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Sufragistas: heroínas feministas de las primeras democracias


Para poder entender el presente, debemos ahondar en el pasado y los primeros movimientos que iniciaron el desplazamiento desde el despotismo hasta una época en la que hay mucha más igualdad. En el caso de la igualdad de género, las primeras personas en impulsar el cambio fueron las sufragistas, representantes de una de las primeras formas de feminismo.

Pero... ¿quiénes eran exactamente las sufragistas y qué defendían?

¿Qué son las sufragistas?

Las sufragistas o “suffragettes” en inglés, fueron un grupo político-social que emergió a finales del siglo XIX y fue consolidado a principios del siglo XX. En sus inicios estuvo encabezado por la famosa Emmeline Pankhurst (1858 - 1928), figura atípica ya desde sus inicios, huyendo del laminado femenino tradicionalista (esto es, en parte, porque no recibió una educación de “princesita”, como apuntan los historiadores, sino que se crió y educó en el seno de una familia reivindicadora de los derechos civiles).

Se trata pues de un movimiento político y social de mujeres organizadas que durante el siglo XIX mantuvieron un pulso político con las autoridades de la Inglaterra dominada por los varones, en un contexto en el que las mujeres experimentaron abusos sexuales habitualmente en sus trabajos por parte de los amos, se les negaba el derecho a cursar estudios y el marido tenía potestad para castigar a su mujer como considerara oportuno.

A grandes rasgos, las sufragistas se desmarcan de las convencionales reivindicaciones pacíficas o de palabra por pasar a la acción: “Deeds, not words” (Hechos, no palabras).

Dicho lema fue encabezado por este movimiento de manera permanente, sugiriendo actos que llamaran la atención de las autoridades británicas. Pues bien, esta directriz se tomó al pie de la letra, y por ello la presión que ejerció este colectivo político llegó a ser imposible de ignorar.

Inspiración y referentes políticos

Como cualquier gran personaje importante e influyente de la historia, Emmeline Pankhurst recibió desde su infancia una educación reivindicativa y de conciencia con el progreso social. Estos valores se hicieron notar en el movimiento que lideró.

Las sufragistas se motivaron con la revista feminista “Women’s Suffrage Journal”, fundada en 1870 por Lydia Becker y Jessie Boucherett. Consideradas las primeras activistas por los derechos de la mujer, Emmeline y su madre Sophia Jane conocieron a Lydia Becker en una reunión que trataba del sufragio femenino. “De esa reunión salí convencida de ser una sufragista comprometida”, aseguraba Pankhurst.

Otro de los puntos de inflexión para el movimiento de las sufragistas fue el hecho de apoderarse de los valores de la Revolución Francesa con un pequeño matiz: la igualdad. Toda reivindicación por los derechos civiles y humanos, protestas u otras demandas similares, estaban destinadas exclusivamente para el hombre, denunciaba el movimiento.

Modus operandi de las sufragistas

Los derechos de sufragio femenino datan desde principios del siglo XIX, pero no es hasta mediados de este periodo que el movimiento sufragista no se asenta en Inglaterra (allá por el 1855 aproximadamente). Imitando cualquier otro tipo de política reivindicativa, al principio se articuló el movimiento de manera pacífica y democráticamente, introduciendo enmiendas en el Parlamento Inglés para ampliar los derechos femeninos.

Fue a finales del siglo XIX cuando las Sufragistas decidieron tomar otro camino. Al ser rechazada una petición en la Cámara de los Comunes por los diputados John Stuart Mill y Henry Fawcett, la famosa “Ladies Petition” para cambiar la palabra “hombre” por “persona” al referirse al sufragio, se creó la Sociedad Nacional por el Sufragio de la Mujer por la ya mencionada Lydia Becker.

La revolución en las calles

Tras promesas incumplidas, leyes engañosas y menosprecio institucional por todo lo que se había reclamado hasta la fecha, se registran los primeros incidentes públicos de la mano de las sufragistas: alboroto, alteración del orden, violencia urbana, daños materiales e incluso algún que otro acto terrorista contra el ministro de hacienda, David Lloyd George, en su propia mansión.

Una de las víctimas pertenecientes al sufragismo, Emily Wilding Davison, fue mártir en el año 1913 al asaltar el caballo del Rey Jorge V para mostrarle la bandera de su organización y dar voz a su descontento. “Una tragedia evitaría miles por venir”, defendió Emily hasta su muerte.

El legado de la primera lucha feminista

Gracias a la ajetreada pero exitosa trayectoria de las sufragistas,se han conseguido varios de los mayores logros en pro de los derechos de la mujer. Todo cambió en 1928, cuando se aprobó el derecho de sufragio femenino. Más adelante, se aceptaría el ingreso de las estudiantes a Universidades como Oxford o Harvard, inclusión de las diputadas en los parlamentos europeos, protagonismo en el mundo del cine con películas que recuerdan la lucha de las sufragistas.

Otro de los mayores logros del movimiento es la unión que consiguió a nivel de clase, absorbiendo así otra cuestión digna de reivindicación. Mujeres trabajadoras en fábricas, sirvientas de la nobleza y mujeres de esa misma nobleza, lucharon codo con codo para un objetivo común: “libertad o muerte”, tal y como rezaría otro de los lemas del sufragismo.