Obesidad: factores psicológicos implicados en el sobrepeso
La obesidad es considerada una pandemia en los países occidentales. Los hábitos poco saludables, el estrés, la vida sedentaria y una mala alimentación son las causas más frecuentes del exceso de peso. Es una enfermedad que viene de la mano de un contexto laboral que nos obliga a estar sentados en una oficina y a prestar poco interés en nuestra salud.
Por supuesto, hay varios trastornos que pueden ser también los causantes de la obesidad. Problemas médicos como desajustes endocrinos u hormonales. Estos son casos apartes que deberán tratarse desde una perspectiva principalmente médica.
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Los factores psicológicos y psiquiátricos del exceso de peso
Las investigaciones científicas han puesto el foco sobre esta enfermedad, la obesidad. En Estados Unidos, más de dos tercios de las mujeres adultas y hasta un 75% de hombres sufren sobrepeso.
Sobrepeso y obesidad: diferencias
Es útil diferenciar entre sobrepeso y obesidad, puesto que son conceptos relacionados pero no idénticos. Ambos tienen en común que hacen referencia al exceso de grasa acumulada. Sin embargo, se considera sobrepeso a las personas con un Índice de Masa Corporal (IMC) de 25 hasta 29’9, siendo personas que deberían reducir su peso para poder estar más sanas.
La obesidad es un problema cuantitativamente y cualitativamente más serio. Las personas obesas sobrepasan los 30 puntos de IMC, y su salud corre un riesgo importante.
Tratando la obesidad desde la Psicología
Las causas de la obesidad son varias y, en muchas ocasiones, comórbidas. Esto significa que los tratamientos para superar este problema deben ser multifactoriales: desde el ámbito médico y endocrinólogo, hasta la psicología y la psiquiatría pueden ayudar a las personas que sufren este problema.
A lo largo de las últimas décadas se han desarrollado un buen número de terapias y tratamientos contra esta enfermedad, sobre todo enfocados a mejorar los hábitos alimentarios y a potenciar la realización de ejercicio físico. Estos dos factores están estrechamente vinculados con la reducción del volumen corporal.
Sin embargo, los profesionales que tratan la obesidad han ido dándose cuenta de que es necesario intervenir en este problema con enfoques más específicos y personalizados, a través de la intervención médica, nutricional, psiquiátrica y psicológica. Este despliegue de profesionales para atajar este problema viene motivado por los costos humanos, sociales y económicos que genera la obesidad.
Riesgos de las personas obesas
La obesidad es una enfermedad que no solo afecta a la calidad de vida de las personas afectadas, sino que también conlleva otros problemas importantes:
1. Comorbilidad
La obesidad es un factor de riesgo para el desarrollo de otras patologías: hipertensión, cardiopatías, cáncer, apnea del sueño, etcétera.
2. Estigma social
Lamentablemente, las personas que padecen este problema de salud son fuertemente estigmatizadas tanto en la escuela como en el ámbito laboral. Esto acarrea la mengua del autoconcepto, incrementando la ansiedad y empeorando sus relaciones personales.
3. Trastornos psicológicos y psiquiátricos
La obesidad tiene un alto índice de comorbilidad con psicopatologías, tales como la ansiedad, las adicciones, la depresión, trastornos de la conducta alimentaria, entre otros.
Aspectos psicológicos relevantes
Como he comentado antes, la obesidad tiene causas biológicas, psicológicas y culturales. En cuanto a los aspectos psicológicos asociados al exceso de peso, existen distintos enfoques y estudios que señalan ciertas causas posibles, aunque ninguna con un alto grado de consenso.
Por ejemplo, desde el Psicoanálisis se suele atribuir la obesidad al carácter simbólico acto de comer, y se suele asociar el sobrepeso como una exteriorización de la neurosis, asociada a la depresión, la culpa y la ansiedad. También es común asociar la obesidad a ciertos conflictos emocionales de fondo, o a otro trastorno mental anterior.
La etiología psicológica de la obesidad es confusa, por lo que los esfuerzos en la intervención se centran en valorar y reeducar ciertas creencias de los pacientes, además de conocer las variables afectivas (gestión emocional) y ambientales (costumbres alimentarias, hábitos, etc.). Esta variedad procesos psicológicos implicados en la obesidad plantea la necesidad de abordar la situación de cada paciente de forma individualizada, evaluando su personalidad y su entorno.
Evaluación psicológica
Los psicólogos y psiquiatras pueden investigar e intervenir en las creencias y en los estados emocionales de los pacientes obesos con el objetivo de mejorar su calidad de vida. Es importante que el terapeuta cree el entorno propicio para que el paciente exponga y exprese sus conflictos afectivos y cognitivos. Usualmente, las personas obesas experimentan baja autoestima y tienen una imagen mala sobre su propio cuerpo.
Autoestima, hábitos alimentarios y percepción de ingesta
En definitiva, el terapeuta no solo debe promover cambios a nivel de hábito alimentarios y estilo de vida, sino también debe hallar la forma de reforzar el autoconcepto para enfocarse hacia el logro de bajar de peso. En este sentido, conviene enfatizar la importancia de ofrecer al paciente herramientas para el control de las emociones, de los impulsos, así como técnicas de gestión de la ansiedad.
Es destacable que los pacientes con obesidad tienden a infravalorar su ingesta calórica en comparación con las personas sin problemas de peso. Minimizan la cantidad de comida que comen, no siendo del todo conscientes de que su ingesta es excesiva. Esta es una característica común con las personas que sufren otro tipo de adicciones. Para controlar esto, el psicoterapeuta debe acompañar al paciente y realizar registros en vivo para mostrar qué cantidades deben ser las aceptables para cada comida.
En suma, la terapia debe enfocarse no solo a la pérdida de peso, sino al proceso de maduración psicológica que permita tomar conciencia del problema, mejorando la calidad de vida y asentando hábitos saludables, como la actividad física, un mejor autoconcepto y percepción del propio cuerpo y unos hábitos alimentarios más saludables. También es clave concienciar al paciente de que la obesidad es una enfermedad, y remarcarle que debe esforzarse para evitar recaídas. Uno de los tratamientos que más éxito ha demostrado es la terapia cognitivo-conductual.
Aspectos psiquiátricos a tener en cuenta
El papel del psiquiatra también es relevante en el tratamiento de personas con obesidad. Los psiquiatras son los encargados de decidir qué pacientes son aptos para someterse a una cirugía, y cuáles no. Tradicionalmente, se ha considerado que los pacientes con cuadros psicóticos no son idóneos para someterse a procedimientos quirúrgicos, como tampoco lo son los que tienen un historial de abuso o dependencia al alcohol u otras drogas.
Otro grupo de pacientes que tienen serias dificultades para seguir un tratamiento psiquiátrico vinculado al exceso de peso son aquellos que tienen algún trastorno de personalidad.
Aproximadamente un 30% de las personas obesas que acuden a terapia expresan tener impulsos bulímicos. Además, un 50% de los pacientes con implusos bulímicos también presentan depresión, a diferencia de solamente un 5% de los pacientes sin este tipo de impulsos.
Tratar los trastornos de tipo afectivo como la ansiedad o la depresión en personas obesas resulta clave para un buen pronóstico. Es la base necesaria para que el paciente se comprometa a realizar el tratamiento y cambiar sus hábitos de vida.
Concluyendo
Definitivamente, los pacientes con obesidad requieren de un tratamiento global: médicos, psiquiatras, nutricionistas y psicólogos deben intervenir para lograr diagnosticar y tratar correctamente y de forma personalizada a cada persona. Aunque no existe un amplio consenso sobre las causas psicológicas de la obesidad, encontramos algunos puntos en común en muchos pacientes obesos: baja autoestima, pobre autoconcepto, malos hábitos alimentarios y comorbilidad con otras psicopatologías.
Esto debe hacernos valorar la relevancia del papel de los profesionales de la salud mental para mejorar la calidad de vida y las posibilidades de recuperación de estos pacientes.
Referencias bibliográficas:
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