociones provenientes del nivel evolutivo en el que ocurrió el trauma. De esta manera, los pacientes llegan a comprender la perspectiva del niño, quien realmente poco o nada podía hacer para evitar la situación de abuso. Esta tercera fase es muy útil para trabajar los sentimientos de culpa (“yo podría haberlo detenido”, “yo podría haber dicho que no quería”), en definitiva, sentir que se podría haber hecho algo diferente a lo que se hizo.