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Mi pareja es demasiado egoísta: ¿qué hacer?


Buena parte de los problemas que surgen en las relaciones de pareja surgen a partir de las relaciones asimétricas: es decir, aquellas en las que hay una parte que da más de lo que recibe.

Estas asimetrías pueden adoptar muchas formas: a veces surgen quejas producidas por los celos que una de las personas siente al ver que no puede controlar a la otra, a veces aparecen a partir de la dependencia emocional y la necesidad de contar con la aprobación constante del otro, etc. En cualquier caso, una de las fórmulas más habituales que utilizan quienes acuden a psicoterapia para tratar este malestar es: "siento que mi pareja es demasiado egoísta".

En este artículo veremos qué problemas se esconden tras esta clase de quejas, y qué se puede hacer para afrontarlos y superarlos.

La pareja egoísta: un fenómeno más complejo de lo que parece

Uno de los fenómenos más estudiados en el ámbito de la psicología es lo que llamamos "error fundamental de la atribución". Este fenómeno psicológico puede ser entendido como un sesgo, es decir, una manera distorsionada de interpretar la realidad que, a pesar de ser irracional, es frecuente en nuestra manera de pensar.

El error fundamental de atribución consiste en lo siguiente: atribuimos el comportamiento de los demás a "su manera de ser", algo así como su esencia como individuos, mientras que a la hora de interpretar lo que hace uno mismo, tenemos en cuenta las circunstancias que han llevado esa acción y, en general, el contexto que nos ha influido; es decir, lo externo a nosotros.

Las personas que de manera recurrente llegan a la conclusión de que su pareja es egoísta, a menudo lo hacen empujadas por este sesgo; asumen que esas actitudes y comportamientos que ven en el otro revelan su verdadera personalidad, con todo lo que ello implica. Surgen así pensamientos pesimistas acerca del futuro de la relación y su viabilidad.

Como en casi todas las distorsiones cognitivas en las que caemos con frecuencia, nada indica que el error fundamental de atribución nos lleve a equivocarnos siempre que aparece. Aunque sirva para simplificar la realidad, a veces acierta, y si bien ningún comportamiento puede ser explicado como si las personas estuviesen totalmente desconectadas de su entorno, es posible llegar a la decisión razonada de que no compensa asumir todos los sacrificios que implica ayudar a esa persona a cambiar.

En definitiva, el error fundamental de atribución es un "atajo" que nos permite llegar a conclusiones de manera relativamente simple, y que a veces da la casualidad de que son lo que mejor nos ayuda a entender lo que pasa... pero a veces, no. Es por ello que muchas veces, si la relación de pareja no es totalmente tóxica y perjudica claramente a una o a ambas partes, merece la pena examinar qué hay realmente más allá de ese pensamiento superficial de "mi pareja es egoísta".

Qué hacer si tu pareja se comporta de manera egoísta

Estos son algunos aspectos que te aconsejo tener en cuenta para gestionar los problemas de esta clase en tu vida amorosa.

1. Pasa del sustantivo al verbo

Recuerda que si quieres afrontar el problema desde una perspectiva constructiva, hay que rechazar la idea de que el egoísmo forma parte de la esencia de tu pareja; de no ser así, todas las explicaciones que creemos para describir lo que pasa serán circulares y solo generarán más hostilidad y frustración: actúa como alguien egoísta porque es egoísta, y viceversa.

En vez de eso, hay que centrarse en la conducta, aquellas acciones concretas que tienen lugar en el tiempo y en el espacio. La persona no es egoísta, se comporta de forma egoísta.

De ese modo ya tendremos claro qué es lo que hay que cambiar: la falta de implicación en las tareas del hogar, la tendencia a quejarse si no se elige el plan de fin de semana que la otra persona quiere, etc. Con un objetivo específico a la vista, es posible buscar soluciones; sin él, no se puede hacer nada.

2. Ponte en la piel de la otra persona

Esto puede resultar una obviedad, pero en situaciones así, en las que hay un conflicto abierto o latente, mucha gente se olvida de lo que significa ponerse en la piel del otro. No significa dejar que hable acerca de lo que siente para acto seguido ponernos a la defensiva por las acusaciones que detectamos entre sus palabras; implica comprender su versión de los hechos y conectar ese conocimiento con lo que sabemos acerca de los valores, las prioridades y los miedos de esa persona.

Eso no significa estar de acuerdo con ello, ni considerar que es moralmente excusable; es entender la lógica que opera detrás de sus acciones y de sus sentimientos. Solo si hacemos esto tendremos una base para decidir con conocimiento de causa si existen posibilidades de reajustar esa relación de pareja o si es mejor terminarla.

Eso sí, hay que insistir que en casos extremos en los que hay maltrato, la prioridad no es comprender lo que pasa, sino ponerse a salvo.

3. Acordad cambios de hábitos que os afecten a los dos

Aunque hagas llegado a la conclusión de que la mayor parte de comportamientos problemáticos aparecen por parte de tu pareja y no por tu parte, es mejor aplicar propuestas de corrección de comportamiento que os comprometan a ambos (aunque no en la misma medida), y no solo al otro. De esa manera os estaréis motivando mutuamente para aportar más a la relación, por un lado, y para apreciar esos cambios de comportamiento y facilitarlos manteniendo una actitud constructiva, por el otro.

4. Acudid a terapia de pareja

La terapia de pareja es un entorno muy recomendable en el que tratar esta clase de problemas. Los psicólogos trabajamos a menudo con problemas que no están en una sola persona, sino que surgen en la interacción entre novios, entre marido y esposa, etc.

No solo se ofrece la posibilidad de expresarse abiertamente con el apoyo de alguien que arbitra y que no juzga ni toma partido por una parte; además, se aplican programas de modificación de los hábitos y de los patrones de pensamiento para convertir la relación de pareja en un terreno fértil en el que el amor quede reforzado, allí donde es posible.

5. Ante la ruptura, evita las venganzas

La ruptura no debe ser interpretada como un fracaso sí, teniendo en cuenta el coste de permanecer un tiempo más en la relación, le hemos dado una oportunidad para mejorar.

Pero una vez se produce, no es recomendable "cortar" utilizando la situación como una venganza personal; no solo producirá un daño innecesario en la otra persona, sino que además puede instalarnos en unas creencias que nos generan aún más malestar. El hecho de haber perjudicado a nuestra ex pareja, normalmente, hace que tengamos más motivos para acumular rencor hacia ella.

¿Buscas ayuda profesional?

Si te estás planteando acudir a un psicólogo para abordar este u otro tipo de problemas, te propongo que me contactes para tener una primera sesión de terapia. Soy psicólogo especializado en terapia cognitivo-conductual y en terapias de tercera generación, y atiendo tanto a pacientes individuales como a parejas. Puedes encontrarme tanto en mi centro de terapia situado en Almería como a través de mis servicios de terapia online estés donde estés.

Referencias bibliográficas:

  • Albuquerque, J.P. (2017). Familia, conflictos familiares y mediación. Editorial Ubijus. México.
  • Biscotti, O. (2006). Terapia de Pareja: una mirada sistémica. Buenos Aires: Lumen.
  • Fisher, H. (2006). Anatomy of Love – a Natural History of Mating, Marriage, and Why We Stray. Nueva York: W. W. Norton & Company.
  • Morgan, J.P. (1991). What is codependency? Journal of Clinical Psychology 47(5): pp. 720 - 729.