Entrevista a Johanna Beato: redes sociales y sus efectos en la sexualidad
Para lo bueno y para lo malo, las redes sociales presentes en Internet han llegado para quedarse, y ya hace unos años que son un elemento habitual en el día a día de cientos de millones de personas.
Pero no se trata simplemente de herramientas que utilizamos para estar en contacto con otras personas y acceder a información nueva; tiene sus propias dinámicas de funcionamiento, y su influencia es tal que en muchos aspectos las redes sociales no se adaptan a nosotros, sino que nosotros adaptamos a ellas nuestros patrones de comportamiento y nuestras formas de pensar y de sentir.
Si a esto le sumamos el hecho de que quienes más las utilizan son los adolescentes y los adultos jóvenes, no sorprende que este mundo virtual ya haya desarrollado una especie de cultura propia que parte de las pantallas y sale hacia afuera, dando forma a la sociedad en general.
Como no podía ser de otra manera, la sexualidad es uno de los ámbitos del día a día que se ven influidos por el uso de las redes sociales. Para entender cómo se produce esa interacción entre ambas esferas de la vida hablamos con la psicóloga Johanna Beato.
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Entrevista a Johanna Beato: el impacto de las redes sociales en cómo experimentamos la sexualidad
Johanna Beato Ardila es Psicóloga General Sanitaria con consulta en Bilbao, aunque también realiza terapia online; a lo largo de su trayectoria profesional se ha especializado en la atención a adultos y adolescentes, ofreciendo ayuda ante problemas de tipo psicológico y sexual con causas emocionales. En esta entrevista nos da su perspectiva acerca del vínculo entre la sexualidad y la utilización habitual de redes sociales y todo lo que las rodea en el mundo de Internet.
¿El hecho de que las redes sociales favorezcan la difusión de contenidos en los que se ve sobre todo gente atractiva puede llegar a generar inseguridades en el ámbito sexual? Por ejemplo, causando complejos con la propia desnudez.
Lo que se ve mayormente en la redes sociales es la “cara bonita” de las personas. La gente no muestra sus problemas o inseguridades, porque eso no interesa, no vende. Las personas tendemos a compararnos, y hacerlo con imágenes de personas en las que se muestra esta faceta puede hacernos pensar que no somos tan buenos, tan atractivos o, en resumidas cuentas, dañar nuestra autoestima, incluyendo el ámbito sexual.
Es por eso que es tan importante ser críticos con lo que vemos. Debemos ser conscientes de que detrás de una foto bonita puede haber otras 20 “feas”, de que existen los filtros y los retoques y de que lo que se ve no es siempre la realidad. Además hay que pensar que cada cuerpo es diferente y no por ello es menos bonito.
¿Este mismo fenómeno en el que se da visibilidad casi exclusivamente a quienes encajan en los cánones de belleza, a veces incluso desde lo artificial de los trucos al posar y de la edición fotográfica, puede hacer que algunas personas se vean insatisfechas con la gran mayoría de parejas sexuales que llegan a tener?
Hoy en día, las RRSS tienen gran influencia, especialmente en los jóvenes; incluso a la hora de ligar se usan aplicaciones en las que, por supuesto, mostramos las fotos que más nos gustan de nosotros mismos (ya sea porque salimos más favorecidos, nos hace más gracia o se muestra una faceta que nos gusta).
Está claro que a todos nos gusta gustar, y si cambiando la postura o editando un poco conseguimos vernos más estilizados, más delgados... ¿por qué no vamos a hacerlo? El problema viene cuando priorizamos el físico ante otras muchas características.
Por ejemplo, algunas aplicaciones de citas dan gran importancia al físico (algunas utilizan incluso puntuaciones) lo que implica el diseño y en lo que se fijará el usuario. Además tenemos una gran variedad de personas entre las que elegir, incluso al terminar con una pareja podemos fácilmente acceder a más personas. El hecho de tener tantísimas opciones puede provocar inseguridad al usuario a la hora de elegir.
Por supuesto somos nosotros finalmente los que elegimos en base a lo que le damos importancia (si para mi es importante que la otra persona sea deportista, me fijaré más en eso, por ejemplo). Si priorizamos el atractivo físico de una pareja en gran medida, de alguna manera también trataremos de parecer atractivos, llegando a utilizar trucos en las fotos.
A fin de cuentas es un ciclo. Si no accedemos a personas que consideramos atractivas (siendo esta la prioridad), nuestra autoestima basada en el físico puede verse dañada y buscaremos personas que aprecien nuestra belleza exterior. Hay que romper el ciclo y trabajar con la persona.
En el caso de las mujeres, ¿crees que los códigos estéticos propios de plataformas digitales como Instagram o TikTok hacen que muchas jóvenes se vean presionadas por hacer un uso sexualizador de sus cuerpos de manera casi constante a la hora de mostrarse ante los demás?
Y no solo las mujeres. No creo que haya una presión directa, pero sÍ una indirecta. SI por ejemplo todos tus amigos han hecho un TikTok más sexualizado que es tendencia y tú no, puede que te sientas presionado o presionada a realizarlo.
También opino que el tema del sexo y la sexualidad se vive más abiertamente cada vez. Es por esto que considero relevante ahondar en si esa persona desea subir ese video o foto porque quiere o si desea hacerlo para gustar, y por qué piensa que debe sexualizar su cuerpo o el contenido que publica para hacerlo. En caso de ser la primera opción, que lo realice porque quiere, debemos respetar su manera de vivir su sexualidad siempre y cuando esta sea una decisión consciente, que el motivo real sea una decisión propia y conozca las consecuencias, como que todo queda en Internet.
Más allá de lo negativo, ¿la popularización de las redes sociales tiene potenciales efectos positivos en la sexualidad? Por ejemplo, dando visibilidad a minorías no heterosexuales.
Por supuesto, las redes sociales en sí mismas no son herramientas negativas, sino el uso que hacemos de ellas. Gracias a las RRSS se consigue la visibilización de minorías, de orientaciones sexuales fuera de lo heteronormativo, diferentes tipos de cuerpos, identidades sexuales, gustos... y esto siempre es algo positivo.
Además, también pueden suponer un punto de apoyo, ya que puede que no conozcas personalmente a alguien con la misma identidad de género que la tuya, por ejemplo, pero en las plataformas digitales puedes encontrar grupos formados por personas con esa identidad, lo que ayuda al sentimiento humano de pertenencia y a conformar tu personalidad e identidad tanto sexual como global.
¿Qué papel deberían jugar los padres y las madres de los jóvenes para contribuir a que hagan un buen uso de las redes sociales?
Para empezar deberían ser conscientes de los potenciales efectos tanto positivos como negativos de las pantallas y las redes. Una vez informados, deberían pensar los límites que les gustaría tener, como por ejemplo nada de móviles en la mesa.
También es importante que sean un ejemplo para ellos. Es difícil decir a tus hijos o hijas que utilicen menos el móvil o que pasen menos tiempo en Instagram cuando ellos también lo hacen.
Una vez existe esta concienciación, es importante sentarse a hablar y llegar a pactos en las horas de uso de pantallas y redes, todo adaptado a la edad y de una forma flexible y abierta al diálogo.
¿Cómo se puede trabajar desde la psicología para ayudar a vivir plenamente la sexualidad sin que se vea afectada negativamente por dinámicas de presión social y expectativas poco realistas?
Es importante trabajar la autoestima y los límites personales para que la persona pueda realizar actividades porque lo desea y no por encajar. Además es importante el trabajo de ajuste de expectativas (sobre la primera vez, los roles de género, la edad a la que se debe mantener la primera relación sexual...).
Otro de los aspectos interesantes sería la reestructuración cognitiva, desmontar algunas ideas de por qué creen que lo que ven en una pantalla es mejor, que por qué hacer lo que otros hacen o dicen les hará sentir mejor, etc.
Por último, se deben desmontar los mitos sobre la sexualidad y animar a la persona que viva su sexualidad como desee, acompañando la psicoterapia con una educación sexual amplia y tolerante.