Ansiedad por desempleo: ¿cómo surge, y qué hacer?
La existencia de la ansiedad por desempleo demuestra hasta qué punto la salud mental está ligada a los fenómenos sociales que ocurren a nuestro alrededor.
En este artículo veremos por qué surge de manera frecuente, y qué se puede hacer en estos casos.
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Causas de la ansiedad por desempleo
El desempleo es uno de los fenómenos sociales con mayores implicaciones psicológicas: sus efectos se hacen notar en áreas de la vida muy variadas, por dos motivos.
En primer lugar, un aspecto puramente material: la mayoría de las personas en edad de trabajar pasan buena parte de las horas de la semana dedicándose a su faceta profesional, por lo que la falta de este elemento del día a día supone un gran cambio que obliga a posicionarse ante la cuestión de cómo gestionar ese tiempo.
En segundo lugar, el ámbito laboral es uno de los principales elementos que constituyen la existencia de las civilizaciones, cuya existencia es posible gracias a la división social del trabajo (es decir, no todo el mundo tiene que encargarse de las mismas tareas de subsistencia, sino que ofrece bienes y servicios a los demás), de manera que prácticamente cualquier área de la vida en sociedad está conectada a la vida profesional.
Esto hace que, en la mayoría de los casos, cuanto más tiempo nos mantenemos al margen de esta realidad, más problemas nos vayan surgiendo.
Ahora bien… ¿cuáles son, concretamente, las consecuencias psicológicas del hecho de no tener trabajo, de las cuales se derivan la ansiedad por desempleo? Veamos cuáles son las más importantes.
1. Introduce un sentimiento de urgencia en el día a día
La ansiedad es una predisposición al estado de activación para poder reaccionar rápidamente a señales de alerta, todo ello basado en pensamientos pesimistas o perturbadores acerca de lo que pasará en el futuro próximo.
Esta lógica encaja a la perfección con la actitud que se espera que tengan las personas desempleadas: siempre alerta ante la menor señal de encontrar un hueco laboral que ocupar con la propia fuerza de trabajo, de modo que puedan integrarse cuanto antes en el engranaje productivo de la sociedad.
Por otro lado, ante la falta de información acerca de lo que nos deparará el mercado laboral, es muy fácil alimentar ideas catastróficas sobre cómo tendremos que terminar viviendo o trabajando: la ambigüedad de una economía cada vez más diversa y cambiante hace que los miedos y la angustia sean aquello con lo que rellenamos ese vacío de conocimiento.
2. Afecta a la autoestima
En una sociedad en la que el dinero tiene una potente carga emocional y se asocia a determinados estilos de vida y conceptos de etiquetación social, es frecuente que el hecho de no disponer de trabajo remunerado desgaste la autoestima de quienes no tienen trabajo. De hecho, no es raro que esto les ocurra incluso a quienes a causa de su situación económica privilegiada ni siquiera se ven en la necesidad de trabajar para mantener un buen nivel de vida.
Además, este fenómeno interactúa con los roles de género. Normalmente, más allá de los aspectos económicos de la falta de trabajo, son los hombres quienes más sufren al no tener trabajo remunerado, al ver que no encajan con el rol masculino de persona autosuficiente o que trae el sustento a la familia.
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3. Altera a la baja los planes de futuro
Buena parte de la estabilidad emocional de las personas está vinculada a los planes de futuro que estas se plantean; los proyectos que ayudan a percibir un sentido de continuidad en lo que se hace: estudiar una carrera, ahorrar para comprar una casa, aprender un arte, etc.
Por ello, el desempleo suele estar asociado a los problemas a la hora de plantearse metas significativas, dado que mientras no se disponga de un modo estable de tener un sustento, no resulta realista asumir que en cuestión de meses podemos estar en una situación claramente mejor que en el presente. Lo cual nos lleva al siguiente apartado
4. Dificulta la búsqueda de fuentes de motivación
Al tener menos entre lo que elegir debido al sentimiento de urgencia por encontrar un asidero, las personas que sufren ansiedad por desempleo tienen más problemas a la hora de echar a volar la imaginación acerca de lo que pueden conseguir si hacen lo adecuado.
5. Influye en las dinámicas familiares
Por todo lo anterior, el desempleo vuelve muy fácil la agudización de los conflictos que ya estaban latentes en el día a día de las familias (reparto de tareas, expectativas laborales, estrés por la falta de recursos, etc.) o bien hace que surjan nuevas fuentes de conflictividad.
¿Qué hacer?
Estos son algunos consejos a tener en cuenta para lidiar con la ansiedad por desempleo.
1. Establece un plan de acción claro y secuencial
Empezar a ordenar tus ideas acerca de qué hacer es el primer paso, y uno de los más importantes.
Centrarte en estas metas tan concretas y simples, dejando para otro momento el resto, te permitirá ir progresando sin tener esa sensación de que te esfuerzas mucho sin conseguir nada en específico. Una vez vayas viendo que avanzas, seguramente la ansiedad se reducirá, al darte cuenta de que tus esfuerzos físicos y psicológicos pueden ser canalizados a través de una serie de tareas que te resultan útiles.
2. Estructura bien tu día a día
Crea horarios claros y aprovecha al máximo el tiempo en dos frentes: momentos en los que trabajar para poner fin a esa situación insatisfactoria en relación a tu trayectoria laboral, por un lado, y momentos para ti, por el otro. No debes subestimar esto último, dado que si estás mal psicológicamente por falta de descanso, eso repercutirá en tu rendimiento, en tus relaciones personales, y en todo lo demás.
Y, por supuesto, es crucial que duermas lo suficiente. En caso de no hacerlo, crearás un efecto bola de nieve con problemas y responsabilidades inatendidas por tu incapacidad física por encargarte de ellas.
3. Aprende técnicas de relajación
Incorpora pequeños ejercicios de relajación o de Mindfulness a tu día a día, aunque solo sea una sesión de cinco o diez minutos antes de irte a dormir. Te ayudará a desprenderte de pensamientos ansiógenos recurrentes y a adoptar una mentalidad más constructiva y objetiva acerca de lo que debes hacer.
4. No te culpes por lo que sientes
La ansiedad tiene siempre un componente de profecía autocumplida: las sensaciones negativas hacen que sea más probable vivir experiencias negativas, las cuales a la vez generan más sensaciones negativas.
Por eso, no te sientas mal por sentirte como te sientes; limítate a aceptar que durante un tiempo vas a experimentar un cierto nivel de malestar, al que no deberías darle más importancia que la que tiene intentando eliminarla de tu consciencia ni frustrándote por no conseguirlo. Limítate a conseguir cambios objetivos en tu realidad material, no intentes controlar a la perfección todo lo que pasa por tu mente.
5. Busca ayuda psicoterapéutica
Si notas que la situación te supera y que no eres capaz de gestionarla a partir de tus propios medios, no te culpes: es normal que el desempleo tenga un fuerte impacto psicológico complicado de gestionar sin contar con un punto de apoyo. Busca ayuda psicológica para contar con ayuda profesional y personalizada.
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